En el contexto de la conmemoración del Día Mundial Contra el Dolor, que se celebra cada 17 de octubre por iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde el año 2001, resulta relevante analizar el uso de analgésicos en Argentina y su impacto en la calidad de vida de la población. En Argentina, el 53% de las ventas de analgésicos corresponde a productos de dosis altas, lo que revela una preferencia por dosis más fuertes en busca de un supuesto alivio rápido, pese a no ser siempre necesarias, pero los especialistas indican que esta tendencia podría evitarse optando por dosis menores. Adicionalmente, el impacto del dolor trasciende lo físico y afecta lo emocional y social, según una encuesta global realizada el año pasado, un 66% de los entrevistados afirmó que el dolor limita su disfrute de la vida y contribuye a la ansiedad y baja autoestima, mientras que casi la mitad asocia el dolor con la soledad.
Estudios clínicos han señalado que en numerosos casos los dolores más comunes pueden tratarse eficazmente con dosis bajas de ibuprofeno (200 mg o 400 mg). Estas dosis son suficientes para aliviar molestias como dolores de cabeza, cólicos menstruales o dolores musculares, y su uso no solo es más económico, sino que también evita los riesgos asociados a un consumo prolongado de dosis altas.
Sin embargo, el 53% de las ventas de analgésicos en Argentina corresponden a productos de dosis altas, según informes de ventas de IQVIA, lo cual indica una tendencia extendida entre los consumidores a recurrir a estos productos en busca de una mayor efectividad.
Según el Dr. Andrés Zapata, líder médico de Haleon Cono Sur, “muchas veces las personas, ante una molestia, recurren a analgésicos en dosis muy altas de forma innecesaria, cuando podrían obtener alivio con opciones de dosis bajas”.
Esta percepción generalizada de que una dosis mayor resulta en un alivio más rápido y duradero ha llevado a un uso extendido de presentaciones de mayor potencia, incluso cuando no siempre son necesarios.
Esta fecha busca crear conciencia sobre la realidad del dolor, una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo y que, aunque en muchos casos sea pasajera, puede influir de manera significativa en el bienestar y en la capacidad de las personas para disfrutar de sus actividades cotidianas.
La alta prevalencia de diferentes tipos de dolor, como el dolor de espalda baja, dolor de cuello y dolor menstrual, impulsa una gran demanda de analgésicos, lo que hace necesario promover un uso más responsable de estos medicamentos.
A pesar de que se ha demostrado que dosis más bajas pueden ser efectivas para el alivio de dolores leves a moderados, muchas personas optan por productos de dosis altas, como el ibuprofeno de 600 mg o el paracetamol de 1 gramo, bajo la creencia de que son más eficaces para un alivio rápido.
El impacto del dolor sobre la vida de las personas es profundo, como lo demuestra una encuesta de Kantar realizada para Haleon Argentina, que reveló que 9 de cada 10 argentinos experimentaron algún tipo de dolor o malestar en los últimos 12 meses.
El Haleon Pain Index 2023, basado en un relevamiento global realizado en 18 mercados, incluidos Brasil, Colombia y México, indicó que el 66% de los encuestados afirmó que el dolor les impide disfrutar plenamente de la vida, mientras que un 48% señaló que el dolor les provoca ansiedad y un 37% dijo que afecta su autoestima.
Además, el estudio señala que el dolor se ha convertidgol eon una especie de “nueva epidemia de soledad”, ya que un 31% de los encuestados asocia el dolor con sentimientos de soledad, y un 48% considera que la sociedad no ofrece un apoyo. real a quienes lo padecen. Estas cifras subrayan cómo el dolor, más allá de sus manifestaciones físicas, puede tener un impacto emocional profundo en quienes lo sufren.según una encuesta grealizada el año pasado, en la que un 66% de los entrevistados afirmó que el dolor limita su disfrute de la vida y contribuye a la según una encuesta glrealizada el año pasado, en la que un 66% de los entrevistados afirmó que el dolor limita su disfrute de la vida y contribuye a la
Este año, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) ha puesto un énfasis particular en las diferencias de género en la experiencia del dolor, con un enfoque en cómo afecta de manera desproporcionada a las mujeres.
Un ejemplo claro es el cólico menstrual, un problema común que no solo provoca molestias significativas, sino que también es una de las principales causas de ausentismo escolar y laboral.
Según datos recientes, el 80% de las mujeres sufre de dismenorrea, y entre el 10% y el 20% de ellas experimentan síntomas tan intensos que afectan su capacidad para desempeñar sus actividades diarias. Esta situación evidencia la necesidad de atender el dolor desde una perspectiva más inclusiva y de garantizar que las estrategias de manejo del dolor consideren las particularidades de género.
Ante el elevado consumo de analgésicos de dosis altas, en los últimos años se han introducido en el mercado argentino productos innovadores que buscan mejorar la efectividad del alivio sin necesidad de recurrir a grandes cantidades de medicamento. Estas nuevas formulaciones combinan dosis de 200 mg o 400 mg de ibuprofeno con potenciadores como la cafeína, lo cual incrementa el efecto analgésico y permite un alivio rápido sin aumentar la dosis. Estos productos son especialmente indicados por su eficacia en el tratamiento de dolores de cabeza, cólicos menstruales y dolores musculares, y representan una opción más adecuada para quienes buscan un alivio seguro y eficiente sin los riesgos que puede conllevar el uso excesivo de dosis altas.
La conmemoración del Día Mundial Contra el Dolor ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la manera en que la sociedad enfrenta el dolor y el papel que los analgésicos tienen en esta tarea.
Si bien el acceso a estos medicamentos es fundamental para mejorar la calidad de vida de quienes padecen dolor, su uso adecuado y responsable es crucial para evitar consecuencias adversas, según los expertos. Al entender que en muchos casos las dosis bajas son suficientes para aliviar el dolor y que existen alternativas que combinan eficacia y seguridad, se promueve una mejor calidad de vida y un manejo más inteligente de los recursos de salud.