En las últimas décadas, la prevalencia de los accidentes cerebrovasculares (ACV) ha experimentado un cambio significativo a nivel mundial. Aunque históricamente se asocian con personas mayores, un fenómeno preocupante es que cada vez más adultos jóvenes están sufriendo ACV. Estos episodios, conocidos también como derrames cerebrales, son la segunda causa de muerte global, por lo que su aumento en diferentes grupos de edad plantea inquietudes sobre los factores que están impulsando este cambio.
Según la información de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos y estudios recientes publicados en revistas médicas como The Lancet Neurology, los accidentes cerebrovasculares son un problema que afecta cada vez más a personas jóvenes, y esto se relaciona directamente con el aumento de factores de riesgo como la hipertensión, el sobrepeso y los cambios en los hábitos de vida de la población mundial.
A pesar de que los accidentes cerebrovasculares son más comunes en personas mayores de 65 años, los estudios recientes muestran un alarmante aumento en la incidencia de ACV en personas más jóvenes, específicamente entre los 45 y 64 años. De acuerdo con datos de la CDC, la tasa de muertes por ACV en este grupo etario ha aumentado un 7% entre 2013 y 2019, seguido de un incremento adicional del 12% hasta 2021. Asimismo, los datos revelan que el porcentaje de personas que han sobrevivido a un ACV en los Estados Unidos subió un 7,8% desde 2011 hasta 2022.
A nivel mundial, un análisis publicado en The Lancet Neurology revela que más personas están sobreviviendo a un ACV, aunque se ha registrado un aumento de accidentes cerebrovasculares en adultos menores de 55 años, especialmente en países de altos ingresos. Omoye Imoisili, médica internista y autora principal del estudio de la CDC de mayo, señala que “es importante saber que el ACV puede ocurrir a cualquier edad”.
Factores de riesgo: hipertensión, obesidad y otros
Entre las principales causas del incremento de accidentes cerebrovasculares a nivel mundial se encuentra la hipertensión, la cual se ha identificado como el principal factor de riesgo. La presión arterial elevada es responsable de un poco más de la mitad de todos los accidentes cerebrovasculares, según el estudio de The Lancet Neurology. Además, más del 50% de los estadounidenses con presión alta no saben que padecen de hipertensión, incluyendo el 93% de la franja etaria de 18 a 44 años. Dato alarmante, ya que la hipertensión es uno de los factores de riesgo más fáciles de monitorizar y tratar.
“Si hay algo que se puede hacer en todo el mundo, desde las áreas más pobres de África y el sudeste asiático hasta los rascacielos de Nueva York, es medir la presión arterial”, explica Matthew Schrag, neurólogo del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt. Mantener una presión arterial por debajo de 120/80 es crucial, y tanto cambios en el estilo de vida como medicamentos asequibles pueden ayudar a lograrlo.
El incremento en la prevalencia de la obesidad es otro factor significativo en el aumento de los accidentes cerebrovasculares, junto con el consumo de tabaco, alcohol, la diabetes, la baja actividad física y una dieta poco saludable, especialmente alta en sodio. La conexión entre estos factores y el ACV es compleja, pero se sabe que los cambios en uno de ellos pueden tener un efecto positivo en los demás. “Peso, hipertensión, baja actividad física y dieta: todos estos factores están interrelacionados”, apunta Valery Feigin, investigador de ACV de la Universidad de Auckland y líder del estudio de The Lancet. “Si mejoras uno de ellos, puedes influir en los otros”.
Cambios climáticos y su impacto en la salud cardiovascular
Un aspecto que merece especial atención es el papel del cambio climático en la incidencia de los ACV. Se ha demostrado que tanto las altas como las bajas temperaturas tienen un impacto en el riesgo de accidente cerebrovascular. Mientras que el aumento de las temperaturas debido al cambio climático ha incrementado el riesgo de ACV en un 72% desde 1990, estudios recientes revelan que las bajas temperaturas en realidad tienen un efecto más pronunciado en la incidencia de ACV.
La contaminación del aire, tanto exterior como interior, contribuye al 30% de los accidentes cerebrovasculares a nivel mundial. Aunque este porcentaje ha disminuido en los últimos años, sigue siendo un factor relevante para el aumento del riesgo de ACV.
Avances en tratamiento y supervivencia
A pesar del aumento en el número de ACV, la supervivencia de estos episodios ha mejorado significativamente. Las innovaciones en medicamentos, el tratamiento de enfermedades crónicas y el acceso a mejores cuidados después de un accidente cerebrovascular han reducido la mortalidad y han permitido que más personas sobrevivan y vivan más tiempo post ACV. Sin embargo, esta mayor supervivencia también representa un reto para los sistemas de salud debido al cuidado a largo plazo que requieren muchos sobrevivientes.
El desafío actual radica en la prevención. Los expertos coinciden en que la mayoría de los ACV pueden prevenirse con un estilo de vida saludable, controlando factores de riesgo como la presión arterial y reduciendo el consumo de sodio, tabaco y alcohol. “Reducir la presión arterial hoy significa reducir la incidencia de accidentes cerebrovasculares mañana”, afirma Feigin. Esto pone de relieve la importancia de la educación y concienciación en salud pública.
Una de las medidas más efectivas es el diagnóstico y tratamiento temprano. El acrónimo FAST (rápido) es útil para recordar los principales síntomas de un accidente cerebrovascular: Face (rostro caído o asimétrico), Arms (debilidad o adormecimiento en los brazos), Speech (dificultades para hablar) y Time (tiempo de llamar a emergencias). Ante la presencia de cualquiera de estos síntomas, es crucial buscar atención médica de inmediato, ya que el tiempo es un factor determinante en la supervivencia y recuperación de un ACV.
El aumento de los accidentes cerebrovasculares en todo el mundo, especialmente en personas jóvenes, es un llamado de atención sobre la importancia de controlar factores de riesgo como la hipertensión, la obesidad y otros hábitos de vida poco saludables. Los avances en tratamiento han mejorado la supervivencia, pero el enfoque debe estar en la prevención y la educación, ya que la mayoría de los ACV son evitables con cambios en el estilo de vida y el reconocimiento temprano de los síntomas.