Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), perteneciente a la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que alrededor de 1300 millones de personas en todo el mundo viven con algún tipo de deficiencia visual. Esta realidad, que afecta a miles en todo el planeta, encontró en Perla Catherine Mayo Merchan (MN 76388) una profesora uruguaya de educación especial que decidió establecerse en Argentina, una respuesta que les cambió la vida.
Hace apenas dos días, la emoción y las lágrimas, después de tanto trabajo, desbordaron el salón de actos de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Es que ella, que trabajó en pos de las personas con baja visión, fue destacada como “Personalidad destacada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en reconocimiento a su labor en el campo de la prevención, rehabilitación y capacitación de patologías de baja visión, discapacidad visual, siendo creadora del Bastón Verde en el año 1997, como Instrumento de Orientación y movilidad para personas con baja visión”.
“Además de estar emocionada por la distinción, también lo estamos por el nuevo proyecto de ley que se tratará hoy en CABA para que se establezca la semana para la concientización y prevención de la discapacidad visual en la última semana de septiembre, en cercanía con el Día del Bastón Verde que se conmemora cada 26 de septiembre”, explicó a Infobae Perla Mayo.
En ese sentido, al referirse al día que posiciona al bastón verde como una herramienta que tiene un doble propósito, Mayo aclaró que, por un lado, sirve como guía para aquellos que lo utilizan y, por el otro, permite a los transeúntes identificar a las personas con baja visión, facilitando así una ayuda más efectiva, si es requerida.
“Si bien me declararon personalidad destacada en la Legislatura de la Ciudad por mi trayectoria y por la creación del Bastón Verde, lo más importante es que salga esta ley para ayudar a la concientización y la importancia de ayudar a las personas con baja visión a llegar a tratamientos que le permitan recuperarla o mejorarla, además de que tenga un trato cordial en el día a día en la calle”, sostuvo Mayo, quien además hizo mención de los problemas que afrontan las personas con esta condición y recordó cómo nació la idea del bastón verde.
Todo comenzó con una alumna suya llamada Analía, quien tenía problemas en la vista y utilizaba un bastón blanco -que identifica a las personas ciegas- y un certificado de discapacidad por ceguera. Ella tenía problemas en la calle, ya muchas personas observaban que usaba un bastón blanco, pero que en realidad podía ver. Y por eso la confrontaban.
“Mis alumnos usaban bastón blanco, y cada vez que subían a un colectivo y leían, la gente se acercaba y les decía de todo porque creían que no eran ciegos o que fingían. Miraban una vidriera o el menú en un restaurante y los juzgaban. Analía me dijo que no quería usar más el bastón blanco en la facultad porque cada día que subía al colectivo, la insultaban diciéndole que era una ciega mentirosa”, sostuvo la profesora.
“Entonces -siguió Mayo-, con mi equipo hicimos el seguimiento de su caso. Ella dejó la facultad de psicología a los pocos meses porque no era independiente y no quería usar bastón blanco porque no era ciega. Y no tenía quien la llevara a la facultad. Pinté un bastón de color verde con un spray, todo súper casero. La llamé y le dije una mentira piadosa: ‘Mira, llegó un bastón verde de Estados Unidos para personas con baja visión’. Ella vino al centro y vio el bastón muy mal pintado, pero se puso súper contenta porque entendió que era su elemento de pertenencia”.
Lo que ocurrió tras la inventiva de la profesora fue, según sus palabras, “emocionante”: “Salimos por primera vez con el bastón verde de Analía y me mantuve a unos metros de ella para ver la reacción social. Cuando llegó a un cruce, alguien se acercó y le preguntó si necesitaba ayuda. Al terminar de cruzar la avenida, le preguntaron por qué era de color verde y ella respondió: ‘Porque tengo baja visión, no soy ciega’. Esa fue la primera historia”.
Luego de esa increíble experiencia, Perla creó el Centro Mayo de Baja Visión y como directora de esta institución, ha dedicado su vida a ayudar en el proceso de evaluación y rehabilitación de personas con esta condición, proporcionando además apoyo terapéutico para mejorar su calidad de vida.
“El bastón verde es un símbolo que identifica la persona que sufre de baja visión. Son pacientes menores o mayores con degeneración macular, cataratas no operables, retinopatía, glaucoma, atrofia del nervio óptico, entre otras patologías que causan enfermedades que causan la baja visión. Y sucede cuando un paciente no logra ver 3 décimas o un campo visual mayor a 20 grados”, precisó Mayo.
Y aclaró que “estos pacientes con esta agudeza visual, que no se puede corregir con lentes o con una operación, se los puede ayudar mediante rehabilitación con tratamientos de baja visión. Serían personas aptas para recibir el tratamiento y el bastón verde. Sin embargo, lamentablemente no se está difundiendo esta problemática y tampoco desde el Ministerio de Salud de la Nación se está cumpliendo con la ley del Bastón Verde, que data de 2002 y obliga al Estado a proveer bastones verdes a personas con baja visión, además de impulsar campañas para identificarlas y ayudarlas”, remarcó la experta.
La idea del bastón verde fue abrumadoramente positiva en varias legislaciones alrededor del mundo, que han reconocido la importancia de este instrumento. “Se concretó una Ley en 2011 en Uruguay, en 2018 en Brasil; y fue presentada en Colombia, Ecuador, Perú, Costa Rica y Honduras. Pero en nuestro país falta el reconocimiento y apoyo desde el Gobierno”, sostuvo Mayo.
La profesora destacó la importancia de que cada vez más personas con baja visión reciban un tratamiento acorde que les mejore la calidad de la vista y su estilo de vida.
“El tratamiento de rehabilitación de la baja visión tiene una primera etapa, donde se hace una evaluación de la visión del paciente. Hay test funcionales y elementos que son ayuda ópticas especiales para saber la visión del paciente. Si la evaluación determina que tiene un remanente de su visión, pasa a rehabilitación con ejercicios visuales y ayudas ópticas, que sería la segunda etapa. Puede recuperar la lectura en tinta, escritura, y aprender a utilizar el bastón verde. Y muchos niños pueden tener el derecho a ver y con una verdadera inclusión”, precisó Mayo.
Y contó emocionada: “Ayer se me acercó a la legislatura una joven llamada Tatiana, de 19 años. Durante 18 años la sentenciaron a la ceguera y le dijeron que no había nada para hacer. Pero este año, luego de 2 meses de rehabilitación, recuperó gran parte de la visión y ya se anotó para cursar una carrera universitaria. Hay que ponerse en el lugar del otro y pensar que tiene una posibilidad de crecer y tener más oportunidades, como le sucedió a Analía”.
Mayo recordó que “413 millones de personas padecen de baja visión en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y cada vez va a haber más. Estos pacientes ven, pero de manera limitada: por ejemplo, algunos pueden moverse con facilidad, pero no leer señales en la calle, mientras que otros pueden ver como si fuera a través de un ‘tubito’”.
“El bastón verde simboliza la baja visión y la discapacidad visual de quienes ven poco. El bastón verde es un juego de palabras: ‘Ver de nuevo’ y el color verde que representa la esperanza”, concluyó la profesora y creadora de esta iniciativa.