Desde que comenzaron a masificarse los teléfonos celulares, hace más o menos 30 años, los científicos se preguntan si los móviles causan cáncer cerebral con las ondas electromagnéticas que irradian cuando las personas lo acercan a la oreja para hablar o cuando queda apoyado en la mesa de luz al dormir.
Ahora, los científicos parecen tener una respuesta, luego de un estudio exhaustivo de más de 5000 investigaciones realizadas por la Organización Mundial de la Salud, y dirigida por científicos australianos. La conclusión es que no se encontró un mayor riesgo de varios tipos de cáncer estudiados cuando se trata del uso de teléfonos móviles.
Esta afirmación fue puesta en tela de juicio por los expertos, debido a que estudios anteriores contradicen estos datos. Asimismo, existe otros trabajos previos que darían por tierra estos datos, ya que establecen un aumento de la gravedad de estas patologías oncológicas
La relación entre el uso del celular y el desarrollo de tumores
Joel Moskowitz, investigador de la Universidad de California en Berkeley, afirmó que el uso prolongado de teléfonos móviles incrementaba el riesgo de desarrollar cáncer cerebral.
Según su metaanálisis, “aproximadamente 1,000 horas de uso del teléfono celular durante la vida, o alrededor de 17 minutos por día durante un período de 10 años, se asocia con un aumento estadísticamente significativo del 60% en el cáncer cerebral”. Además, señaló que “muchos biólogos y científicos especializados en campos electromagnéticos” habían identificado efectos como daño al ADN y estrés oxidativo, lo que podía derivar en tumores.
Asimismo, el experto citó un estudio del Programa Nacional de Toxicología que encontró “evidencia clara” de que la radiación de los teléfonos móviles causaba cáncer en animales. Moskowitz advirtió que con la tecnología 5G los riesgos podían aumentar, ya que las nuevas ondas milimétricas afectaban principalmente la piel y los nervios periféricos. Para reducir estos riesgos, sugirió “mantener el teléfono alejado del cuerpo” y usar auriculares con cable.
En tanto, el trabajo “Síndrome de Hipersensibilidad Electromagnética”, de la Dra. Yanina Olguín, el cual fue publicado el 1 de septiembre, aborda los riesgos de la contaminación electromagnética y su impacto en la salud humana. Al tiempo que la investigación “Tumores de la Vía Auditiva (Neurinoma del Acústico – Schwannoma Vestibular)”, del Dr. Daniel Orfila, otorrinolaringólogo y especialista en neuro-otología y cirugía de tumores auditivos, se centra en el aumento alarmante de neurinomas del acústico en personas jóvenes.
La Dra. Olguín, médica integrativa especializada en medicina ambiental, advierte que la exposición prolongada a radiación no ionizante, proveniente de dispositivos como los teléfonos móviles, puede generar el síndrome de hipersensibilidad electromagnética (EHS). Este trastorno provoca síntomas neurológicos como cefaleas, mareos, fatiga crónica y dificultades cognitivas, y se ha observado que los pacientes mejoran al reducir la exposición a estos campos electromagnéticos.
En tanto, Orfila señala que desde el año 2000 ha habido un incremento notable en los casos de tumores de tercer y cuarto grado, lo que antes solo se observaba en personas mayores. Destacó que el 90% de los casos operados en FLENI desde 2010 correspondieron a tumores grandes, lo que sugiere una relación entre el uso intensivo de teléfonos móviles y el rápido crecimiento de estas patologías oncológicas.
Ambos autores coinciden en la necesidad de aplicar el principio de precaución frente a estos riesgos. La Dra. Olguín recomendó limitar el uso de dispositivos electrónicos y aumentar la educación sobre los efectos de la radiación no ionizante, mientras que el Dr. Orfila subrayó la importancia de seguir investigando los efectos a largo plazo del uso de teléfonos móviles en la aparición de tumores cerebrales y auditivos.
Qué dice el reciente estudio
El análisis final incluyó 63 estudios observacionales en humanos publicados entre 1994 y 2022. “Esto lo convierte en la revisión más completa hasta la fecha”, dijo el profesor asociado Ken Karipidis, autor principal del trabajo que se adelantó en Science Direct y se publicará en la revista Environmental International.
El hallazgo llega después de una preocupación generalizada sobre el impacto de la radiación de los teléfonos móviles y una advertencia de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer en 2011 que clasificó la radiación de los teléfonos como un posible carcinógeno.
Once investigadores de diez países llevaron a cabo la última revisión, encargada y parcialmente financiada por la OMS y dirigida por científicos de la Agencia Australiana de Protección Radiológica y Seguridad Nuclear (ARPANSA). Los investigadores examinaron si la energía electromagnética aumentaba la incidencia de tres tipos de cáncer cerebral, incluidos casos en niños, así como cáncer de la glándula pituitaria, de las glándulas salivales y de la sangre.
Karipidis, subdirector de evaluación del impacto sobre la salud de ARPANSA, dijo que las preocupaciones sobre el impacto de la radiación de los teléfonos móviles eran generalizadas y persistentes, y que la revisión exhaustiva había sido diseñada para proporcionar una visión integral.
“Hemos estado hablando de este tema durante los últimos 30 años”. Ha habido muchos estudios en el pasado que han tenido conclusiones contrarias, por lo que es importante combinar toda la evidencia y realmente permitir que la gente sepa qué está sucediendo”, sostuvo Karipidis que precisó que los investigadores del proyecto analizaron los 63 estudios más relevantes en busca de signos de cánceres individuales y no encontraron riesgos mayores, independientemente del tiempo que las personas pasan en el teléfono o de cuántos años utilizan la tecnología.
“La evidencia no muestra un vínculo entre el uso del teléfono móvil y el cáncer cerebral u otros cánceres de cabeza y cuello. Tampoco encontramos asociación con el uso prolongado, por lo que si las personas usan sus teléfonos móviles durante 10 años o más no encontramos una asociación, y tampoco encontramos asociación con la cantidad de uso del teléfono móvil, ni con la cantidad de llamadas telefónicas que las personas hacen ni con el tiempo que las personas pasan en el teléfono”, remarcó el científico australiano.
Karipidis dijo que otra revisión sistemática encargada por la OMS que analizó la fertilidad masculina y las ondas de radio encontró que no había evidencia de una asociación entre los teléfonos y una caída en el conteo de espermatozoides.
Otra revisión sistemática encargada por la OMS que analizó la fertilidad femenina encontró una asociación en algunos escenarios, como el efecto sobre el peso al nacer, “sin embargo, esa asociación ocurrió cuando la exposición a las ondas de radio estaba muy por encima del límite de seguridad”, dijo Karipidis.
Mark Elwood, profesor honorario de epidemiología del cáncer de la Universidad de Auckland y coautor del estudio, dijo que sus hallazgos se realizaron con “confianza moderada”, que fue la calificación más alta en una investigación sin acceso a ensayos clínicos.
“Se encontraron sesenta y tres artículos relevantes, de 22 países, que informaban sobre 119 relaciones entre las radiofrecuencias y los casos de cáncer cerebral. Cada una de estas 119 relaciones se evaluó utilizando métodos preestablecidos y una evaluación de la calidad de cada estudio.
“Ninguna de las cuestiones principales estudiadas mostró un aumento de los riesgos. En el caso del tema principal de teléfonos móviles y cánceres cerebrales, no encontramos un aumento del riesgo. De manera similar, no encontramos un mayor riesgo de leucemia o cáncer cerebral en niños en relación con transmisores de radio o televisión o estaciones base de telefonía celular. Tampoco encontramos un mayor riesgo de cáncer cerebral con exposiciones ocupacionales en la fabricación o el funcionamiento de equipos”, remarcó el especialista.
La investigación no pudo responder preguntas sobre la exposición inusual a los teléfonos móviles o sobre cánceres raros debido a la falta de investigación, y sus hallazgos se aplicaron a las redes 3G y 4G. “Aún no hay estudios importantes sobre redes 5G, pero sí hay estudios sobre radares, que tienen frecuencias altas similares. Estos no muestran un riesgo mayor”, concluyó.
Radiación por radiofrecuencia
Los teléfonos móviles, como cualquier dispositivo que utilice tecnología inalámbrica, incluidos ordenadores portátiles, transmisiones de radio y televisión y torres de telefonía móvil, emiten radiación electromagnética de radiofrecuencia, también conocida como ondas de radio.
Los celulares emiten radiación por radiofrecuencia dentro del espectro electromagnético. Los celulares de segunda, tercera y cuarta generación (2G, 3G y 4G) usan frecuencias de entre 0,7 y 2,7 gigahercios (GHz). Los celulares de quinta generación (5G) usarán frecuencias de hasta 80 GHz.
Las radiofrecuencias (RF) son energía electromagnética en longitudes de onda de 300 Hz a 300 GHz, que es una frecuencia y una energía más bajas que la luz visible. Las RF se utilizan en teléfonos móviles, radio y televisión, así como en monitores para bebés, conexiones wifi, radares y muchos usos industriales y médicos.
Rohan Mate, científico investigador de ARPANSA que dirigió el programa Hable con un científico de la organización, y dijo que el hallazgo podría alentar y tranquilizar a las personas sobre su seguridad. “Esperamos que estos resultados sean otra forma de tranquilizarlos sobre su seguridad y, con suerte, aliviarlos de parte de su ansiedad en torno a la interacción con la tecnología”, precisó el experto.
“Estoy bastante seguro de nuestra conclusión. Y lo que nos da confianza es que... aunque el uso de teléfonos móviles se ha disparado, las tasas de tumores cerebrales se han mantenido estables”, dijo Karipidis, subdirector de evaluación del impacto en la salud de Arpansa.