Los videojuegos jugados en exceso llevan años asociados a ideas negativas: que producen adicción, afectan la función cognitiva y generan aislamiento y violencia. Desde siempre, su uso generalizado causó preocupación sobre su posible impacto psicológico negativo y así lo manifestaron muchos estudios. Sin embargo, luego de la pandemia de COVID-19, y dado el papel central que tuvieron los videojuegos en la cuarentena, se los comenzó a investigar desde otra perspectiva.
Así, un nuevo estudio publicado en la revista Nature Human Behaviour concluyó que jugar a videojuegos y participar en juegos on-line grupales puede tener un efecto positivo en el bienestar mental, reduciendo la angustia psicológica y mejorando la satisfacción con la vida.
La investigación se realizó en Japón con una gran base de datos de más de 97.000 participantes y utilizó cuestionarios y técnicas de machine learning para optimizar los resultados.
Según los investigadores, el número mundial de personas que juegan videojuegos ha alcanzado casi los tres mil millones (Informe sobre el mercado mundial de juegos 2023 de Newzoo), acompañado de un aumento en el tiempo de juego.
Qué dicen los datos del estudio
El equipo de investigadores, liderado por Hiroyuki Egami, aprovechó la distribución aleatoria de consolas (PS5 y Nintendo Switch) durante la pandemia en Japón, debido a la escasez de unidades.
Los científicos decidieron investigar el impacto de los videojuegos en el estrés, la salud mental y la satisfacción con la vida de las personas. Los encuestados tenían entre 10 y 69 años y vivían en diferentes partes del país.
Según detallaron los investigadores, “aproximadamente una cuarta parte de los 97.602 encuestados tenían entre 10 y 25 años, mientras que el 39% tenían entre 45 y 69. Alrededor del 21% eran estudiantes, el 10,7% estaban desempleados y el 39% eran empleados a tiempo completo. El tiempo dedicado a jugar estaba relacionado con la preferencia por los videojuegos; los jugadores empedernidos pasaban más de 1 h 30 minutos al día”.
Según Egami, jugar con regularidad demostró efectos positivos en el bienestar mental: “poseer una consola redujo la angustia psicológica y mejoró la satisfacción con la vida entre un 0,1 y un 0,6″.
Jugar con regularidad también demostró efectos positivos en el bienestar mental. Además, un algoritmo de aprendizaje reveló impactos divergentes entre los diferentes tipos de consola, ya que una mostraba menores beneficios para los adolescentes y las mujeres, mientras que la otra mostraba mayores beneficios para los adolescentes.
Estos hallazgos resaltan el complejo impacto de los medios digitales en el bienestar mental y la importancia de considerar los efectos diferenciales del tiempo frente a la pantalla”, dijeron los investigadores.
Justamente, en cuanto al tiempo frente a la pantalla, los beneficios eran evidentes durante las tres primeras horas de juego, momento a partir del cual empezaban a reducirse. “Nuestro experimento natural mostró que jugar videojuegos tuvo un impacto positivo en el bienestar mental, pero jugar más de tres horas diarias redujo los beneficios psicológicos”, dijeron los investigadores.
Y agregaron que debido a que la recopilación de datos se realizó durante la pandemia, “el contexto puede afectar cómo operan estas vías. Por lo tanto, al interpretar nuestros resultados, es importante considerar los posibles efectos que las circunstancias del COVID-19”.
Otros estudios y conclusiones
Un informe de la Universidad de Oxford publicado en 2021 recopiló datos sobre los hábitos de juego y la salud mental de los jugadores de Animal Crossing y Zombies VS Plants. Los investigadores descubrieron una relación positiva entre el juego y el bienestar afectivo.
Otro reciente estudio de la Universidad de Limerick concluía que jugar a videojuegos puede ayudar a reducir los principales síntomas de depresión y ansiedad. “A la luz de la investigación actual, concluimos que los videojuegos comerciales son muy prometedores como recursos económicos, de fácil acceso, disponibles internacionalmente, eficaces y libres de estigma para la mitigación de algunos problemas de salud mental en ausencia de, o además de, los tratamientos terapéuticos tradicionales”, dijeron los investigadores.
La Organización Mundial de la Salud considera la adicción a videojuegos como un trastorno mental. Algunos estudios han demostrado cómo esta adicción provoca cambios en el cerebro similares a los que se producen en la adicción a sustancias y al juego.
Sonia Almada, licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires, magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO), explicó en su columna en Infobae recientemente:
“Los estudios realizados con respecto a la presencia de los niños y niñas en los videojuegos afirman que pueden ayudar a desarrollar diversas habilidades cognitivas como la resolución de problemas, toma de decisiones, coordinación mano-ojo y capacidad de concentración. También que los juegos en línea pueden fomentar habilidades sociales, como la comunicación, la cooperación y el trabajo en equipo. Sin embargo, pueden estar expuestos a posibles efectos negativos, como el sedentarismo, la adicción al juego y la exposición a contenido o mensajes inapropiados de adultos y diferentes formas de ciberacoso”.
La especialista advirtió: “Los niños y niñas cuentan en el consultorio muchos avatares que les suceden dentro del mundo gamer, desde pasarla bien y encontrar nuevos amigos en línea a sentirse asustados o amenazados por alguien mayor o con más poder”.
Y agregó: “La interacción en línea con adultos desconocidos puede exponer a los niños y niñas a riesgos de seguridad, como el acoso, el grooming (proceso de manipulación y abuso sexual) o el robo de información personal. Algunos estudios muestran que la relación entre niños y adultos gamers, al tener estos últimos más experiencia y habilidades en el juego, puede llevar a que los niños se sientan inferiores o menos competentes y con ello afectar negativamente su autoestima y confianza”.
Finalmente, la psicóloga destacó: “En general, tanto los juegos tradicionales como los videojuegos pueden tener beneficios y desafíos, y la clave está en encontrar un equilibrio saludable y adecuado para cada niño y cada niña, siempre supervisado por la mirada atenta y respetuosa de los adultos”.