Existen muchos estudios que han demostrado que el vínculo entre las personas y sus mascotas puede favorecer el estado físico, reducir el estrés y brindar felicidad a sus dueños.
María Fernanda Rivas, licenciada en Psicología, psicoanalista, especialista en niños y adolescentes, asesora de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), expresó a Infobae en una nota reciente: “El contacto con animales de compañía suele tener un efecto calmante. Despiertan afectos —que son curativos en sí mismos—, como la ternura y sensaciones táctiles y olfativas que evocan vivencias primarias relacionadas con el apego. Pueden cumplir funciones de sostén y apuntalamiento en la vida emocional”.
Una nueva investigación viene a confirmar estos efectos y en especial para un grupo de personas, aquellas que sufrieron abuso infantil.
Los investigadores del Estudio de Salud de Enfermeras de Harvard (Nurse’s Health Study) han descubierto que tener (y amar) a un perro está asociado con menores síntomas de depresión y ansiedad en mujeres de mediana edad y mayores.
El Estudio de Salud de Enfermeras original establecido en 1976, ahora está en su tercera generación y cuenta con más de 280.000 participantes.
Eva Schernhammer, investigadora del Nurse’s Health Study y profesora adjunta de epidemiología en la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, dijo a The Harvard Gazette que la investigación, publicada en la revista JAMA Network Open, es un paso inicial para descubrir las conexiones entre las personas, la salud física y mental y las mascotas.
Cómo se hizo el estudio
La pregunta que se hicieron los investigadores fue si el vínculo estrecho con una mascota está asociado con una reducción de la depresión y la ansiedad, especialmente para grupos vulnerables, como los adultos que sufrieron abuso infantil.
El trabajo transversal que realizaron incluyó a 214 mujeres con una sobre muestra de sobrevivientes de abuso infantil (156 participantes [72,6 %]), y encontró que un mayor apego a las mascotas se asoció con una menor ansiedad generalizada. “El apego a los perros se asoció con una reducción de la depresión, la ansiedad y los síntomas generales de estos trastornos, especialmente entre las sobrevivientes de abuso”, dijeron los investigadores.
Y agregaron: “Comprender cómo el apego a las mascotas puede aliviar la depresión y la ansiedad ofrece información valiosa para desarrollar estrategias preventivas y terapéuticas, en particular para aquellos con estilos de apego inseguros debido a traumas infantiles”.
Schernhammer dijo que el efecto “fue particularmente fuerte entre las mujeres que tenían antecedentes de abuso sexual o físico en la infancia, quienes constituían la mayoría de nuestra población de estudio”.
“Creo que esos hallazgos se debieron principalmente a los perros, porque la mayoría de las mascotas que se tenían en el estudio eran estos animales (dos tercios eran perros y un tercio gatos). En el caso de los gatos, no parece haber una asociación entre el apego a las mascotas y los problemas de salud mental”, dijo la investigadora.
“Creo que a todos nos sorprendió un poco que exista una diferencia tan grande entre perros y gatos. Será interesante explorar esto más a fondo”, afirmó.
Este estudio forma parte de otro más amplio para examinar la interacción entre humanos y animales, en concreto con las mascotas. “Consideramos que este tema no se ha estudiado lo suficiente y que había una gran oportunidad de explorarlo en la cohorte del Estudio de la Salud de las Enfermeras”.
La experta también comentó que se han realizado muchas investigaciones sobre los efectos de tener una mascota, pero la premisa de este era profundizar en el grado de apego que se siente por la mascota. “El objetivo era determinar si el apego es la variable más importante que vincula a las mascotas con los resultados de salud en los seres humanos y, luego, estudiar los mecanismos”, aseguró la científica.
“La hipótesis principal es que esto podría estar mediado por el microbioma y la metabolómica”, expresó. Y añadió: “Será interesante entender si algunos de estos mecanismos microbiológicos hipotéticos difieren en realidad entre gatos y perros y podrían explicar lo que observamos en este primer estudio”.
La experta explicó que están haciendo el Nurses’ Health Study 3, que todavía está reclutando participantes y se realiza en línea.
“Hemos empezado a hacer consultas sobre mascotas y hemos pedido recoger heces de los participantes y de sus animales de compañía. Eso significa que tenemos muestras simultáneas tanto del dueño como de su gato o perro. Queremos analizarlas para buscar patrones específicos en el microbioma que se han observado previamente en personas deprimidas”.
“Tal vez veamos que esos patrones divergen entre quienes tienen perros y gatos como mascotas, por ejemplo, lo que podría proporcionar una explicación de la información sobre el menor riesgo de depresión. Al observar las heces de los dueños concurrentes y de sus mascotas, también podemos ver si hay transferencia microbiana en curso, lo que altera el riesgo de depresión”, dijo Schernhammer, quien sostuvo que es importante entender si existen mecanismos biológicos que se puedan explorar.
“Tiene sentido, porque incluso algunas de las variables psicosociales en humanos que se han vinculado con resultados de salud, por lo general, cuando se empieza a analizar, también tienen un impacto en la biología”, afirmó.
Un mensaje importante, dijo la investigadora, es que en el subgrupo de mujeres que sufrieron abusos, estos hallazgos fueron particularmente sólidos.
“Tal vez en el futuro podamos definir más subgrupos que podrían beneficiarse especialmente de tener una mascota. No deberíamos recetar una mascota a alguien a quien no le gustan los animales, pero si alguien quiere una y puede adaptarla a su entorno vital, entonces esta podría ser una buena manera de lidiar con los síntomas relacionados con la depresión”, aseguró.
Y concluyó: “Es una forma interesante de hacer algo por la salud mental de los humanos y, al mismo tiempo, aumentar la actividad física y alterar otros aspectos de nuestra vida que se ven afectados por las mascotas. Estamos empezando a comprender los beneficios de las mascotas y este puede ser un paso importante”.
Los 7 efectos positivos de tener un perro
Además de los beneficios contra la depresión y la ansiedad, estos animales pueden favorecer la salud de muchas maneras, según han confirmado diversos estudios:
1. Tener un perro fortalece la salud del corazón. Un metaanálisis publicado en la revista científica Circulation encontró que tener un perro se asocia con “una reducción del riesgo de muerte cardiovascular del 31%”.
2. Los dueños de perros son más activos. La mayoría de las personas que tienen un perro lo sacan a pasear con regularidad y el aumento de la actividad física es beneficioso para evitar el riesgo cardiovascular y la salud. Según un informe, “tener un perro indicó un efecto promedio grande, potencialmente beneficioso para la salud, de 22 minutos adicionales de tiempo caminando y 2760 pasos más por día, con una caminata adicional realizada a una intensidad moderada. Los dueños de perros pasaban significativamente menos tiempo sentados”, aseguraron los investigadores.
3. Los perros disminuyen el estrés. Interactuar con un perro, ya sea jugando o acariciándolo, activa el sistema nervioso parasimpático y aumenta la sensación de relajación, dice otro estudios.
4. Favorecen los hábitos saludables. Las rutinas diarias de cuidado del perro, que incluyen alimentarlo, pasearlo e higienizarlo, proporcionan un sentido de propósito, lo cual es importante para el bienestar mental, especialmente a medida que se envejece.
5. Propician una mejor salud cognitiva. Un estudio que siguió el bienestar de un grupo de dueños de mascotas durante varios años encontró un vínculo entre tener un perro y una mejor cognición. Si bien para la mayoría de las personas la función cognitiva se deteriora con la edad, los dueños de perros tenían mejor estas capacidades que quienes no los tenían.
6. Promueven la vida social. Pasear perros abre la puerta a una mayor interacción con los demás y conduce a abandonar el aislamiento, según estudios.
7. Ayudan a la resiliencia. Dijo la psicóloga Rivas que en algunos casos, la existencia de animales de compañía puede ayudar a transitar y elaborar vivencias del crecimiento, dificultades del entorno familiar, etc.