En algún momento, todos hemos experimentado esas señales de envejecimiento. La dificultad para recuperarse con pocas horas de sueño o sentir las rodillas después de una sesión en el gimnasio son ejemplos comunes. El envejecimiento es una realidad inevitable, pero ¿por qué algunas personas parecen desafiar el paso del tiempo mientras otras sienten sus efectos de manera más aguda? Los científicos explican que la edad cronológica y la biológica pueden diferir notablemente... Entonces, ¿qué determina realmente la edad de una persona? ¿La edad es solo un número?
La diferencia entre la edad cronológica y la edad biológica es crucial. La edad cronológica indica cuántos años ha vivido una persona, mientras que la edad biológica mide su capacidad física y funcional. No hay dos personas que envejezcan de la misma manera, por lo que la edad cronológica no es un buen indicador de la rapidez con la que un cuerpo se deteriorará o la susceptibilidad a enfermedades relacionadas con la edad.
Así, la edad cronológica no siempre es un indicador fiable del estado de salud de una persona. La investigadora Aditi Gurkar del Universidad de Pittsburgh se centra en redefinir el concepto de edad, proponiendo que la edad biológica es un mejor indicador de la salud que la edad cronológica. En su laboratorio, explica The Conversation, se investiga cómo medir la edad biológica para mejorar la salud y la calidad de vida de las personas mayores.
Factores que influyen en el envejecimiento biológico
El envejecimiento biológico es multifacético, resultando de una combinación de factores genéticos y de estilo de vida. Aunque en los años 90 se identificaron genes que pueden extender la vida útil en organismos como los gusanos, según un estudio publicado en la revista Scientific American, se estima que solo el 20% al 30% de la edad biológica está determinada por la genética. Otros factores como la dieta, el ejercicio, la conexión social y los hábitos de sueño juegan un papel crucial.
La alimentación y el ejercicio son fundamentales. Aunque la genética es difícil de controlar, dieta y ejercicio se pueden modificar para ralentizar el envejecimiento biológico.
En regiones conocidas como zonas azules —donde la población vive significativamente más tiempo— se ha observado que una dieta mayormente basada en plantas y la actividad física regular contribuyen a la longevidad. Intervenciones dietéticas recientes como el ayuno intermitente también han mostrado múltiples beneficios para la salud, incluida una mejor regulación de la glucosa y la insulina.
Además, estudios han demostrado que la conexión social reduce el estrés y mejora la salud general.
Los científicos están buscando marcadores moleculares que puedan servir como indicadores precisos de la edad biológica. Los relojes epigenéticos, que son modificaciones químicas del ADN, han sido valiosos para predecir la edad cronológica, aunque no son equivalentes a la edad biológica. Estos relojes funcionan a través de marcas epigenéticas en el ADN que cambian con la edad, pero no está claro cómo contribuyen al envejecimiento.
Otro marcador bien considerado es la acumulación de células senescentes, también llamadas células zombi. Estas células se vuelven disfuncionales debido a varios tipos de estrés y ya no pueden dividirse, liberando moléculas que causan inflamación crónica de bajo grado y enfermedades. Estudios en animales han demostrado que la eliminación de estas células puede mejorar la longevidad, aunque aún no se ha definido claramente su presencia en humanos.
El cuerpo también libera metabolitos únicos, subproductos del metabolismo normal, que pueden informar sobre la salud funcional. Estos metabolitos desempeñan un papel dinámico y directo en la regulación fisiológica. Identificar y comprender estos metabolitos es una área de investigación activa, ya que representan una posible medida de la edad biológica.
La búsqueda de una fuente de juventud ha sido un objetivo durante mucho tiempo. Aunque no se sabe si existe, las investigaciones sugieren que retrasar la edad biológica podría ser una vía hacia una vida más sana y plena.