El reciente debate presidencial en los Estados Unidos mostró por parte de uno de los participantes, serias dificultades en el discurso, en la memoria y la concentración, a tal punto que su propio partido se encuentra en un debate y elaborando propuestas para, eventualmente, reemplazar al candidato.
Este evento fue ampliamente expuesto en los medios de todo el mundo, y tal como sucede desde hace unos años, multiplicado infinitamente por las redes sociales en las cuales resurgió un tema que se presenta cada vez que un líder expresa algún factor que nos hace dudar de su capacidad psíquica.
Este tema en muchos casos traduce una real inquietud y a la vez es motivo de instrumentación con fines políticos: se trata de la capacidad psíquica de los líderes, en particular aquellos ejerciendo funciones ejecutivas de la mayor importancia como jefes de Estado, ya sean presidentes, primeros ministros, monarcas o dictadores, etc. y las consecuencias de magnitud que esto puede tener.
El tema no es menor, ya que si bien son seres pasibles de los padecimientos de su condición humana, estos tienen, sin embargo, una influencia excepcional, para bien o para mal, en su sistema político, ya sea democracia, autocracia u otro, sobre millones de personas.
Debido a que los líderes políticos siguen siendo personas, a pesar de su estatus elevado en la sociedad, también pueden variar en sus características personales y padecer no solo de deterioro cognitivo o enfermedades mentales sino los efectos de todo tipo que genera el ejercicio de sus funciones. Además, esta variación puede tener consecuencias para su liderazgo, en la toma de decisiones o el desempeño de infinidad de tareas de la mayor importancia.
El tema tomó tal estado que inclusive la prestigiosa revista The Economist en su último número plantea que el candidato en cuestión debería apartarse. En otra nota se habla de los efectos de la edad en la función cognitiva de los líderes usando ejemplos históricos y las consecuencias que ella tuvo.
El cuestionamiento que se representa, amplificado por la responsabilidad que tienen los líderes, no es otro que el de la evaluación de las capacidades mentales, psíquicas y cognitivas de las personas. Este capítulo es central a la clínica psiquiátrica y en particular en su interacción con la ley, ya que se trata del concepto de evaluar la capacidad de las personas para las diferentes funciones de responsabilidad que tenga y las consecuencias disvaliosas de una posible alteración de las funciones.
La pregunta es: ¿en qué momento una persona deja de ser capaz para desempeñar las funciones que está desempeñando, y qué consecuencias perjudiciales para sí mismo o para otros puede implicar? En los líderes será la población de ese país o quizás del mundo; en otras personas puede ser desposeído de sus bienes, ante su incapacidad para protegerse.
El debate en Estados Unidos adquiere interés ya que refleja los mismos preconceptos y errores, así como la lucha de las partes interesadas, en función de los perjuicios o ventajas que pueden obtener, que encontramos en la evaluación de personas comunes sin esas características.
El reducir el deterioro cognitivo a una sola variable como la memoria y adjudicar a esto al envejecimiento normal o a la inversa, reducir los olvidos a indicadores de “demencia”, se repiten en estos casos paradigmáticos o en causas judiciales por la posesión de un bien en manos de esa persona.
Volviendo a los líderes políticos, el estudio de su evaluación de la capacidad cognitiva se ha transformado en un área especial quizás semejante a la que realiza la medicina del deporte en atletas de calidad mundial y así nos permite obtener datos de suma utilidad para la población general, en esa especie de banco de pruebas (Benchmark), que es un sujeto sometido a condiciones extremas.
El modelo propuesto por varios autores que siguen esta línea, es el de una evaluación integral y no una limitada a un factor, por ejemplo, memoria de eventos o nombres, o un test aislado, como algunos neurocognitivos de uso común, sino una serie de factores. Estos puntos son varios dada la importancia de estos seres excepcionales (Vallejos Nájera los tituló en su célebre obra “Locos Egregios”) y son considerados críticos.
Por un lado, existe un área de estudio reciente que es conocida como la psicología diferencial. Esta subdisciplina se centra en las diferencias individuales, incluidos los rasgos y sesgos cognitivos y cómo los aspectos de personalidad pueden generar respuestas que deben ser entendidas de manera particular/contextual y no de manera inespecífica y genérica, y que esto puede incidir en criterios considerados como normales o no.
Es decir, en lugar de considerar tipos de personalidad de alguna manera universales o rígidos, es establecer el estudio de caso por caso en su factor diferencial. La necesidad de crear formas de evaluación específicas e inclusive de conceptualizaciones diferentes, es lo que permite comprender que algunos criterios comunes usados en psicología y que se expresan a veces públicamente, no son totalmente aplicables o arrojan conclusiones falsas. Estos autores sugieren que debe existir un perfilado específico para líderes políticos.
Por otro lado, es necesario considerar el impacto del liderazgo. Las características personales pueden afectar significativamente el liderazgo, influyendo en la toma de decisiones, la ideología y el desempeño general. Al mismo tiempo, las características a las que se debe enfrentar un líder en una situación específica, no lo hace equiparable a otro y en otras circunstancias.
Así, un presidente en un país en crisis socio-económica, no enfrenta los mismos retos cognitivos que uno que se encuentra frente a la posibilidad de un conflicto armado a gran escala. Este factor permite obtener enseñanzas útiles en la práctica para la población general, al incorporar las características específicas de cada persona en su situación particular y no considerarlo en un conjunto uniforme, donde los factores externos se nuclean bajo el título genérico de estresante o traumático.
Algunos de los indicadores que estos estudios señalan evaluar son los siguientes:
- La curiosidad intelectual: Los líderes que buscan activamente fuentes de conocimiento, se dedican a actividades intelectuales y que a la vez demuestran estar dispuestos a aceptar ideas opuestas a las propias, demuestran vitalidad y flexibilidad cognitiva por oposición al concepto de psico rigidez, que hace que se cierren sobre un argumento de manera a veces inflexible.
Este concepto asociado es el de la adaptabilidad, que es la capacidad para ajustar estrategias según las circunstancias cambian y refleja un cerebro sano y flexible, equivalente a un cuerpo con capacidad de elongarse, de salir de límites estrechos.
- Otro punto que abordan es el de los índices de capacidad de liderazgo, que son escalas específicas implementadas (The Leadership Capital Index: A New Perspective on Political Leadership) en la resolución de problemas complejos. La capacidad demostrada en situaciones que tienen una complejidad mayor a la esperada, como son las situaciones de crisis y la capacidad de elaborar pensamientos alternativos y opciones, es un factor determinante en la capacidad de resolución de problemas.
Un ejemplo de esto es el considerar los diferentes aspectos en la particularidad de cada uno y no nuclearlos bajo un solo denominador, considerando que un tema dado es relativo a un solo factor.
- También la inteligencia emocional, algo que es conocido por el público desde hace años, es de suma importancia. Un líder puede poseer un coeficiente intelectual adecuado y dar alto en pruebas cognitivas estándar, pero su incapacidad para gestionar lo que se conoce como habilidades blandas, por ejemplo, las relaciones interpersonales, puede ser significativa y esto afectar a su real performance. Es decir, la capacidad cognitiva va más allá del coeficiente intelectual, la inteligencia emocional influye en la toma de decisiones y las relaciones interpersonales y esto puede representar, por ejemplo, el no poner en peligro a un país, simplemente por mala gestión de acuerdos con otros líderes.
- Los factores comunes y conocidos como la capacidad mnésica, la memoria, el recuerdo, son de suma importancia ya que se articula con las otras funciones permitiendo que, en una situación de crisis puedan elaborar situaciones pasadas por ellos mismos o inclusive históricas y aplicar el aprendizaje de ellas al momento presente.
- En conjunto con esto, está la capacidad de focalizar, de guardar un estado atencional relativo al fenómeno en cuestión descartando lo no pertinente, es una capacidad específica, ya que la función de priorizar, seleccionar y dar toda la atención al factor de mayor importancia es clave en ese estudio de la capacidad cognitiva global.
Los métodos de evaluación comprenderán desde ya pruebas o evaluaciones psicométricas estandarizadas, que miden habilidades cognitivas, como la memoria, el razonamiento y la atención. La diferencia en una buena evaluación o una superficial es la utilización del instrumento adecuado en cada caso e intentar evitar el efecto del posible aprendizaje.
Este tema en particular de las evaluaciones cognitivas a líderes, es algo que se solicita en muchos casos a modo de presión o amenaza, pero quizás debemos como sociedades comenzar a preguntarnos si no es necesario establecerlo para quienes tienen funciones de tal importancia, cuando en la población general con muchas menos responsabilidades se usan de manera estandarizada.
Al mismo tiempo, esto debe ser complementado con observaciones conductuales como es analizar el comportamiento de los líderes durante crisis o negociaciones complejas y ver sus respuestas, no solo cognitivas supuestamente aisladas sino las emocionales, la capacidad de control de los impulsos, las respuestas bajo situaciones de estrés etc.
Otro factor y es el que llevó a que este tema esté en los medios de todo el mundo en función del debate presidencial de Estados Unidos, es el análisis del discurso y de los modos de comunicación. Evaluar la claridad, coherencia y razonamiento lógico en los discursos revelan competencia cognitiva. Al mismo tiempo discursos, conferencias, entrevistas etc., en los cuales el predominio sea casi exclusivamente a un modo, por ejemplo, el emocional, puede ser adecuado en campaña, pero en una situación de crisis puede ser altamente disfuncional. Las fluctuaciones en los modos y/o la inadecuación de los mismos, puede ser indicador, no solo de un problema emocional (estrés, depresión), sino de un incipiente deterioro cognitivo.
Finalmente, el análisis histórico de decisiones pasadas puede mostrar una síntesis de toda la información, pero ya no en prospectiva sino en retrospectiva: cómo manejó otras situaciones, cuáles fueron sus logros y cuáles sus errores, y en qué condiciones estos ocurrieron.
Este dominio del estudio de comportamiento humano, sobre seres particulares no está desprovisto de una serie de retos. Uno de ellos es caer en sesgos cognitivos por parte de los examinadores o muy frecuentemente comentaristas o público en general.
Uno de ellos es considerar errores de memoria perfectamente atribuibles a la edad y menores, como olvidar el nombre de alguien con el que tuvo contacto, y diagnosticarlo como una alteración cognitiva. Este error que es traducido a veces como edadismo, parte de considerar a todo deterioro cognitivo relacionado con padecimientos similares a la enfermedad de Alzheimer, en la cual la memoria es el síntoma cardinal. Sin embargo, el concepto de capacidad o incapacidad y el de deterioro cognitivo es uno mucho más amplio.
Otro factor que puede inducir a error es descontextualizarlo, y analizarlo desde una perspectiva normal, no solo en cuanto a las responsabilidades como señalaba anteriormente sino a las que debe enfrentarse. El contexto político, histórico y las tensiones y las características de las mismas deben incidir en la evaluación.
Por último, no se deben excluir los factores de salud general que aun en un sistema nervioso en buen estado pueden estar padeciendo dificultades en relación al estado general de salud, otras patologías y en particular a las relacionadas con la edad.
En conclusión
Evaluar la capacidad cognitiva en líderes políticos requiere un enfoque multifacético e innovador. Los modelos que generalizan y adoptan modelos estandarizados, pueden llevar a conclusiones erróneas. Si bien es algo que está cubierto por un tabú, las sociedades deben comenzar a considerar esto como un factor de trascendental importancia sin necesidad de llegar a los procesos que se señalan en leyes de hace muchas décadas, y que en general indican declarar incapacidad en situaciones ya extremas como la demencia en estadio terminal.
El estudio de estos modelos en sujetos con características especiales puede ser de utilidad para comprender mejor la evaluación de las funciones cognitivas en la población general e implementar también el modelo de caso específico, no uniformando los mismos. El proceso de evaluación de la capacidad cognitiva por otro lado no solo no es un test aislado en un momento dado y eso es una especie de certificado perpetuo, sino que se trata de un proceso continuo, y el desempeño de los líderes evoluciona con el tiempo.
La interacción en el estudio entre comportamientos sociales y estudio de líderes, es un campo relativamente nuevo, pero puede arrojar una nueva perspectiva en cuanto a los comportamientos humanos tendientes a la mejora en la calidad de vida.
* El doctor Enrique De Rosa Alabaster se especializa en temas de salud mental. Es médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista