Riley, la niña protagonista de la exitosa película Intensamente, cumple 13 años. Y con las primeras señales del estallido hormonal y del estado de ánimo propios de la adolescencia, la segunda parte del film estrenado en 2015 se mete de lleno en las emociones que atraviesa la joven en esta etapa de su vida.
Ansiedad es la emoción “estrella” en Intensamente 2. Pero no llega sola: se hace presente en la mente de la joven junto con Envidia, Aburrimiento y Vergüenza, y deja con atónita mirada a Alegría, Tristeza, Temor, Desagrado y Furia -las emociones que habían acompañado a Riley en su infancia-.
El flamante film de Disney y Pixar pone así, bajo la lupa, un tema del que mucho se habla pero poco se profundiza. Es que los cambios que ocurren en la personalidad de los humanos a partir de la pubertad vienen de la mano con modificaciones que suceden a nivel físico en general, cerebral en particular, social y familiar.
“Podemos dar cuenta de cómo los adolescentes están más ‘ciclotímicos’; algunas emociones quedan guardadas para dar paso a otras nuevas. Es esperable que estén fastidiosos o angustiados sin ninguna razón aparente para el adulto, aunque para ellos esté más que justificado. Su cuerpo va cambiando, y los cambios de humor se hacen presentes”. Así comenzó la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44.247), coautora del libro Adolescencia divino tesoro, a describir algunas de las características propias de la pubertad ante la consulta de Infobae.
Y amplió: “A veces están felices de estar más grandes y tener más independencia y autonomía, y a su vez esto mismo les da miedo. Son vulnerables y están construyendo su personalidad. Se empiezan a animar a cosas nuevas, que muchas implican riesgos. Empiezan a ser conscientes de la responsabilidad que tienen sobre sus vidas aunque lo que muestran es esa omnipotencia tan característica en la que creen que nada les va a pasar, pero estos sentimientos encontrados están al mismo tiempo en ellos”.
Por qué Ansiedad protagoniza Intensamente 2
“La ansiedad aparece predominantemente en la adolescencia debido a una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales”. Teresa Torralva es doctora en neurociencias (MN 20816), neuropsicóloga y presidenta de Fundación Ineco; y así comenzó a analizar consultada por este medio sobre la inclusión de esta emoción como protagonista de la película.
En su mirada, “durante esta etapa, el cerebro experimenta una significativa reestructuración, especialmente en áreas como la corteza prefrontal, responsable de la toma de decisiones, el control de impulsos y la regulación emocional”.
Y tras reconocer que “además, los cambios hormonales asociados con la pubertad, como el aumento de estrógenos y testosterona, influyen en la regulación del estado de ánimo y las emociones, contribuyendo a una mayor reactividad emocional en esta etapa”, la experta señaló: “Los factores psicológicos y sociales también desempeñan un papel crucial”.
Esto es debido a que la adolescencia es un periodo crítico para la formación de la identidad y la autoimagen, y las preocupaciones sobre la aceptación social, el rendimiento académico y las expectativas futuras generan una alta carga de estrés y ansiedad.
Cabe aclarar que la ansiedad es considerada una respuesta adaptativa para que todos los seres humanos puedan direccionar la atención a los estímulos amenazantes. “Sentir ansiedad de modo ocasional forma parte de la vida -sostuvo Torralva-. Sin embargo, esto se vuelve un problema cuando aparecen preocupaciones y miedos intensos, excesivos y persistentes en situaciones de la vida diaria”.
“Muchos adolescentes sufren de ansiedad social, tratar de encajar no es fácil y las etiquetas a las que se deben identificar a veces lo dejan afuera -observó Ruda en este punto-. Alguien que les caía bien ahora quizá no, ya no tienen los mismos gustos. Es una búsqueda constante y no todos lo viven con naturalidad”.
Qué rol tienen la envidia, el aburrimiento y la vergüenza
En el film, puede verse que Ansiedad llega a la vida de Riley junto con Envidia, Aburrimiento y Vergüenza. Y según el médico psiquiatra del Departamento Infantojuvenil de Ineco Fabián Triskier (MN 75.680), esto obedece a que “son otras emociones fundamentales en la adolescencia”.
En esta etapa -para él- “estas emociones comienzan a cobrar un rol preponderante en la relación y aprobación con los pares. De hecho, hay muchas conductas, llamadas conductas de riesgo, que comienzan a aparecer potenciadas cuando los jóvenes están con pares y no cuando están solos”.
Dado que para un adolescente la vida vincular con sus pares es sumamente relevante, “las cuestiones que tienen que ver con la vergüenza, pasan a estar en el primer lugar”, destacó el experto, para quien “el hecho de sentirse avergonzado frente a pares puede tener una dimensión que no la tiene en otros periodos de la vida y tramitar eso puede llevar a niveles altísimos de ansiedad”.
Esa vergüenza puede ser provocada por diversos factores, como podrían serlo el desempeño escolar, la imagen corporal, tener menos habilidades en las relaciones sociales que otros y algunas cuestiones que quizás en otra etapa de la vida no resulten tan importantes.
La inclusión del aburrimiento, en opinión de Ruda, tiene que ver con que, en pos de diferenciarse de sus padres o adultos mayores de referencia, “procuran pasar la mayor parte del tiempo con los amigos, y cuando esto no sucede, no saben cómo salir airosos del desinterés que muchas veces les genera compartir tiempo y espacio con la familia y pasan a estar 24x7 con el celular y las redes sociales”.
“Pocos identifican el aburrimiento y si lo hacen no logran hacer algo diferente -agregó-. A veces hacen actividades más allá del colegio, pero el tiempo de ocio dentro de las casas está ocupado por las pantallas”.
Por otro lado, según la experta, “muchas veces ocurre que los únicos planes tentadores son con amigos, y todo lo que implique un plan familiar les aburre y no quieren ir. Y si van, están de malhumor u ofuscados”.
De qué manera cambia la personalidad en la adolescencia
En la película, también puede verse que las nuevas emociones “encierran” a las viejas -Alegría, Tristeza, Temor, Desagrado y Furia- con el argumento de crear a “la nueva Riley”. Para Torralva, “durante la adolescencia, las emociones básicas, como la alegría, la tristeza, el miedo y la ira, experimentan una intensificación debido a los cambios hormonales y cerebrales que ocurren en esta etapa”.
“Estas emociones básicas, se vuelven más pronunciadas y pueden ser más difíciles de controlar debido a un esperable desequilibrio entre las áreas prefrontales, responsables del funcionamiento ejecutivo, el control de impulsos y la toma de decisiones; y las estructuras límbicas relacionadas con la regulación emocional”, precisó la experta.
Y tras señalar que “a medida que el cerebro se desarrolla y se vuelve más sofisticado, los adolescentes comienzan a experimentar emociones más complejas, como la vergüenza, la culpa, el orgullo y la empatía”, la neuropsicóloga remarcó que “estas emociones complejas surgen de una mayor capacidad para la reflexión y el pensamiento abstracto, así como también de una mayor comprensión de las normas sociales y las expectativas”.
Según la experta, “en la adolescencia, las emociones básicas y complejas se entrelazan, generando un escenario emocional más rico y variado. La combinación de una mayor intensidad emocional y la aparición de emociones complejas puede hacer que los adolescentes se sientan abrumados en ocasiones, pero también les proporciona las herramientas necesarias para crecer emocionalmente y establecer una identidad propia”.
¿Qué pueden hacer los padres para ayudar a sus hijos en esta etapa?
Si bien es cierto que, básicamente, en la adolescencia, los jóvenes buscan la identificación con sus pares, también es verdad que necesitan a sus personas de referencia más cerca que nunca. “Cerca, pero del otro lado de la puerta del cuarto”, bromeó Ruda al respecto.
Es que, según ella, “los adolescentes a veces sienten que quisieran quedarse chiquitos y bajo el ala de sus mamás y papás, y otras tantas quieren salir al mundo y llevárselo por delante”. Esa compleja ambigüedad atraviesan durante un tiempo en el que sentirse comprendidos marcará la diferencia a futuro.
Hoy se sabe que un buen manejo de las emociones es uno de los pilares fundamentales de la salud mental. Y vaya que la adolescencia marca un hito en esto de saber gestionar lo que nos pasa.
“El manejo de la ansiedad es fundamental, tanto para saber gestionarla durante la adolescencia y en cualquier otra etapa de la vida, como así también para evitar que esto escale a otros grados u otras situaciones, como podría ser por ejemplo la desregulación emocional”, apuntó Triskier sobre la emoción tal vez predominante en esta etapa.
El primer paso, para él, “es poder reconocer la emoción como tal, saber de qué se trata, y detectar qué se está sintiendo en ciertos momentos. Además, para ayudar con la regulación, se podría identificar cuáles son los factores que desencadenan mayoritariamente ese sentimiento”.
Según Torralva, “la mejor manera de lograr un buen manejo emocional en la adolescencia es mediante la promoción de la conciencia emocional y el desarrollo de habilidades de regulación emocional”.
Esto implica ayudar a los adolescentes a identificar y comprender sus propias emociones, así como también a aprender estrategias efectivas para gestionarlas de manera constructiva. “Las técnicas de regulación emocional pueden incluir la práctica de la atención plena, la expresión emocional saludable, la resolución de problemas, el establecimiento de límites adecuados y el desarrollo de habilidades de afrontamiento adaptativas”, recomendó la experta.
En esta etapa, “los padres juegan un papel crucial en el apoyo del manejo emocional de sus hijos adolescentes”. “Pueden lograrlo fomentando un ambiente de comunicación abierta y de apoyo donde los adolescentes se sientan cómodos expresando sus emociones y preocupaciones -sostuvo-. Además, los padres pueden modelar habilidades de manejo emocional efectivo al regular sus propias emociones de manera saludable y demostrar empatía hacia los sentimientos de sus hijos. Enseñar estrategias específicas de regulación emocional, como la respiración profunda o la visualización, es fundamental, al igual que proporcionar oportunidades para que los adolescentes practiquen la resolución de conflictos de manera constructiva y el establecimiento de límites apropiados”.
Por último, los expertos coincidieron en que fomentar un estilo de crianza equilibrado, consistente y sensible a las necesidades emocionales de los adolescentes es esencial para su desarrollo emocional saludable.