La testosterona es una hormona producida por los hombres que además de despertar el deseo sexual, es clave para su salud general y apariencia física.
Si bien la producción de la hormona sexual masculina es más estable en su vida, que lo que le ocurre a la mujer con su ciclo menstrual que concluye en la menopausia, comienza a reducirse, conlleva a incrementar los riesgos de distintas enfermedades, en especial las cardiovasculares.
Un equipo de científicos internacionales ha publicado en la revista Annals of Internal Medicine, un estudio que muestra cómo los hombres con concentraciones bajas de testosterona sérica tienen un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas, con prevalencia en la muerte cardiovascular.
El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Australia Occidental junto con colaboradores Europa y Estados Unidos, analizó 11 trabajos que incluyeron a más de 24.000 participantes durante 5 años de seguimiento, para investigar las asociaciones de las hormonas sexuales con la mortalidad y el riesgo de enfermedades cardiovasculares (ECV) en hombres de edad avanzada.
Los investigadores se centraron en hombres de la tercera edad y utilizaron datos individuales de pacientes (DIP) para analizar las asociaciones entre las concentraciones de testosterona y el riesgo de mortalidad y ECV. Los resultados revelaron que los hombres con concentraciones bajas de testosterona total tenían un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas.
“Específicamente, aquellos con una concentración de testosterona por debajo de 7.4 nmol/L (<213 ng/dL) presentaron un aumento en el riesgo de mortalidad por todas las causas, independientemente de la concentración de hormona luteinizante (LH). Además, los hombres con una concentración de testosterona por debajo de 5.3 nmol/L (<153 mg/dL) tenían un mayor riesgo de muerte cardiovascular”, describieron los autores del estudio empleó espectrometría de masas, el método más preciso de medición de testosterona, obteniendo datos sin procesar de 9 de los estudios incluidos para realizar un análisis más sofisticado de los datos combinados.
Este metaanálisis proporciona información crucial para comprender mejor los efectos de los niveles de testosterona en la salud de los hombres mayores, lo que podría tener importantes implicaciones para la atención médica y la prevención de enfermedades en esta población.
Caída de los niveles de testosterona
Los niveles de testosterona generalmente disminuyen a medida que los hombres envejecen, cayendo aproximadamente un 1% por año a partir de los 30 años. Esto a veces se denomina menopausia masculina o andropausia.
“La testosterona es una hormona que la producen los testículos la hormona y sirve para un montón de cosas: mejora la masa muscular, disminuye la masa grasa, cuida los huesos y brinda el deseo sexual, entre otras cosas. A partir de los 35 años existe una disminución de la producción de testosterona en los testículos, llegando al hipogonadismo del adulto. A diferencia de la menopausia femenina, que todas las mujeres la van a sufrir, esto no ocurre en todos los varones. Hay ciertas predisposiciones o alteraciones que lo predisponen, como el mal descenso testicular, procesos inflamatorios, tumor testicular, quimioterapia, radioterapia, y en aquellos pacientes con hormonobloqueo como tratamiento del cáncer de próstata”, explicó a Infobae el urólogo y andrólogo Omar Layus (M93525), de la Clínica de Fertilidad WeFIV.
Y agregó: “Estos pacientes comienzan con una serie de signos y síntomas como disminución de la fuerza muscular, aumento de la grasa abdominal, disminución del vello corporal, desgano, alteraciones cognitivas como olvidos, lentitud en el pensamiento, disminución del deseo sexual, disfunción eréctil e irritabilidad”.
En relación con el artículo, el experto que también es médico de planta del Servicio de Urología del Hospital Italiano, precisó que en la disminución de testosterona se observa un avance de la osteosporosis, diabetes tipo 2 y un mayor riesgo cardiovascular.
A partir de los 30 años, comienza un proceso de disminución natural y gradual de la testosterona en el hombre. La tasa más aceptada dice que, cuando un varón llega a los 40 años, produce un 10% menos de hormona que cuando tenía 20 años. A los 60 años, la reducción es del 20%. El cuerpo resiente la pérdida natural de la testosterona, pero esto se refleja como síntomas comúnmente asociados a las distintas etapas del envejecimiento.
“Por tal motivo, los hombres con estas patologías, en la presencia de estos signos o síntomas, deberían realizar una consulta médica. En la juventud para el reemplazo de terapia hormonal. Y en el adulto mayor para el comienzo de la terapia hormonal, que se realiza con la aplicación de un gel diariamente en la piel. O con una inyección intramuscular que se aplica cada 3 meses. Son las únicas formas o vías posibles en Argentina”, aclaró el experto.
“Cuando el paciente comienza con la terapia de reemplazo hormonal, tiene respuestas rápidas efectivas. Esta terapia es muy bien tolerada, no presenta efectos adversos de importancia. Pero su aplicación debe estar controlada por un experto urólogo. Los controles son a través de análisis de sangre, hepatograma, PSA o antígeno prostático y tacto rectal periódico”, destacó y aclaró que esta terapia está contraindicada en pacientes con sospecha de cáncer de próstata o directamente con esta enfermedad, en pacientes con apnea de sueño, poliglobulia o alteraciones hepáticas y en quienes están bajo un tratamiento de fertilidad.
Más pruebas de la afectación por la baja testosterona
El doctor Adolfo Casabé, urólogo y consultor de la Sociedad Argentina de Urología explicó a Infobae que estudios internacionales correlacionaron los hallazgos del cáncer de pacientes con cáncer de próstata y sus niveles de testosterona al momento del diagnóstico del cáncer de próstata y se determinó que los varones con testosterona baja al momento del diagnóstico de cáncer de próstata tenían un cáncer de próstata más agresivo que aquellos pacientes con testosterona normal.
“Esto se debe a que la testosterona, que es una hormona, sensibiliza a la próstata, ya que ésta es hormono sensible a la testosterona. Si el paciente tiene poca testosterona, el cáncer de próstata ignora esa sensibilidad y lo hace más agresivo. Además, a los pacientes que reciben testosterona como tratamiento por su bajo nivel de la misma, se los debe controlar desde el punto de vista hematológico, ya que en ellos aumenta el riesgo de que desarrollen poliglobulia, que es el aumento desmedido de los glóbulos rojos en la sangre y eso predispone a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular o de trombosis”, agregó el especialista.
Y concluyó: “Hay un límite que es 54% del hematocrito. Por encima de este porcentaje no se puede seguir dando testosterona a ese paciente”.
En tanto, el doctor Mario Boskis (MN 74002) cardiólogo y miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), precisó a Infobae que es importante interesante que se profundice el estudio de los efectos que puede producir la disminución de las hormonas sexuales en el hombre, y especialmente su asociación con la mortalidad cardiovascular.
“Ocurre, que la disminución de la testosterona se puede considerar casi un fenómeno fisiológico a medida que envejecemos. La clave aquí es terminar de entender si es una simple asociación estadística o si realmente la hormona sexual confiere un efecto protector a nivel cardiovascular, así como se vio que los estrógenos pueden disminuir el riesgo cardiovascular en mujeres pre-menopausicas”, comenzó a profundizar el experto cardiólogo.
“Este estudio observacional encuentra que luego de un seguimiento de al menos 5 años, aquellos con valores de testosterona por debajo de 5.3 mmoles/l, presentan mayor riesgo de mortalidad global y en especial cardiovascular, lo que pone sobre el tapete la idea que podría ser un nuevo factor de riesgo cardiaco. No se estudian en el presente trabajo las posibles causas de este peor pronóstico, pero otros estudios en poblaciones más pequeñas han sugerido que podría haber un efecto antiarritmico, vaso dilatador y hasta mejorador del control de la glucemia por parte de las hormonas sexuales”, sumó Boskis, coordinador de los consejos científicos de la SAC y Director General del Instituto Cardiovascular San Isidro (ICSI) del Sanatorio Las Lomas en Buenos Aires y del Grupo Cardiológico Boskis.
Y finalizó: “Esto abre la hipótesis a futuro de si un eventual reemplazo hormonal con testosterona, en casos muy seleccionados y con estricto control médico, podrían ser beneficiosos. Todo esto es material de posible investigación, y aun falta mucho camino por recorrer. En la historia de la ciencia, los reemplazos hormonales no siempre han producido los efectos benéficos que se suponía tendrían, y muchas veces sucedió lo opuesto, o sea, debieron ser descartados por efectos colaterales no deseados muy riesgosos para la salud. Mientras tanto, la recomendación a nuestros adultos mayores es que continúen cuidando su salud cardiovascular con los tratamientos farmacológicos actualmente disponibles, asociados a hábitos saludables de estilo de vida”.
El estudio es el primero de su tipo en realizar un metanálisis IPD de importantes estudios de cohortes prospectivos que utilizaron espectrometría de masas, el método más preciso de medición de testosterona que también se puede utilizar para medir DHT y estradiol con precisión.
Además, para realizar el metanálisis de DPI, los autores obtuvieron datos brutos de 9 de los estudios incluidos y luego volvieron a analizar los datos combinados. Este método permitió un análisis más sofisticado de datos combinados de múltiples estudios y proporcionó pruebas más sólidas para las asociaciones.