Hace un tiempo en redes sociales se pueden ver videos de padres que invitan a sus hijas a tener una primera cita, o las esperan con flores como si fueran novias o les envían cartitas de amor.
La nueva moda de padres actuando como novios de sus hijas puede tener un impacto negativo en la salud mental.
Sobre estas prácticas, una de las primeras que llamó la atención sobre el hecho y su impacto en la salud mental fue la psicóloga argentina Claudia Messing a través de su cuenta de Instagram que mostró horrorizada este tipo de interacciones.
Lo cierto es que la sobreexposición a comportamientos románticos puede generar confusión en las niñas y también afectar la percepción de lo que es saludable en una relación.
Cuando los padres asumen roles propios de una pareja romántica, las niñas pueden experimentar una confusión de las funciones parentales y filiales, que podrían impactar su percepción de las relaciones y generar expectativas alienadas, además de tomar el amor romántico como la única posibilidad del amor.
El amor romántico ha sido una de las herramientas más potentes para controlar y someter a las mujeres, desde niñas. Por amor, las mujeres se han aferrado a situaciones de maltrato, abuso y explotación, porque así ha sido naturalizado a lo largo de la historia.
Por amor, las mujeres se han sacrificado, anulado y perdido la libertad. En sus escritos, la antropóloga feminista española Coral Herrera Gómez, examina cómo el amor romántico puede perpetuar roles de género tradicionales y crear expectativas poco realistas sobre las relaciones de pareja.
En ellos critica la idea de que el amor debe ser apasionado, eterno y acaramelado, señalando que esta concepción puede llevar a relaciones poco saludables y a la idealización del sufrimiento en nombre del amor. Las niñas y niños que crecen con esta idea del amor se sienten exigidos a cumplir mandatos que dañan su salud mental: “ser el hombre de la casa” pensado como el proveedor eterno que no debe quejarse ni llorar y “ser la mujer perfecta” frágil, cariñosa, pero que a la vez puede soportar lo imposible.
En los videos de redes sociales se puede ver a las niñas ataviadas esperando que el papá las pasé a buscar en su cita con un auto, emulando una cita romántica propia de los adultos en ciertas clases sociales.
Estas prácticas pueden generar preguntas y preocupaciones sobre los límites apropiados dentro de la relación padre-hija y cómo se perciben estas interacciones desde el punto de vista de la interdicción del incesto.
La interdicción del incesto, es una norma cultural y social que es base de la estructuración psíquica. El NO forja una marca psíquica en el sujeto desde sus primeros meses de vida, hasta la salida exogámica. El NO puede ser novia de papá y NO se puede ser novio de mamá. Está basado en la prohibición del incesto, esta operación, como prohibiciones parentales, son las que promueven la instauración de las instancias psíquicas.
Si bien los gestos de afecto entre padres e hijos, como regalar flores o escribir cartas de amor, pueden ser expresiones de amor y cercanía, es importante mantener una clara diferenciación entre el amor filial y el amor romántico. Los gestos que borran los límites entre estas formas de amor pueden generar confusión en los niños sobre cuáles son las relaciones apropiadas y secuelas emocionales.
En el contexto de la interdicción del incesto, estas preocupaciones pueden ser especialmente relevantes si las interacciones entre padres e hijos sugieren una imitación o simbolización de relaciones de parejas, Aunque es poco común que estos gestos sean intencionalmente incestuosos, es importante considerar cómo se perciben y se interpretan desde el punto de vista cultural y social y psicológico.
Algunas personas pueden ver estas acciones como una forma de fortalecer el vínculo entre padre e hija, aumentar la autoestima de las niñas, especialmente. Pero ocurre todo lo contrario, “ser la novia de papá” rompe la posibilidad de una salida exogámica de la familia nuclear y puede perpetuar a la hija en una búsqueda imposible.
Otra cuestión llamativa es que estas citas actuadas y viralizadas no se hacen con madres y niños varones. Esta disparidad refleja los roles de género tradicionales y expectativas culturales sobre cómo deben ser las interacciones entre padres e hijos de diferentes géneros.
Es importante reflexionar sobre estas diferencias y considerar cómo influyen en la percepción de las relaciones familiares y en la construcción de identidades de género.
En las niñas, la presión para satisfacer las expectativas de los padres al actuar como novias, sin entender del todo de qué se trata (todos los videos son de niñas pequeñas) puede crear una carga emocional en las niñas, generando ansiedad y estrés por no cumplir con las demandas de sus padres.
Este tipo de presión puede afectar su bienestar emocional y su autoestima, reforzando la idea de que deben cumplir con ciertos roles para ser valoradas.
Los roles de género tradicionales, como el concepto de que las niñas deben comportarse como “novias de papá” o adoptar roles domésticos desde una edad temprana, pueden tener implicaciones en su salud mental.
Las niñas pueden sentir una presión abrumadora para cumplir con las expectativas de género establecidas por la sociedad y sus familias.
Esto puede llevar a la ansiedad, el estrés y la baja autoestima si no pueden cumplir con estas expectativas. Estos roles además pueden limitar las opciones y oportunidades de las niñas al restringir sus intereses y aspiraciones. Puede desanimarlas a participar y considerar actividades estigmatizadas como “para niños” o se les puede alentar a centrarse en roles domésticos y de cuidado, en lugar de perseguir sus propias metas y sueños.
Los roles de género perpetúan la desigualdad y la discriminación. Las niñas pueden experimentar discriminación en áreas como la educación, el empleo y la participación política debido a las expectativas de género arraigadas en la sociedad, ser una novia o ser una esposa y nada más.
Cuando se enseña a las niñas que su valor está vinculado a su capacidad para ser deseadas o para convertirse en esposas, pueden internalizar la idea de que su valía personal depende de su capacidad para atraer y mantener una relación romántica y esto lleva indefectiblemente a una autoestima frágil y a una sensación de insuficiencia si no cumplen con estos estándares.
También puede llevarlas a soportar relaciones abusivas en un esfuerzo por conseguir validación y esto por supuesto tiene graves consecuencias en su salud psíquica.
La imagen de la niña elogiada por su belleza y a la espera del príncipe azul, en este caso el papá, no solo la deja en una encerrona trágica de salida exogámica compleja, sino que perpetúa la noción de que las mujeres son objetos para el consumo masculino y que su propósito principal es satisfacer las necesidades de los demás. Esto dificulta el desarrollo de una sólida autonomía y autoestima independiente de las relaciones románticas.
Es muy importante alertar y prevenir que los padres o figuras de autoridad no fomenten roles de género dañinos, como el de “novios de las niñas”, es crucial para salvaguardar la salud mental de los niños. Para ello es imprescindible implementar campañas y conversaciones con las familias sobre cómo los roles de género tradicionales pueden afectar la salud mental de las niñas y niños, incluidos los riesgos de baja autoestima, ansiedad y depresión. Sensibilizar sobre estos problemas puede motivar a los padres a reconsiderar sus propias actitudes y comportamientos.
Conocer los modelos de crianza que promuevan la autonomía, la autoestima y el respeto mutuo puede ayudar a contrarrestar los mensajes dañinos sobre los roles de género. Esto incluye alentar a los padres a apoyar los intereses y aspiraciones únicos de sus hijas e hijos, independientemente de su género, y a promover relaciones familiares basadas en el respeto y la igualdad.
En este cambio es fundamental contar con las mamás, papás y cuidadores para desafiar activamente los estereotipos de género y alentar la igualdad en todas las áreas de la vida familiar y sobre todo interdictar el incesto. Jugar a ser la novia del papá, propuesta por los padres, no es un juego.
* Sonia Almada: es Lic. en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Fundó en 2003 la asociación civil Aralma que impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de tres libros: La niña deshilachada, Me gusta como soy y La niña del campanario.