La elección entre el uso de desodorantes y antitranspirantes es una decisión personal que suele basarse tanto en preferencias propias como en consideraciones de salud y bienestar. Aunque ambos productos están diseñados para controlar el olor corporal, sus métodos y componentes varían significativamente.
En la búsqueda constante por opciones de cuidado personal que no solo sean efectivas sino también seguras para la salud, la discusión se centra principalmente en sus ingredientes y los posibles efectos a largo plazo de su uso. “Todos los fabricantes de estos productos tienen la responsabilidad legal de demostrar que sus productos son seguros para el uso humano”, afirmó Joe Zagorski, toxicólogo del Centro de Investigación sobre Seguridad de los Ingredientes en la Universidad Estatal de Michigan, en diálogo con National Geographic.
Comparación entre desodorantes y antitranspirantes
Los desodorantes y antitranspirantes, aunque a menudo se usan indistintamente en la conversación diaria, tienen roles diferentes en el cuidado personal.
Los antitranspirantes están diseñados específicamente para reducir la sudoración. Contienen compuestos de sal de aluminio que actúan temporalmente obstruyendo los conductos sudoríparos, lo que ayuda a disminuir la cantidad de sudor que se libera en la superficie de la piel. Esta acción no solo mitiga la humedad sino que también disminuye la proliferación de bacterias que prosperan en ambientes húmedos y cálidos, responsables del olor desagradable.
Los desodorantes, en cambio no impiden la sudoración; su función principal es neutralizar el olor del cuerpo. Trabajan aplicando sustancias antimicrobianas que combaten las bacterias causantes del mal olor, y a menudo están perfumados con aceites esenciales como el eucalipto para proporcionar una sensación de frescura.
Componentes activos en antitranspirantes y desodorantes
En el núcleo de esta batalla entre frescura y sequedad están los ingredientes activos que definen a cada producto. Mientras que los antitranspirantes dependen de las sales de aluminio para controlar la transpiración, los desodorantes suelen incorporar hidróxido de magnesio o incluso carbón activado, sustancias conocidas por sus propiedades de neutralización de olores sin bloquear la sudoración.
Estos ingredientes aseguran que, mientras el cuerpo sigue su curso natural de termorregulación mediante la sudoración, el aroma que se desprende se mantiene agradable y controlado. Sin embargo, la presencia de alteradores endocrinos y su posible vínculo con enfermedades, según investigaciones lideradas por Julia Brody del Instituto Silent Spring, mantiene vivo el debate.
Además de las sales de aluminio, otros componentes como los parabenos y ftalatos, conservantes y plastificantes respectivamente, son comunes en muchos productos de cuidado personal, incluidos algunos desodorantes y antitranspirantes. Estas sustancias han sido identificadas como alteradores endocrinos, lo que implica que pueden interferir en el sistema hormonal del cuerpo.
La preocupación radica en que su efecto acumulativo, considerando la exposición diaria a través de diversos productos, podría representar un riesgo para la salud.
Y a pesar de que la evidencia científica actual sugiere que las cantidades encontradas en cosméticos son bajas y no representan un riesgo para los humanos, la preocupación por sus efectos acumulativos sigue siendo un tema de discusión.
Una tercera opción
En respuesta a estas preocupaciones, la demanda de desodorantes naturales ha crecido, con productos que evitan el uso de químicos controversiales y optan por ingredientes percibidos como más seguros, como el bicarbonato de sodio y extractos de plantas con propiedades antibacterianas.
Los desodorantes naturales se promocionan como libres de aluminio, parabenos y ftalatos, atrayendo a un público que busca minimizar su exposición a estos compuestos
Así, aunque la elección entre desodorantes y antitranspirantes es altamente personal y depende de las preferencias individuales, la información sobre sus ingredientes y potenciales riesgos sigue siendo vital para tomar decisiones informadas. La industria continúa evolucionando, ofreciendo productos que buscan equilibrar efectividad y seguridad, mientras los consumidores se mantienen atentos a las investigaciones y recomendaciones de expertos en el campo de la salud.