Contracturas en el cuello, dolor de cintura y espalda… parecen ser los males de esta época en la que casi todo el mundo se pasa el día pegado al celular whattsapeando o scrolleando las redes sociales. No hacen falta grandes estudios, es suficiente con observar este fenómeno en el colectivo, el subte o por las mismas calles. Las personas caminan y miran sus smartphones al mismo tiempo, contestan mensajes, mandan audios, se graban, etc. mientras transitan por veredas y cruzan avenidas.
Esta multitarea, además de aumentar los riesgos de accidentes, tiene consecuencias sobre la postura corporal, la marcha, la atención y la velocidad de reacción.
El doctor Andrés Ferrero, médico traumatólogo especialista en patología de la columna del Hospital de Clínicas de Buenos Aires de la Universidad de Buenos Aires (UBA) (MN 118.271) sostuvo que “cada vez son más las consultas por dolores musculares de cuello y espalda, y ya no es solo por el peso excesivo de las mochilas sino también por mal uso de la tecnología o sobreuso”.
Por otra parte, afirmó que se reciben cada vez más consultas en su servicio por dolores musculares de cuello y de espalda asociados a este problema.
Explicó que, “al mirar un celular, por ejemplo, es frecuente volcar la cabeza hacia adelante, aumentando el peso de la misma. Si esto se repite, genera una tensión en espalda y cuello a la que se denomina síndrome de ‘tech neck’ -en español, “cuello tecnológico”- que, en el desarrollo de niños y adolescentes puede tener una repercusión negativa”.
Por su parte, el doctor Lucas Pearson, médico de planta de Traumatología e integrante de la División Dolor del Hospital de Clínicas de la UBA (MN 130686), expresó a Infobae: “Caminar mirando el celular pone el cuello o la columna cervical en flexión sobrecargando la parte discal. Esto genera el aumento de la tensión axial sobre el disco y,sumado a las largas horas de trabajo, hace que esos discos también terminen fallando. Entonces empezamos a tener no sólo los dolores musculares de tensión sino también esa sobrecarga aumentada diaria sobre los discos. Por otro lado, el hecho de caminar distraído es otro problema a tener en cuenta”.
La licenciada María Cristina Isoba, psicóloga y presidente de Luchemos por la Vida, asociación civil sin fines de lucro cuyo propósito es prevenir los siniestros de tránsito, explicó a Infobae: “Cada día se genera más dependencia del teléfono celular o móvil en las personas. Esto tiene relación con que este aparato, que nació como un teléfono que se independizaba de los cables y podía llevarse a todas partes de forma inalámbrica, se transformó en una minicomputadora por medio de la cual la gente no solo se comunica, sino que se informa y hasta trabaja. Este avance tecnológico de enorme e incuestionable aporte a la vida de las personas, lo ha transformado en un elemento imprescindible y para la mayoría, muy difícil de dejar o silenciar por un rato. La pluralidad de servicios que brinda ha acentuado la dependencia de la gente hacia ellos”.
Y completó: “Como toda dependencia, la persona que la padece termina perdiendo su libertad. En este caso concreto, creyendo inclusive que es absolutamente normal vivir con su celular pegado al cuerpo y que no es posible prescindir de él por un rato. En la vida cotidiana, cualquiera puede darse cuenta de que este hábito no es saludable. Interfiere en las relaciones presenciales, distrae y sus consecuencias son múltiples”.
Fernando Ramos, presidente de la Asociación Española de Fisioterapeutas (AEF), da un ejemplo de lo que significa esta dependencia a nivel corporal: “Para que nos hagamos una idea, cuando nuestro cuello está erguido y alineado con nuestro tronco, el peso de la cabeza supone en torno a 6-8 kilos en adultos, pero a medida que flexionamos el cuello, se incrementa el estrés que sufre nuestra región cervical hasta los 27 kilos que supondría mantener una flexión cervical de entre 50 y 60 grados”.
El doctor Ferrero agregó: “Lo recomendable es que las pantallas siempre estén a la altura de la vista, ni más arriba ni más abajo, haciendo que tengamos que estar sentados a 90 grados. Ya sean teléfonos, tablets, TVs o computadoras, lo ideal es adoptar esas posturas, ya que existe una tendencia a mirarlas hacia abajo generando posturas viciosas, como tensionar toda la espalda y parte del cuello, lo que produce el tech neck”.
Y añadió: “En todas las etapas de la vida, una forma de contrarrestar estas posturas es practicando yoga en caso de los adultos o deportes en caso de los adolescentes”. A la cantidad de horas frente a la pantalla, “es clave contrarrestarlas con actividad física”, expresó.
El doctor Pearson agregó: “Es importante cuidar la postura en el uso del celular y hacer alguna actividad física tendiente a eliminar la tensión a nivel muscular: fortalecimiento de la cintura escapular y trabajar desde la movilidad pélvica hacia arriba. Esto nos ayudará a tener un mejor balance global quitando carga a la columna cervical”.
Efectos en la atención y la reacción
El hecho de que los ojos estén fijos en la pantalla del celular y no en la calle afecta también la atención. En 2010, un estudio puso un payaso en un monociclo en el camino de los transeúntes; un 75 % de los que iban hablando por el celular aseguraron no haberlo visto. “Descubrimos que los usuarios de teléfonos móviles caminaban más lentamente, cambiaban de dirección con más frecuencia y eran menos propensos a reconocer a otras personas que a los individuos en las otras condiciones”, dijeron los investigadores.
En un segundo estudio de la misma investigación, encontraron que los usuarios de celulares tenían menos probabilidades de notar una actividad inusual a lo largo de su ruta a pie (un payaso en monociclo). “El uso del teléfono celular puede causar ceguera por falta de atención incluso durante una actividad simple que debería requerir pocos recursos cognitivos”, determinaron.
La Asociación civil “Luchemos por la vida” hizo un estudio en la ciudad de Buenos Aires donde investigó el uso de teléfonos celulares por parte de conductores y de peatones al cruzar las calles. Mientras que en 2007 solo el 4,7 % de los peatones usaba el celular al caminar por la calle en 2020 lo hacían el 18.3% de ellos.
La licenciada Isoba explicó: “El estudio observacional de Luchemos por la Vida concluyó que el 18.3% de los peatones se movían usando este teléfono, exponiéndose al riesgo de chocar contra otras personas u objetos de la vía pública, o de ser atropellados al cruzar una calle”.
“Recientes investigaciones internacionales han concluido que caminar hablando por teléfono celular es muy riesgoso ya que las personas observadas cruzan más despacio, sin mirar al tránsito circundante y no esperan a que los vehículos se detengan para comenzar a cruzar, en una proporción muchísimo mayor que los no usuarios de celular. Para los peatones el problema real principal parece ser la distracción, así como les sucede a los conductores”, dice la asociación.
Otro estudio publicado en la revista Gait & Posture llegó a la conclusión que caminar y enviar mensajes reducía la velocidad en un 33% (y caminar y hablar por teléfono en un 16%); además de aumentar el desvío de dirección de los participantes. “Realizar una doble tarea, como hablar o enviar mensajes de texto con un teléfono celular mientras camina, puede interferir con la memoria de trabajo y provocar errores al caminar”, dijeron los investigadores.
Otros estudios han concluido que también se acortan los pasos o que son más anchos (para mantener mejor el equilibrio). Y una investigación destacó el aumento de riesgos de accidentes en jóvenes.
“El uso de un teléfono móvil para enviar mensajes de texto mientras se camina puede competir con las tareas locomotoras, la evaluación de amenazas y los mecanismos de control del equilibrio postural, lo que conduce a un mayor riesgo de caídas accidentales en adultos jóvenes”, agregaron los investigadores e instaron a disuadir a los peatones de estas conductas a través de nuevas iniciativas educativas.
Los riesgos de usar el móvil al conducir
En el sistema del tránsito, el problema del uso del celular mientras se conduce un vehículo está generando un aumento de la siniestralidad, afirmó la licenciada Isoba.
Y explicó: “La atención que demanda la comunicación telefónica, distrae al conductor y la tensión que puede provocar el contenido de la llamada perturba su tarea de conducir, con la consecuente producción de demoras o errores en las acciones. Y esto no se soluciona con un teléfono “manos libres”. La cuestión es tener la “mente libre” de cualquier otra preocupación que no sea la conducción. Por ello, la ley de tránsito prohíbe su uso durante la conducción”.
La experta advirtió que según diversos estudios, el uso del teléfono móvil al conducir es un factor que multiplica por cuatro el riesgo de sufrir accidentes. “Mientras se habla por teléfono, aunque sea manos libres, se pierde la capacidad de concentración necesaria para conducir: no se mantiene una velocidad constante, la distancia de seguridad no es suficiente con el vehículo que circula delante y el tiempo de reacción aumenta considerablemente entre medio y dos segundos, dependiendo del conductor”, indicó la psicóloga.
Datos que aportan otros informes, comentó, apuntan a que “tras minuto y medio de hablar por el móvil (incluso manos libres) el conductor no percibe el 40% de las señales, su velocidad media baja un 12%, el ritmo cardíaco se acelera bruscamente durante la llamada y se tarda más en reaccionar”.
Además, señaló Isoba que la peligrosidad por el uso inadecuado del mismo puede llegar a ser equiparable a la conducción con exceso de alcohol.
Finalmente, la licenciada Isoba expresó: “El desafío de estos hábitos de dependencia con el celular es comprender cómo afecta a nuestras capacidades mentales y los riesgos que implican al moverse en la vía pública. Se necesita concientizar a las personas en torno a los efectos negativos de la ‘dependencia’ en el uso del teléfono celular y que las autoridades responsables controlen y limiten en la vía pública estos comportamientos para el cuidado de la vida de todos”.
La Asociación civil “Luchemos por la vida” llama a la reflexión en su portal: “Cruzar o caminar distraídos, no respetar las señales del semáforo, jugar en la calle, cruzar por cualquier parte, caminar por la calzada, cruzar con las barreras bajas, etc. son algunos de los comportamientos de riesgo que solemos actuar sin pesar en las consecuencias. Es importante pensar en los comportamientos riesgosos y cuáles son los seguros. Es importante reflexionar acerca de lo que nos motiva a arriesgarnos cada día y sobre la conveniencia de adoptar comportamientos seguros”.