Hace ya algunos años llegan a la consulta familias preocupadas por el consumo de pornografía de sus hijos. El encuentro con este tipo de material en la infancia es casual, en general, navegando o scroleando en sus APPs favoritas aparece una imagen sugestiva, sexual, que lo lleva a otra y a otra, captando su atención y desde allí comienza muchas veces una adicción.
Jorge Gutiérrez Berlinches el director de la ONG Dale una vuelta, afirmó hace poco en una entrevista a al diario digital ABC de España, sobre la adicción a la pornografía desde la infancia «Ahora es mucho más fácil acceder a la pornografía, el 90% del consumo es a través del teléfono móvil»
Según el informe Report on People. Pornography & Age Verification 2020, compartido por esta ONG española, el 75% de los padres creen que sus hijos no han visto pornografía nunca y el 50 % de los niños de 11 a 13 años han visto pornografía a través de internet.
En su Campaña Generación XXX, con la colaboración la Oficina del Parlamento Europeo en España que busca proteger a la infancia de los efectos perjudiciales como adicciones, violencia o disfunciones sexuales que provoca la nueva pornografía mainstream, afirman que solo basta con introducir la palabra “porno” en internet para que aparezcan en apenas 0,23 segundos más de 5.720.000.000 de resultados desde los que se pueden acceder a portales que ofrecen contenidos extremos de forma gratuita y accesible sin verificar la edad de los visitantes.
En su video de concientización declaran que el video con más likes, con más de 25 millones de visitas, muestra una brutal violación en grupo a la que se puede acceder en un solo click y por supuesto puede acceder un niño porque no requiere verificación de edad. En los sitios que requieren verificación de edad también basta un solo click.
La violencia erotizada a través de imágenes cada vez más crueles y cruentas hace que los niños y niñas que las consumen, no solo tengan que lidiar con la falta de mecanismo de afrontamiento y elaboración psíquica de esta forma de agresión, sino que además, cuando este tipo de consumo se convierte en problemático, dañe su integridad con secuelas que pueden acompañar a lo largo de la vida.
El estudio de Dignify, una organización sin fines de lucro que investiga el abuso sexual, habló con 4.000 niños de entre 14 y 18 años y encontró que el 22% de los estudiantes habían visto pornografía en múltiples ocasiones. De ellos, 1 de cada 5 dijo que tenía el hábito de consumir pornografía y 1 de cada 10 dijo que se sentía adicto a ella.
En la encuesta se preguntó a los jóvenes qué edad tenían cuando vieron pornografía por primera vez. La edad más joven reportada fue a los 3 años, con una edad promedio de 12 años. El intercambio de imágenes no consensuadas tuvo un resultado destacado. 1/3 de los adolescentes había recibido un vídeo o una fotografía de desnudos, o relaciones sexuales y de ellos, más de la mitad había recibido un desnudo de un extraño.
En la clínica de hoy puede verse a muchos niños y niñas con conductas sexualizadas imitativas de las imágenes de las redes sociales, de las que encuentran también en dispositivos de los adultos de su familia y de escenas que los atraviesan y no pueden procesar.
El procesamiento psíquico de aquello que no se comprende muchas veces se hace acto y se repite con otros niños, para intentar metabolizar. Otras veces se consume el mismo tipo de material para comprenderlo y porque en ello hay también un poderoso llamado libidinal. La repetición hace a la adicción.
En la adolescencia es común que estas conductas comiencen a convertirse en adicciones cuando no fueron atendidas a tiempo.
El consumo de pornografía también lleva a los niños a buscar cada vez más contenido en una espiral interminable. En esa búsqueda se encuentran con escenas de zoofilia, abusos, incesto y otro tipo de vejámenes que los lastiman y mucho, y tienen el agregado de no solo ser espectador, sino de saber que allí no hay consentimiento.
Se considera que pornografía es en muchos casos la única fuente para la formación afectivo sexual de los niños, niñas ya adolescentes, según la organización Save The Children, y esto trae aparejado problemas sexoafectivos en la vida adulta.
Los niños y niñas pueden no comprender la situación con la que están siendo impactados a través de las pantallas. Es una especie de choque contra un camión con acoplado para el psiquismo infantil y muchas veces esa emergencia no es atendida porque se desconoce.
Muchas escenas además se mal interpretan, generando desajustes y aún más confusión y desorden emocional. A partir de los 11 años el consumo comienza a ocultarse por vergüenza y temor a las represalias. En otra columna he descripto el daño que puede provocar en la salud mental el consumos de este tipo de imagenes
La adicción a la pornografía durante la infancia y/o adolescencia refiere a un patrón compulsivo de consumo de material sexual explícito que tiene consecuencias adversas en la infancia y sin intervención adecuada, impacta también en la edad adulta. Los niños y niñas que experimentan esta adicción se sienten impulsados a buscar y consumir pornografía y pierden el control sobre su comportamiento: pueden pasar horas sin darse cuenta delante de la pantalla, absortos.
La adicción a la pornografía puede tener diversos efectos que incluyen problemas en las relaciones interpersonales, pueden provocar depresión, ansiedad y baja autoestima y disminuyen la concentración, atención y motivación.
Pero además crean una narrativa acerca de la sexualidad y de los cuerpos no solo irreal sino agresiva. En muchos aparecen fragmentos de cuerpos de personas, animales y niños perforados, mutilados, amordazados, arrasados y heridos. A esto se los denomina pornogore, también pornogrind, porno goregrind o grindporn, es un microgénero del grindcore. Se diferencia de otros subgéneros por su énfasis temático en parafilias o conductas sexuales atípicas y perversas, a las que se puede acceder con facilidad.
Mis pacientes adultos, millennials, todavía recuerdan escenas que consumieron a través de las pantallas que los han traumatizado y todavía este fenómeno globalizado no se había desatado.
Existen varios estudios académicos sobre el impacto del consumo de pornografía en la infancia y la adolescencia, así como sobre la adicción a la pornografía en estas etapas de desarrollo.
Algunos evaluaron el impacto en la salud mental y el bienestar: Peter y Valkenburg (2016) y Madigan et al. (2018) han explorado la relación entre el consumo de pornografía y problemas de salud mental, como la depresión y la ansiedad, en niños y adolescentes.
Otro estudio, Braun-Courville y Rojas (2009) y Wright (2011) han examinado cómo el consumo de pornografía puede influir en la formación de la identidad sexual y en el desarrollo de actitudes y comportamientos sexuales en los jóvenes.
En diferentes estudios se encontró que el consumo de ponografía se asocia con violencia, discriminación y cosificacción sexual y adicciones.
Las intervenciones para prevenir el consumo problemático de pornografía que resultaron existosas son:
- Educación sexual integral: proporcionar educación sexual integral que incluya información precisa y apropiada para la edad sobre la pornografía, los riesgos asociados con su consumo excesivo y cómo navegar de manera saludable y segura en línea.
- Enseñar habilidades de pensamiento crítico y alfabetización mediática para ayudar a los niños y adolescentes a analizar y cuestionar los mensajes y representaciones en la pornografía, promoviendo una comprensión más realista y crítica de la sexualidad y las relaciones.
- Proporcionar un entorno seguro y de apoyo para que los niños y adolescentes puedan hablar abiertamente sobre sus experiencias, preocupaciones y preguntas relacionadas con imágenes sexuales o pornografía que puedan encontrase mientras navegan.
- Restricciones de acceso y supervisión parental: Implementar medidas de control parental y restricciones de acceso a contenido pornográfico en línea, así como supervisar y monitorear la actividad en línea de los jóvenes para ayudar a prevenir el consumo excesivo de pornografía. Aquí dejo una columna con consejos
- Apoyo grupos de pares: Facilitar el acceso a grupos de apoyo o comunidades en línea donde los jóvenes puedan conectarse con otros que enfrentan problemas similares con la pornografía, compartir experiencias y estrategias de afrontamiento, y recibir apoyo mutuo en su proceso de recuperación.
Probablemente tal como lo consideran otros países del mundo en Argentina estemos ante un problema de salud pública, la adicción a la ponografia en la infancia, a la que deberemos atender integralmente antes de que sea demasiado tarde.
*Sonia Almada: es Licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Participa como divulgadora de temáticas de infancias y juventudes en diferentes medios de comunicación. Fundó en 2003 la asociación civil Aralma desde donde impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de La niña deshilachada, sobre prevención de las violencia sexual en la infancia; Me gusta como soy, sobre prevención del acoso escolar de literatura LIJ y " La niña del campanario " una obra de no-ficción.