El nuevo informe sobre la salud mental de la población argentina realizado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) mostró resultados que encienden las alarmas: el 45,5% de los argentinos está atravesando una crisis, ya sea vital o económica, y el 9,4% de las personas están en riesgo de sufrir un trastorno mental, entre otros datos relevantes de la muestra.
El balance se llevó a cabo mediante un formulario online en los principales centros urbanos del país a fines del 2023 sobre un total de 3141 casos. Algunas de sus conclusiones fueron:
- El riesgo de trastorno mental de la población general es 9,4%, siendo éste más alto en los participantes de menor edad.
- Los niveles de sintomatología ansiosa, depresiva y riesgo suicida fueron mayores en personas más jóvenes y con un estatus socioeconómico autopercibido menor.
- El 45% de los participantes presentó alguna alteración del sueño
- El 51,71% de las personas que no realizaban tratamiento psicológico percibieron la necesidad de los mismos e informaron no tener acceso a ellos.
Según destacó el Observatorio: “La muestra presenta considerables niveles de riesgo de padecer un trastorno mental. Este riesgo es significativamente mayor, así como la sintomatología inespecífica, depresiva y ansiosa, en los participantes más jóvenes y que se autoperciben de sectores socioeconómicos bajos”. Por otro lado, la actividad física se asoció con menor sintomatología general y menor riesgo suicida”.
Resultados
Los siguientes, son los resultados de la muestra realizada, según distintos temas.
- Riesgo de padecer un trastorno mental: Los participantes debían responder sobre la presencia de sintomatología inespecífica. El resultado arrojó que el 9,4% de la muestra presentaba riesgo de padecer un trastorno mental. Además, los participantes más jóvenes presentaban mayor riesgo que los mayores y los de clase baja mayor riesgo que aquellos de clase alta.
- Crisis: El 45,50% de los participantes consideraba que se encontraba atravesando una crisis. Solamente 537 participantes informaron el tipo de crisis que padecía. De ellos, el 49% mencionó una crisis vital y el 46,2%, económica. Luego se mencionaron: familiar, de pareja, vocacional, duelo, de identidad, por violencia de diferentes tipos (familiar, género, laboral) y otros tipos. Los participantes podían elegir más de una opción.
- Ansiedad y depresión: Los participantes debían responder sobre la presencia de sintomatología ansiosa. Con respecto a las variables sociodemográficas, los más jóvenes reportaron niveles más altos ansiedad. Quienes se percibían de sectores socioeconómicos bajos presentaron significativamente mayores niveles de sintomatología ansiosa que los de sectores altos. Los mismos resultados se dieron con los síntomas de depresión.
- En cuanto al riesgo suicida, los participantes que se autopercibían de sectores socioeconómicos más bajos y los de menor edad, presentaron mayores puntajes.
- Sueño: Los participantes debían responder el Índice de Severidad del Insomnio. De acuerdo a esta medida, el 45% presentaba algún tipo de alteración del sueño. Entre quienes reportaron problemas del sueño, el 28,9% padecía dificultades para iniciarlo; el 29,6% dificultades para mantenerlo, y el 30% se despertaba antes de lo que quería (las respuestas no eran excluyentes). El factor que consideraron como principal contribuyente para el problema del sueño fueron las preocupaciones y los pensamientos nocturnos (48%).
Con respecto a las variables demográficas, las mujeres reportaron mayores niveles de dificultad para dormir, así como las personas mayores a 60 años y quienes se autodefinen de clase social baja.
- Vida sexual: Con respecto al nivel de satisfacción sexual, el 20,10 % de los 3141 participantes se encontraba muy satisfecho; el 21,50 % algo satisfecho; el 31,50 % ni satisfecho ni insatisfecho; mientras que el 14,10 % algo insatisfecho y el 12,90 % muy insatisfecho.
- Actividad física: Los resultados del estudio encontraron que los participantes de género masculino realizaban más actividad física intensa y quienes se autopercibían de clase baja tenían insuficiente actividad física. A partir de los 60 años los expertos observaron que descendía la actividad física intensa, pero se mantenía la actividad física recomendada. El estudio reveló que quienes se ejercitaban presentan menores puntajes de sintomatología psicológica general, ansiosa y depresiva.
Manejo del malestar psicológico
El malestar psicológico es el resultado de la interacción de numerosos factores. Entre ellos se destacan los factores biológicos, psicológicos y sociales. “La forma en la que interpretamos la realidad y regulamos nuestras emociones se encuentran moduladas por nuestra herencia, las experiencias tempranas y el medio social en el que nos desarrollamos”, explican en el informe.
Según el Observatorio, cuando se les preguntó a los participantes “¿Qué hace cuando experimenta malestar psicológico o tiene problemas emocionales?” las respuestas fueron: el 38,30% dialoga con amigos/as, el 31,30% practica un deporte, el 28% recurren a un profesional psicólogo/a, el 17% practica el rezo, el 14,30% toma medicación, sin especificar cuál, el 6,60% consume alcohol.
Al preguntar directamente si se encontraban en tratamiento psicológico, el 28,20% de los participantes contestó que sí. De estos participantes, el 53,97% realizaba su tratamiento psicológico en modalidad presencial mientras que el 46% lo hacía a distancia (terapia sincrónica online). De los 2282 participantes que respondieron que no, el 51,71% consideraba necesitar un tratamiento psicológico y 32,25% dijo no necesitarlo.
De quienes dijeron necesitar un tratamiento psicológico, se registraron diferentes impedimentos para acceder al mismo: no poder pagarlo, falta de tiempo; que las obras sociales o prepagas no lo cubrían; no encontrar un servicio gratuito o la preferencia por un tratamiento presencial o no poder realizar un tratamiento a distancia.
De los 3141 participantes de este estudio, el 35,60% tomaba medicación por un problema clínico (por ejemplo, hipertensión); el 14,70% para disminuir la ansiedad, el 14,40% para dormir, el 12,40% para relajarse, el 9,70% para mejorar su estado de ánimo y el 7,80% para manejar sus “nervios”. El 7,4% tomaba medicación sin receta.
En cuanto a drogas y alcohol, el 34,50% de los participantes informó consumir alcohol y el 9,70%, drogas. El 4,40% de quienes consumían alcohol, consideraba que tenía un problema con el consumo de alcohol.
Dentro de quienes tomaban drogas, la marihuana era consumida por el 86,60%, la cocaína por el 9,10%, MDMA por el 7,2%, otras drogas sintéticas por el 3,60% y el 1,6%, otras drogas de diseño. El 16,20% de quienes consumían drogas consideraba tener un problema con las drogas.
Conclusiones
El Observatorio determinó que el 9,4% de los argentinos tienen riesgo de padecer un trastorno mental. Este dato es similar al informe realizado en octubre de 2020, “lo que significa que no hemos retornado a los porcentajes previos a la pandemia, e incluso se acerca al puntaje más alto que al menor de dicho período. Sin embargo, se observa una tendencia a la disminución que podemos valorar positivamente”, dijeron los expertos del informe.
Y agregaron: “Asimismo, nuestros estudios han encontrado de manera sostenida que en nuestro país las personas con menores recursos presentan mayores puntajes en el índice de malestar global, mayores indicadores de sintomatología ansiosa y depresiva, así como también un mayor índice de riesgo suicida. Las personas que viven en la pobreza a menudo tienen acceso limitado a recursos como atención médica, terapia psicológica y medicamentos, lo que puede dificultar la gestión y tratamiento de problemas de salud mental. La pobreza puede estar asociada con el estrés crónico debido a la falta de recursos económicos, vivienda inestable, y preocupaciones constantes sobre las necesidades básicas como alimentación y vivienda. El estrés crónico puede aumentar el riesgo de trastornos de ansiedad y depresión”, destacaron.
Finalmente, manifestaron: “Nuestros estudios destacan que el estado emocional de la población argentina, especialmente de los jóvenes, segmento de la población con mayores niveles de pobreza, requiere de políticas activas de salud mental a través de la promoción de conductas saludables, el incremento del acceso a tratamientos psicológicos y el desaliento de las conductas problemáticas”.
“Una buena salud mental fortalece la capacidad de gestionar el estrés, fomenta relaciones sociales saludables y mejora la calidad de las interacciones familiares. Además, contribuye a un ambiente laboral positivo y a relaciones laborales efectivas”. Y reafirmó el lema “Sin salud mental no hay salud” que en años recientes la Organización Mundial de la Salud llamó a continuar prestando atención a la salud mental de la población.