Los términos “nervioso” y “ansioso” se suelen emplear casi como sinónimos. Sin embargo, los expertos afirman que se trata de dos conceptos muy diferentes. Mientras el primero es temporal y manejable, el otro puede interferir con la vida cotidiana y precisar de un tratamiento psicológico. Entonces, ¿cómo saber cuando el nerviosismo es normal o se trata de un trastorno de ansiedad?
Los especialistas definen al nerviosismo como una reacción que se presenta ante alguna situación relevante - por ejemplo rendir un examen, hacer una presentación en público, una reunión importante, o una boda - ante las cuales el cuerpo se activa para poder afrontarla con éxito. Esta activación se expresaría a través de los “nervios”. Por su parte, la ansiedad es una respuesta fisiológica de alarma y se debería dar ante situaciones de amenaza o cierto peligro real.
La licenciada Gabriela Martínez Castro, directora del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA), explicó a Infobae: “Los nervios son una preocupación que sufre la persona con un estado de difícil reposo. Es decir, que la persona está preocupada por un tema en especial, lo cual le genera dificultad para entrar en reposo. En cambio la ansiedad es más abarcativa, incluye los nervios y también agitación psicomotriz. Cuando la ansiedad empieza a aumentar cada vez más en su intensidad, los síntomas se van incrementando también y se puede llegar a padecer un ataque de pánico”.
Por su parte, la doctora Elsa Constanzo (MN 105.493) jefa del Servicio de Psiquiatría de Fleni explicó a Infobae, en una nota reciente, las características de la ansiedad: “Es un síntoma continuo, persistente de miedo, nerviosismo, temor o susto que cursa con síntomas físicos”. Y ¿cuál es su diferencia con el ataque de pánico?
“La diferencia radica en que la ansiedad es una sensación mientras que el ataque de pánico es un episodio de ansiedad súbito por, supuestamente, ningún desencadenante concreto, latente o presente”, respondió la especialista. Y agregó: “El ataque de pánico es una alarma que se le despierta al organismo frente a un miedo que en ese momento es irreal o inexistente pero, sin embargo, la persona no puede dominar. Obviamente, cursa con síntomas de ansiedad”.
Cómo diferenciar un estado nervioso de uno ansioso
Estas son algunas de las principales diferencias:
1. En el nerviosismo, los factores que originan el estrés son externos. En el caso de la ansiedad los factores son internos: preocupación, anticipación de eventos improbables, pensamientos catastróficos, por citar algunos.
Según la licenciada Martínez Castro: “La ansiedad implica una preocupación acerca de diferentes temáticas de la vida de la persona y se presenta con síntomas. En cambio, en los nervios la persona está muy focalizada en un tema, específicamente, con la atención, la concentración y la memoria en alta. Es decir, que está muy concentrada en la temática que la preocupa en ese momento. Puede estar inquieta físicamente, caminar, hacer chasquidos con las manos o frotarlas, movimiento de piernas o de pies, tocarse el cabello, las cejas, etc. También, por supuesto, implica tener cefaleas o migrañas tensionales, contracturas e insomnio”.
En cambio la ansiedad es más abarcativa, dice la experta e incluye los nervios y agitación psicomotriz. “Puede presentar contracturas, cefaleas tensionales, insomnio, dificultad para respirar, para concentrarse, respiración agitada, y la atención, la concentración y la memoria están muy en baja. Esto es absolutamente contrario a los nervios, la temática de preocupación en la ansiedad es generalizada. Es decir que la persona se puede preocupar por muchas temáticas de la vida. También va acompañado de taquicardia, sudoración y temblores”, expresó la psicóloga.
2. Aunque la ansiedad es un proceso mental, el cuerpo también participa y se manifiesta de manera similar que en el nerviosismo. Muchas sensaciones físicas pueden acompañar al nerviosismo, como sequedad de boca, palmas sudorosas y mareos. Los síntomas de índole corporal de la ansiedad son: inquietud o impaciencia, cansancio, dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular y alteraciones del sueño.
3. El nerviosismo tiende a desaparecer una vez que se supera la situación. Tiene una duración concreta, finaliza cuando la situación que provoca el estrés desaparece o se supera (por ejemplo, luego de rendir un examen). Sin embargo, la ansiedad tiende a prolongarse en el tiempo porque está asociada a pensamientos irracionales en torno a una idea: “La diferencia entre un estado de nervios y un estado de ansiedad es alta - indicó la psicóloga -. El estado de nervios es una inquietud, una preocupación que tiene la persona acerca de alguna temática. Es difícil que entre en reposo. Está sumamente atenta, concentrada, y memorizando la situación que lo tiene nervioso, la situación por la cual se preocupa”. Sin embargo, una vez que pasa la situación que la altera, vuelve la calma.
4. En el nerviosismo la emoción que predomina es la preocupación en torno a una situación puntual (por ejemplo, tener que rendir un examen de conducir). En la ansiedad, por su parte, la emoción que predomina es el miedo a que algo malo suceda, lo que lleva a la persona a anticipar situaciones negativas. Esto puede incluso obligar a evitar lugares o situaciones que provoquen estos síntomas incómodos. Estos sentimientos y conductas negativas de afrontamiento eventualmente comienzan a interferir con la vida diaria. Esto puede desencadenar un trastorno de ansiedad generalizada (TAG).
Las personas que sufren TAG tienen una ansiedad excesiva, que no se ajusta a la realidad y se preocupan continuamente. Un ejemplo de esta situación puede ser preocuparse por un tema económico, aunque no se tengan problemas y se esté sin deudas. La licenciada María Fernanda Echeverría, psicóloga y miembro del Departamento de Psicoterapia Cognitiva de INECO explicó, en una nota reciente a Infobae, que el trastorno de ansiedad generalizada no sólo tiene consecuencias en la salud psíquica de las personas, sino que también afecta la salud física, generando fatiga, dolores musculares, trastornos del sueño, temblores, agitación y nerviosismo, entre otros.
“Desde lo psicológico, aparecen diversos síntomas tales como la dificultad en la concentración, la irritabilidad, la anticipación a los peores resultados de una situación, la percepción de acontecimientos y situaciones como amenazantes (aunque no lo sean) y la dificultad para lidiar con situaciones de incertidumbre y para la toma de decisiones”, describió.
5. El nerviosismo se sitúa en el presente, en esa situación que lo provoca. En cambio, la ansiedad se sitúa en el futuro, en la anticipación característica del pensamiento catastrófico.
En conclusión, el nerviosismo es temporario, menos intenso, es la respuesta a algo específico, rara vez conduce a conductas de afrontamiento negativas y es manejable con autocuidado.
Por otro lado, la ansiedad es persistente y continua, más intensa y generalizada, interfiere con la vida diaria y puede requerir terapia y/o medicación. “Cuando se repiten las crisis de ansiedad son invalidantes para la vida cotidiana de la persona”, definió Martínez Castro.
La experta agregó finalmente que es importante actuar para la prevención. “Tratar de no pasar por situaciones muy estresantes y en el caso de no poder evitarlo, manejar y trabajar con los pensamientos negativos. En el 98% de los casos las personas que se anticipan negativamente a algún evento por suceder se equivocan. Otras recomendaciones importantes son hacer ejercicio y tener una alimentación saludable. Si se necesita medicación, recibirla; porque hoy en día hay medicamentos muy seguros, de vanguardia, que ayudan muchísimo”, recomendó.