La resistencia biológica a los pesticidas, las vacunas y los antibióticos, además de algunas terapias generan enormes costos para la sociedad, incluida una gran morbilidad y mortalidad.
En paralelo, también existe una necesidad de impulsar modificaciones hacia la resolución de otras problemáticas, como es la relación entre humanos y vida silvestre, con el objetivo de conservar la biodiversidad y la biosfera.
Lo cierto es que la resistencia tiene diferentes significados en distintos campos de estudio. Pero los biólogos de Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) que estudian la resistencia en el mundo natural creen que los conocimientos obtenidos de algunos de sus habitantes más pequeños podrían ayudar a identificar barreras a los cambios sociales, incluidas las necesarias para resolver los conflictos entre humanos y vida silvestre, y formular estrategias específicas para superarlas.
“Enfrentamos una costosa resistencia a los cambios sociales, como los necesarios para resolver los conflictos entre humanos y vida silvestre y conservar la biodiversidad y la biosfera. Al considerar la resistencia como una fuerza que impide el cambio de un estado a otro, sugerimos que un análisis de la resistencia biológica puede proporcionar ideas únicas y potencialmente comprobables para comprender la resistencia a los cambios sociales”, afirmaron los expertos en un artículo publicado en Evolutionary Applications.
Los biólogos han estudiado durante mucho tiempo cómo las plagas agrícolas se vuelven resistentes a los pesticidas y cómo las bacterias desarrollan lo propio frente a los antibióticos. Los investigadores de UCLA ahora han identificado varias tácticas efectivas para contrarrestar esta resistencia que podrían ayudar a los humanos a adoptar los cambios que se necesitan con urgencia.
El equipo construyó un marco de estrategias de manejo de la resistencia de origen biológico, lo que sugiere que las diferentes visiones de la resistencia pueden ayudar a identificar puntos de fricción entre los humanos y el mundo natural, y entre los humanos y sus mundos sociales.
“Aplicamos este marco para considerar cómo podría usarse para comprender la resistencia social y generar hipótesis potencialmente novedosas que pueden ser útiles para mejorar el desarrollo de estrategias para gestionar la resistencia y modular el cambio en los sistemas socioecológicos”, destacaron los expertos en el documento.
Es que la ciencia ha aprendido mucho durante décadas de investigación agrícola y biomédica sobre la resistencia biológica y el objetivo de este nuevo artículo fue identificar lecciones y pensar en su aplicación amplia. Para ello los especialistas observaron que para prevenir o controlar la resistencia, las personas deben seleccionar cuidadosamente el tratamiento que tenga menos probabilidades de ser superado por un organismo.
Estrategias frente al cambio
La primera táctica que sugirieron los científicos fue la prevención. En agricultura, esto implica plantar diversos cultivos y rotarlos para evitar el establecimiento de plagas que se alimentan de ciertas especies específicas. El mismo principio podría invocarse para prevenir conflictos entre humanos y vida silvestre, por ejemplo, no construyendo casas en hábitats de osos, escriben los autores. Donde ya existen conflictos, la vida silvestre puede ser redirigida y desalentada por diversos medios, como con contenedores de basura resistentes a los osos.
La terapia adaptativa combina una variedad de estrategias de control que reducen las plagas o patógenos sin matarlos a todos. Una aplicación social de este enfoque son los días de protección del aire, cuando se insta a la gente a no conducir porque la calidad del ambiente es particularmente mala. Esta táctica mitiga, pero no elimina por completo, la contaminación del aire procedente de los vehículos.
Aun así, la creciente resistencia de muchas bacterias a los antibióticos presenta el argumento más convincente de la íntima influencia del comportamiento humano en la evolución biológica y de la urgencia de cambiarlo. Es ampliamente conocido que el uso excesivo e inadecuado de los antibióticos deja vivas sólo a las bacterias más resistentes, lo que da lugar a poblaciones resistentes. Las personas toman antibióticos para muchas afecciones que no los requieren y, a menudo, se administran de todos modos al ganado.
Cambiar el comportamiento humano en torno al uso de antibióticos es crucial para prevenir la aparición de nuevas cepas bacterianas resistentes y restaurar la vulnerabilidad de esas poblaciones. Los autores resumieron otros estudios que demostraron cómo disuadir a los médicos de recetar antibióticos sin realizar pruebas primero para determinar la opción más eficaz y prohibir el uso de antibióticos en animales de granja sanos, como dos acciones que podrían ayudar a superar el comportamiento resistente de las bacterias.
La profesión médica también puede cambiar el objetivo del tratamiento para aliviar los síntomas en lugar de erradicar las bacterias. Esto dejaría a algunas individuales vulnerables que podrían controlarse por medios inmunológicos naturales, lo que haría menos probable que la población en su conjunto se volviera resistente.
La táctica final es implementar múltiples enfoques al mismo tiempo, como el cóctel de medicamentos utilizado para tratar el VIH y prevenir la evolución de cepas resistentes del virus. Ninguna táctica será suficiente para detener el cambio climático en seco. Para abordar esta emergencia, probablemente necesitaremos utilizar todas nuestras herramientas para lograr la rápida reducción del carbono atmosférico necesaria para estabilizar o incluso revertir el calentamiento global.
Por ejemplo, tendremos que hacer cambios en nuestros sistemas de transporte, energía y alimentación. Idealmente, serán modificaciones atractivas, como automóviles eléctricos asequibles y confiables, transporte público eléctrico conveniente y generosos subsidios para reemplazar estufas y calentadores por modelos eléctricos más eficientes.
Pero incluso este tipo de variaciones generarán cierta resistencia porque puede resultar difícil o costoso para las personas realizar grandes cambios en sus estilos de vida y rutinas. La esperanza es que relativamente pocos se resistan a los cambios en todos ellos simultáneamente, y así se reducirá el consumo neto de combustibles fósiles y energía. Incluso si hay unos pocos que se resistan a todos los cambios, suficientes personas se sumarán para hacer una diferencia. La suma de muchos pequeños cambios puede tener un impacto sustancial.
*Daniel Blumstein es el primer autor de la investigación y autor correspondiente, es biólogo evolutivo del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva, Universidad de California, Los Ángeles. La información contenida en este artículo periodístico se desprende de la investigación denominada “Lecciones biológicas para la gestión estratégica de la resistencia”, publicada en Evolutionary Applications, de la que también son autores: Norman A. Johnson, Nurit D. Katz, Samuel Kharpatin, Xochitl Ortiz-Ross, Eliseo Parra, Amanda Reshke.