Disponer de algunos días para descansar es casi obligatorio para una buena salud física y mental, y a la hora de elegir el lugar para vacacionar hay diferentes gustos. Para algunos, no hay nada mejor que el infinito horizonte azul, las olas y la arena. Para otros, el aire puro de las montañas, su vegetación y senderos escarpados son la mejor opción para disfrutar.
Más allá de los gustos personales, existen otras razones que pueden hacernos elegir un destino u otro: nuestra salud. Algunas personas se pueden beneficiar más de unas vacaciones en el mar, mientras que otras mejoran en la montaña.
La licenciada Marisol Barreiro, neuropsicóloga clínica, psicóloga, coordinadora de área de Rehabilitación y Psicología del Sanatorio San Gabriel (MP 73453/ MN 45683), expresó a Infobae: “El contacto con la naturaleza y sus colores no solo alivia algunos síntomas de depresión, sino que también aumenta la capacidad individual para estar sano, la autoestima, la conexión social y la felicidad”.
Por su parte, la licenciada Analía Tarasiewicz, psicóloga del trabajo y directora de la consultora Trabaja Mejor opinó: “En estos tiempos irse de vacaciones es todo un desafío psicoemocional. La mayoría de las personas ven al período de descanso como un punto de llegada tras un año laboral extenuante. Hay una diferencia entre relajar y vacacionar. Mientras que vacacionar puede implicar simplemente cambiar de escenario, ‘estar presente en vacaciones’ implica conexión profunda con nosotros mismos y el entorno, descanso, reflexión y renovación”.
En tanto, la doctora Alejandra Gómez, médica psicoanalista, psiquiatra, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) y magister en Psiconeurofarmacología, explicó a Infobae, en una nota reciente sobre un estudio publicado en PubMed (en 2021), la incidencia de los espacios azules y verdes como agentes desestresores y que mejoran la salud.
“Hay un interés creciente en las formas en que los entornos naturales influyen en el desarrollo y la progresión de las condiciones de salud a largo plazo. La vegetación y los cuerpos de agua, también conocidos como espacios verdes y azules, tienen el potencial de afectar la salud y el comportamiento al proporcionar lugares estéticos para la relajación, la socialización y la actividad física”, describió la doctora.
Y continuó: “Los investigadores concluyeron que en términos de intercambio, sería más favorable a la salud la conexión con espacios verdes por su efecto antiestrés, que los espacios azules como el mar, lagos, ríos, entre otros. Quizás sea un dato para elegir el lugar para vacacionar”, expresó.
“Cada sujeto podrá elegir su espacio y modalidad para vacacionar según su deseo y según sus preferencias. Se puede decir que la montaña ofrece más aislamiento e introspección en contraposición con la exposición al mar, pero la respuesta es individual”, añadió Gómez.
Según la licenciada Barreiro, “la naturaleza puede tener impactos positivos en el estado de ánimo y aspectos de la función cognitiva, incluida la memoria de trabajo, así como un efecto amortiguador sobre la ansiedad y estrés, varios estudios científicos han demostrado que estar en contacto con espacios verdes y azules generan un impacto relajante para el cerebro”.
Y añadió que la exposición a un ambiente natural puede restaurar los procesos de la corteza prefrontal en funciones como la atención selectiva, la resolución de problemas, la inhibición, y la capacidad de multitarea.
Por otro lado, la doctora Gómez citó otro estudio, publicado en la revista Nature. El estudio asegura que “vivir cerca del mundo natural, recrearse en él y sentirse psicológicamente conectado con él están asociados con una mejor salud mental, pero quedan muchas preguntas relacionadas con la exposición. La frecuencia de las visitas recreativas a espacios verdes, azules del interior y azules costeros en las últimas 4 semanas se asociaron positivamente con el bienestar y negativamente con la angustia mental”. Además, la conexión con la naturaleza en espacios verdes, se asoció con una menor probabilidad de usar medicamentos para la depresión.
“Por el contrario, las visitas al espacio interior azul se asociaron con una mayor probabilidad de usar medicamentos para la ansiedad. Los resultados resaltan los beneficios de los estudios de múltiples exposiciones, respuestas y varios países para explorar la complejidad de las asociaciones entre naturaleza y salud”, dijeron los investigadores.
Recientemente, otro estudio de la Universidad Estatal de Washington, afirmó que incluso pequeñas diferencias en la disponibilidad de espacios verdes y azules urbanos pueden estar asociadas con una mejor salud física y mental en los adultos mayores.
Publicado en la revista Health & Place, el estudio se basa en datos de encuestas de salud de más de 42.000 personas de 65 años o más que vivieron en áreas urbanas del estado de Washington entre 2011 y 2019.
En su análisis, los investigadores relacionaron los resultados de salud general y mental de los encuestados con diferentes medidas que cuantificaron el acceso a espacios verdes y azules, como bosques, parques, lagos y ríos, dentro de sus códigos postales residenciales.
“Se cree que la exposición a espacios verdes y azules podría ayudar a frenar el deterioro cognitivo”, dijo Solmaz Amiri, profesor asistente de investigación en la Facultad de Medicina de WSU e investigador del Instituto de Investigación y Educación para Avanzar en la Salud Comunitaria (REACH). “Lo que nos gustaría saber es si la exposición a espacios verdes y azules puede influir directamente en la demencia o si puede hacerlo reduciendo los problemas de salud mental que pueden conducir al deterioro cognitivo”.
Cómo elegir el lugar adecuado
Según la doctora Gómez, “el lugar ‘correcto’ es el posible en cada época y circunstancia de la vida. Habrá recomendaciones según edad, posibilidades económicas, físicas, estado de salud (padecer determinadas enfermedades, estar cerca de un centro médico, contar con cobertura de salud y acceso a compra de medicamentos, por ejemplo) en soledad o acompañado, viajes organizados o libres, el tipo de compañía, por nombrar algunas variables pero siempre será un lugar a gusto y medida, y sobre todo sin forzar posibilidades, ¡más allá de las promociones turísticas!”.
Para la licenciada Barreiro, “vivimos rodeados de tecnología, ‘pegados’ al celular y a las computadoras, y aunque estos pequeños aparatos sean una completa revolución también nos han alejado de otros placeres. Algunos científicos y los aportes de la neurociencia demuestran que nuestro cerebro no fue creado para soportar este bombardeo informativo, pudiendo provocar fatiga mental, agobio y agotamiento. Por lo que a través de sus estudios consideran que estar en la naturaleza restaura los circuitos agotados de atención y fatiga cognitiva, lo que puede ayudarnos a estar más abiertos a la creatividad y la resolución de problemas. Y estar menos irritables, lo que implicaría una mejor regulación de las emociones”.
En conclusión, según la psicóloga, “la elección depende del deseo de la persona, es una elección subjetiva, la clave está en desconectar de la rutina diaria, desintoxicarse del uso de dispositivos electrónicos, vitalizarse y conectarse con la naturaleza para generar relajación a nivel mental”.
Y agregó Barreiro: ”Las planificaciones de vacaciones no deben ser estresantes, hay que eliminar las expectativas, las mismas generan ansiedad por intentar seguir con los cumplimientos de ciertas pautas que se desean que se cumplan como las imaginamos y pensamos. Y luego no resultan, eso genera sensación de frustración y decepciones personales. Es importante entregarnos a la relajación, a disfrutar del momento, de las actividades en contacto con la naturaleza, ya sea el mar, montañas o vegetación”.
Más allá de las preferencias personales, las condiciones de radiación solar, calor, brisa y humedad que se dan cerca del mar constituyen una combinación única. Dicen los expertos que estos factores son propicios para personas que sufren determinadas alteraciones de salud: problemas respiratorios, cutáneos (eccema, dermatitis atópica o psoriasis), alergias y aquellos que tienen una salud delicada (la radiación del sol produce la formación de vitamina D, que regula la inmunidad).
Por otro lado, la altitud respecto al mar explica buena parte de los beneficios de permanecer en las montañas. El número de glóbulos rojos aumenta significativamente y las células sanguíneas transportan oxígeno de manera óptima hacia los tejidos. En consecuencia, el cuerpo experimenta un notable fortalecimiento. Las personas alérgicas o con problemas respiratorios se benefician ampliamente ya que el polen, los ácaros, el moho y otros alérgenos se reducen significativamente con la altura. Para las personas con problemas de insomnio, enfermedades cutáneas y pulmonares crónicas y recurrentes, el clima en las montañas es especialmente recomendable, dicen los expertos.
Aprender a desconectarse y disfrutar
Algunas sugerencias de la licenciada Analía Tarasiewicz son:
- Intentar la desconexión digital: evitar el uso del celular para disfrutar del momento presente y reducir distracciones.
- Evitar cansarnos de más: “Hacer mil actividades, tapar los tiempos muertos, no dejarse llevar, ir de compras... A menudo nos encontramos haciendo tareas que no hacemos durante el año, como escalar o correr en la playa, que se suman a si estamos con niños, mascotas o familiares”, afirmó Tarasiewicz.
- Buscar actividades que fluyan naturalmente y permitan disfrutar del descanso sin presiones ni obsesiones.
- Enfocar en el bienestar: priorizar la salud y el sentirse bien a través de actividades físicas, meditación o simplemente descanso.
- Reflexión y autoconciencia: “Tomarse el tiempo para evaluar nuestras necesidades y prioridades, reconociendo cuándo es preciso tomar un respiro y ajustar la rutina según sea necesario”, dijo Tarasiewicz.
- Disfrutar del presente: evitar la mentalidad de ‘capturar el momento’ constantemente a través de fotografías o redes sociales, y en su lugar, sumergirse y disfrutar plenamente de las experiencias en tiempo real.
“A la vuelta, darse tiempo para hacer el cambio de estadío, tomarse momentos reflexivos para entender qué pasó, para sentir y revivir lo bueno a través de las fotos y videos y charlas con los tuyos. Y algo muy importante: aprender a tomarnos microvacaciones diarias. Incorporar pequeños momentos de relajación y placer en la rutina diaria, como disfrutar de una comida tranquila, dar un paseo relajante, conectar con la naturaleza y la familia, amigos o pareja, o dedicar tiempo a un hobby”, finalizó la experta.