En un fugaz paso por las redes sociales se pueden ver fotos varias de amistades disfrutando del mar, de un bar en Europa, en una megafiesta o haciendo deportes extremos. Estar afuera de esas situaciones de “felicidad” puede producir un resabio de amargura y un pensamiento: “Se están divirtiendo sin mí, me la estoy ‘perdiendo’”.
Este miedo lleva el nombre de FOMO. La sigla FOMO proviene de la expresión en inglés Fear of Missing Out (“temor a perderse algo”, en castellano). Este miedo a “quedarse afuera” puede estar relacionado con salidas o eventos sociales, oportunidades laborales, relaciones o, incluso, cuestiones de la vida en general.
Para Cynthia Zaiatz, (MN 60105), jefa de Psicología del Sanatorio Modelo de Caseros, “Es algo que veo mucho en mis pacientes. El miedo a no subir una foto o no mostrar en dónde están. Se da mucho con el tema viajes. Siempre ronda la figura económica como un yate, una foto de un pasaje, entre otros. La persona que mira eso se empieza a replantear su vida y lo que está haciendo con ella a diferencia de ese otro”, reflexionó a Infobae en una nota reciente.
El licenciado en Psicología Juan Carlos Picasso, especialista en psicología familiar y medicina preventiva, director del Centro de Bienestar Integral Life Center, explicó a Infobae: “El JOMO es la libertad de poder disfrutar de lo que hacemos en cada momento sin estar pendientes de lo que hacen los demás y que a su vez responde a otro fenómeno, el FOMO que es el miedo a perderse algo, a quedarse fuera de onda, a no ser más agradable”.
Por su parte, Marcelo R. Ceberio, psicólogo, máster en Terapia Familiar por la Universidad Autónoma de Barcelona y máster en Psicoinmunoendocrinología por la Universidad Favaloro, explicó a Infobae: “El conflicto se produce porque la persona que observa la escena del amigo o del grupo de amigos desarrollando una actividad, etc., y siente que tendría que haber estado allí y no estuvo, o peor, fantasea que fue excluido y que no fue invitado, o ‘qué estoy haciendo yo acá en mi cuarto, mirando el celular’ o ‘estudiando’ o ‘jugando con mi gato’, mientras que los demás están divirtiéndose tomando una cerveza bailando y riéndose en grupo. Este trastorno lo padecen casi dos tercios del total de usuarios de las redes sociales en el mundo y es una adicción a mantenerse pendiente y dependiente de las acciones de los otros.
Pero nuevas investigaciones sugieren ahora que es posible disfrutar “perderse de algo”. Para una mejor salud mental este año, los expertos recomiendan replantear esos sentimientos de FOMO y, en su lugar, intentar pasarse a JOMO: la alegría de perderse algo. ¿Qué significa? Es también una sigla: Joy Of Missing Out, que significa “la alegría de perderse cosas”, e invita a vivir distintas experiencias sin pensar en la cantidad de likes que se obtendrán o si realmente se desea compartirlas en las redes.
FOMO, un miedo potenciado por las redes sociales
“FOMO existió antes que las redes sociales, pero simplemente no fue una parte tan destacada de nuestra experiencia”, dijo Chris Barry, profesor de psicología en la Universidad Estatal de Washington. Con la llegada de las redes sociales, fue posible ver los eventos de la vida de todos y así, dicen los expertos, aumentaron las posibilidades de compararse con los demás todo el tiempo y tal vez, sentir emociones que no son gratas.
“Es muy tóxico vivir de las redes y de la apariencia. Hay una realidad, las personas quieren pertenecer, pero es importante que al querer formar parte no olviden lo que le hace bien a cada uno”, enfatizó Zaiatz.
Las investigaciones muestran que los niveles más altos de FOMO se asocian con una menor autoestima, insomnio, una menor satisfacción con la vida y más soledad.
Según otro estudio, las notificaciones frecuentes de las aplicaciones implican cambiar de tarea repetidamente, lo que afecta el rendimiento. “Esto incide en la capacidad de atención; interrumpe el trabajo y la productividad general”, recalcó el estudio.
Según Ceberio, “El FOMO produce altos niveles de ansiedad, con el consecuente estrés y la tensión que genera el hecho de intentar estar en varios lados al mismo tiempo y no perderse nada. Muchas veces está adhesión al celular genera adicción, al estar permanentemente pendiente de las imágenes y del círculo cercano, con lo cual se producen síntomas de dolor de cabeza, palpitaciones, a veces sudoración, como parte del cuadro ansiógeno. También aparecen síntomas de insomnio, inquietud, alerta hipervigilante y rumias mentales, como forma de estar pensando y repensando a las acciones de los demás. Además, aparecen sentimientos de soledad y baja autoestima en la proyección que se ejerce sobre el entorno al sentirse excluido”.
También afecta la alimentación. “Los sentimientos de envidia y exclusión social se relacionan con malos hábitos alimentarios. Además, FOMO al promover un alto uso de las redes sociales,conduce a un estilo de vida sedentario que influye en la epidemia de obesidad en adultos jóvenes”, informó la investigación.
Un estudio determinante
El 4 de octubre de 2021 durante varias horas, Facebook, Instagram, Messenger y WhatsApp dejaron de funcionar. Atentos a esto, los científicos decidieron investigar cómo este evento repercutió en los usuarios. En los dos días posteriores al apagón, Tali Gazit, profesor asociado de Ciencias de la Información en la Universidad Bar-Ilan de Israel y su estudiante de posgrado Tal Eitan reclutaron a 571 adultos para responder a un cuestionario que evaluaba sus sentimientos sobre la experiencia.
Inicialmente, los investigadores esperaban descubrir sentimientos de estrés y FOMO, que de hecho encontraron en abundancia. Pero inesperadamente, en las preguntas abiertas opcionales, muchas personas escribieron sobre el alivio y la alegría que sentían al no estar conectados a las redes sociales y a lo que les pasaba a los demás, informó el estudio de 2023.
“Una gran cantidad de personas realmente se divirtieron y se encontraron hablando con sus parejas, encontrándose con sus amigos y haciendo cosas, cocinando, practicando deportes”, dijo Gazit.
Cómo cultivar más JOMO en la vida
La conexión social es saludable y las redes sociales, a pesar de sus muchos defectos y debilidades, proporcionan un medio para relacionarse. JOMO no se trata de evitar por completo esas conexiones o aislarse de los demás, dijo Barry. En cambio, propone tomarse intencionalmente períodos de desconexión para recargar energías. Recomendaciones:
- Hacer planes regulares para desconectarse. Gazit descubrió que las personas que intencionalmente se alejaban de las redes sociales tenían un mayor bienestar psicológico en comparación con aquellos que no lo hicieron por su cuenta, por ejemplo, cuando se les pidió que guardaran su teléfono en clase.
- Utilizar estrategias protectoras: por ejemplo, desactivar las notificaciones, establecer límites en ciertas aplicaciones o apagar el dispositivo por la noche, recomendó Barry.
- Practicar mindfulness o atención plena: “Lo único que hace esta terapia es ejercitar la conciencia de uno mismo y dejar de lado todas las cosas que no suman. Y de este modo, se podrá desterrar cada vez más la idea de que si no voy al lugar de moda, no tengo la foto para subir, no me voy a quedar afuera de nada”, explicó Zaiatz.
Mindfulness es una terapia donde la persona se centra intencionalmente en el momento actual, de un modo activo, procurando no juzgar ni valorar lo que siente o percibe.
- Utilizar las redes sociales con moderación: cultivar JOMO no significa una desconexión total de las vidas de los demás, sino ser más conscientes de cómo se usan las redes sociales y “piense en las emociones que está experimentando al ver su contenido y considere qué es beneficioso o no”, dijo Barry.
“La mayor parte del tiempo estamos muy ocupados con la vida de los demás”, dijo Gazit y propuso hacer un esfuerzo consciente por reservar tiempo para “ocuparse de la propia existencia”.
- Generar un mayor contacto con el mundo real y uno menor con el mundo virtual. Realizar actividades grupales, sin recurrir a la virtualidad.
- Colocarse en primer lugar. Cebeiro explicó: “Es importante entender que no se puede estar en todo. Valorizarse, hacer ejercicios para fortalecer la autoestima. Tratar de recoger pensamientos intrusivos y destruirlos. Pensar en el presente y no desviar la atención en el futuro o lo que van a hacer los otros”.
- Convenir actividades con amigos: es importante recuperar y valorar la experiencia de pasar un rato charlando o jugando de forma presencial. De esta forma, se podrá observar que las relaciones en vivo tienen un ritmo diferente a la velocidad de todo lo que ocurre en las redes.
- Recordar que todo el mundo se pierde algo: el mundo es demasiado amplio, rico y variado para que una sola persona lo experimente todo en su vida. “Siempre les digo a las personas que deben superar esto de sentir que su vida es aburrida por una publicación de una persona. Hay que ir a un lugar porque realmente quiero ir, no porque está de moda en redes sociales; quiero comprar algo porque me encanta no porque lo usan todos en su Instagram. Lo importante es no verse envueltos en un mundo de mentira”, concluyó Zaiatz.
- Identificar prioridades, ser selectivo con los eventos sociales y aprender a decir “no”, son otras formas de evitar el síndrome del FOMO y vivir una vida más plena y consciente.
Según Picasso: “Una adecuada salud mental se expresa en personas que desarrollaron la capacidad de demorar o renunciar a una gratificación cuando ésta afecta a su salud. El autocontrol y dominio propio son herramientas que protegen la salud de la mente y el cuerpo dado la unidad y estrecha relación que existe entre ambos.
Y agregó: “¿Cómo tener más JOMO en nuestra vida? Si bien no hay una fórmula para tener más JOMO sí podría decir que las decisiones trascendentes de la vida se toman por convicción y muy pocas veces tienen consenso. Las convicciones se dan en personas que comprenden quiénes son, valoran lo que son y tienen la capacidad de ser parte de un grupo sin renunciar a su identidad, valores y convicciones. Esto hará que se pueda disfrutar cada momento de lo que se hace sin estar pendiente de los demás”.
Apreciar y saborear la alegría de vivir el presente, ya sea con un ser querido o solo, sin pensar en lo que puedan estar haciendo los demás es, en definitiva, vivir en libertad.