En función de lo planteado por las autoras Elizabeth Pyatak y Kristine Carandang, el rediseño de estilo de vida, es un marco de intervención de la Terapia Ocupacional, que propone analizar, modificar y mejorar aspectos fundamentales de la vida cotidiana, en tanto a ocupaciones, hábitos y rutinas que mejorarán la salud y aportarán un mayor bienestar a los individuos.
“Para llevar a cabo este proceso de rediseñar el estilo de vida, es esencial conocer y considerar la historia de vida y el perfil ocupacional de cada persona. A partir de esta base, se realiza un autoanálisis metódico y profundo de la vida diaria, el cual implica reflexionar sobre cuáles de estas ocupaciones contribuyen positivamente a nuestra salud y cuáles, por el contrario, pueden tener un impacto negativo”, explicó la licenciada Adriana Fiorino, directora del Departamento de Terapia Ocupacional de Grupo INECO.
Durante este proceso de autoanálisis, también se identifican los hábitos en los que se basan dichas ocupaciones. La resolución de problemas desempeña un papel fundamental en la adaptación y modificación de las ocupaciones existentes para lograr un estilo de vida más saludable y satisfactorio. Como parte de este proceso, es indispensable, además, comprender cómo las actividades diarias ordinarias pueden generar un impacto significativo en la función, la salud y el bienestar, cuando se integran de manera regular en las rutinas durante semanas, meses o incluso años.
En función de ello, la licenciada Fiorino, subdirectora operativa de Tratamientos Interdisciplinarios de INECO, expresó: “El enfoque del rediseño de estilo de vida resalta la importancia de la autonomía, la autodeterminación y la motivación. Sabemos que, cuando las personas son capaces de diseñar activamente sus circunstancias de vida, tienen una mayor probabilidad de alcanzar sus objetivos personales de manera efectiva”.
A continuación, la profesional brindó diferentes recomendaciones útiles para rediseñar el estilo de vida:
Para comenzar a rediseñar el estilo de vida que se lleva, se debe identificar cuáles son aquellas metas y objetivos específicos que la persona busca alcanzar. Los mismos podrían estar relacionados con la salud, la actividad física, la alimentación o cualquier otro aspecto del estilo de vida.
Determinar cuáles de estas apoyan o dificultan la consecución de los objetivos que se tienen.
Estas actividades deben ser relevantes, gratificantes y apropiadas para cada persona. Numerosos estudios respaldan la idea de que las actividades que se realizan por motivación intrínseca tienden a perdurar a lo largo del tiempo en comparación con aquellas que son impuestas externamente.
La creación de rutinas y horarios puede facilitar la incorporación de nuevos hábitos en la vida diaria.
Por ejemplo: ir y/o regresar a pie del trabajo o bajarse antes del transporte público para caminar mientras se escucha música, puede tener un impacto mínimo en el bienestar en un día en particular. No obstante, cuando esta elección se convierte en un hábito o rutina, se traduce en una reducción del comportamiento sedentario y mayor exposición al aire libre. Con el tiempo, es probable que esto tenga un impacto sustancial en la salud.
Un elemento fundamental para el éxito de este enfoque es la comprensión de cómo estas actividades cotidianas, al ser incorporadas de manera rutinaria y significativa, pueden influir positivamente en la salud.
Es de suma importancia contar con el apoyo de amigos, familiares o grupos que compartan nuestros objetivos.
El cambio de hábitos lleva tiempo y esfuerzo, pero con un enfoque estratégico y el apoyo del profesional adecuado, en este caso de un terapista ocupacional, se puede rediseñar el estilo de vida de manera efectiva. En ese sentido, la Terapia Ocupacional desempeña un papel importante facilitando este proceso y ayudando a identificar y superar las diferentes barreras que puedan surgir.