A pesar de que la expectativa de vida en países desarrollados ha aumentado considerablemente en el último siglo, desde una media de 50 a 80 años, existe una importante brecha entre la longevidad y el período de vida libre de enfermedades crónicas o discapacidades, conocido como healthspan.
Según el indicador de la Organización Mundial de la Salud (OMS), un estadounidense que espera vivir hasta los 79 años podría enfrentarse a una afección grave a partir de los 63, que lo expone a una posible vida en enfermedad durante 15 años, dado que el envejecimiento es el principal factor de riesgo para el cáncer, la enfermedad cardíaca y la demencia.
Históricamente, las prácticas clínicas y la investigación biomédica se han centrado en el tratamiento de enfermedades individuales, lo cual, aunque puede prolongar la vida, no necesariamente extiende el healthspan. Pero en la última década, la medicina ha comenzado a adoptar un enfoque diferente basado en la biología del envejecimiento, un campo conocido como gerociencia.
Jay Olshansky, experto en longevidad de la Universidad de Illinois en Chicago, indicó a la revista Scientific American (edición noviembre de 2023) que el objetivo actual debería ser extender la vida sana, en lugar de simplemente prolongar la vida, y que la ralentización del envejecimiento es la herramienta para hacerlo.
La gerociencia se apoya en la comprensión de los procesos moleculares y celulares que determinan tanto la expectativa de vida como el healthspan. Se centra en el estudio del daño al ADN, el envejecimiento de las células individuales, la inflamación y las respuestas al estrés. Las variaciones naturales en estos factores son atribuidas principalmente a diferencias ambientales, mientras que los genes juegan un papel en aproximadamente el 25% de la variabilidad.
Asimismo, para evaluar la edad biológica, se toman como referencia marcadores moleculares como las modificaciones químicas del genoma.
Recomendaciones para extender el <i>healthspan</i>
De acuerdo con las pautas del American Journal of Clinical Nutrition, la estrategia para extender el healthspan es el mantenimiento preventivo. Se recomiendan chequeos regulares, mantener bajo control los niveles de colesterol, presión arterial, porcentaje de grasa corporal, masa magra y densidad ósea.
Asimismo, se aconseja una nutrición saludable, dormir bien, hacer ejercicio y mantener conexiones sociales. “La razón por la que estas cosas funcionan es porque modulan la biología del envejecimiento”, afirmó Matt Kaeberlein, director fundador del Instituto de Investigación de Longevidad y Envejecimiento Saludable de la Universidad de Washington, recientemente. Según él, una realización regular de ejercicio de intensidad baja a moderada podría proveernos de una década adicional de vida saludable.
El énfasis en el ejercicio para prolongar el healthspan también fue expuesto por un estudio dirigido por el paleoantropólogo Daniel E. Lieberman, profesor de biología evolutiva humana en la Universidad de Harvard. Su equipo propuso “la hipótesis del abuelo activo”, según la cual la continuación de la actividad física en los adultos mayores durante la edad de Piedra les ayudó a extender su período de vida saludable.
“La actividad física promueve la salud al asignar energía lejos de inversiones excesivas potencialmente dañinas en el almacenamiento de grasa y los tejidos reproductivos”, escribieron. A su vez, sugieren que este hábito estimula la asignación de energía hacia los procesos de reparación y mantenimiento de los órganos.
A pesar de la falta de una píldora o tratamiento que pueda ralentizar o revertir los efectos de los pilares del envejecimiento, el campo de la gerociencia muestra entusiasmo sobre algunas posibilidades. Entre ellas, los medicamentos senolíticos, que se dirigen a células senescentes, consideradas “zombies” debido a que, a pesar de no dividirse, persisten en el cuerpo y secretan proteínas que interfieren con la salud de otras células. Estas han sido relacionadas con la osteoartritis, el cáncer y la demencia.