El ejercicio mejora el estado muscular y cardiorrespiratorio, reduce el riesgo de caída y fractura, reduce el riesgo de padecer de hipertensión, cáncer o diabetes, previene el estrés, depresión y ansiedad. De la misma forma, se ha relacionado que hacer actividad física durante la noche ayuda a conciliar mejor el sueño.
Según un estudio de la revista académica Cureus, las actividades de intensidad moderada suelen ser las más efectivas, mientras que las de alta intensidad por la noche pueden causar problemas para dormir, por lo que la caminata es una buena opción.
Sin embargo, la investigación señaló que se necesitan más investigaciones para determinar las mejores rutinas de ejercicios. No obstante, recalcó que promover la actividad física regular puede ser un enfoque eficaz para el bienestar en general.
Una investigación de científicos japoneses, que fue publicado por Journal of Geriatric Psychiatry and Neurology, reveló que los individuos que realizaban ejercicio moderado o vigoroso por la noche no informaron diferencias en la calidad del sueño en comparación con aquellos que no hacían actividad física en las mañanas.
Estos estudios asocian una respuesta positiva del ejercicio durante las noches para conciliar el sueño, aunque la psicóloga peruana Sara Enero mencionó que todo depende de cada individuo.
“Hay algunas personas que les gusta hacer ejercicio antes de dormir porque eso les ayuda a sacar toda la energía y así, tener sueños placenteros. Aunque, recordemos que hacer ejercicio libera endorfina, por lo que otros se sienten más activos luego de correr o ir al gimnasio”, declaró la experta a Infobae.
La especialista mencionó que si las actividades físicas son en la noche se debe tener un patrón establecido y lo preferible es que se efectúen con dos horas antes de ir a la cama. “Si yo me acuesto a las 10 p. m., lo preferible es hacer ejercicios dos horas antes de dormir”, recalcó.
¿Qué ejercicios hacer por las noches?
Con base en su experiencia, Enero señaló que una actividad recomendable es el yoga o la meditación. “Estas actividades contribuyen a una mejor concentración, coordinación, relajación y respiración de nuestro cuerpo. Te recarga de energías para levantarte al día siguiente con mucha motivación. Además, reducen la presión arterial y cardiaca”, mencionó.
¿Por qué es importante dormir bien?
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos recomienda que los adultos deberían dormir más de 7 horas. Tener un sueño placentero ayuda a reducir la frecuencia de enfermedades cardiovasculares, mantener un peso saludable, disminuye el estrés, aumenta la productividad en tus estudios y trabajos y mejora el estado de ánimo.
La entidad mencionó que “también es relevante que el sueño sea de buena calidad y que tengas un horario constante y habitual para dormir, de modo que te sientas descansado cuando despiertes”.
La institución mencionó que si tienes problemas para dormir lo mejor es hablar con un especialista. “Es posible que necesites hacerte pruebas para ver si tienes un trastorno del sueño o que necesites tratamiento”, añadió.
Beneficios del ejercicio físico, según la hora
Una reciente publicación de la revista Obesity, de la Sociedad de Obesidad (TOS por su sigla en inglés) halló que las primeras horas de la mañana son ideales para mejorar la asociación entre la actividad física y la obesidad.
“La actividad física de moderada a vigorosa (MVPA) protege contra la obesidad. Sin embargo, el momento óptimo del día para realizar MVPA para controlar el peso es controvertido -reconocieron los autores del trabajo en la publicación de sus conclusiones-. Este estudio investigó la influencia del patrón diurno de MVPA en la asociación entre MVPA y la obesidad”.
El reciente estudio, publicado en Diabetology, la revista de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD), encontró a su vez que quienes ejecutan actividad física al final del día, que tienen una menor resistencia a la insulina y, por lo tanto, un mejor control del azúcar en la sangre. La actividad física matutina no ofreció ventajas, concluyó la investigación del doctor Jeroen van der Velde y sus colegas del Departamento de Epidemiología Clínica del Centro Médico de la Universidad de Leiden, en Países Bajos.