Las neurociencias cognitivas intentan comprender las bases neurobiológicas de los procesos mentales y entender cómo estos influyen en la conducta. El conocimiento sobre cómo funciona el cerebro y cómo toman decisiones las personas puede ser de gran utilidad en los planes de alimentación sana y en los tratamientos.
“Existen evidencias de que ciertos circuitos cerebrales son disparadores del impulso de alimentación. Dicho de otra manera, comemos por razones mucho más profundas de las que creemos. Es por ello que son necesarios los conocimientos sobre los mecanismos cognitivos que se asocian con estas características, con la finalidad de lograr un cambio de conducta eficaz”, comentó la Licenciada Sol Vilaro (MN 5647), directora del departamento de Nutrición de INECO.
Las funciones cognitivas, tales como la atención, la memoria, la percepción, entre otras, se ven involucradas continuamente en lo que respecta a la alimentación. La atención puede dirigirse, pero también puede dispersarse automáticamente.
En ese sentido, la profesional de INECO afirmó: “Todos los días nos encontramos expuestos a centenares de estímulos relacionados con la comida que disparan automáticamente nuestra atención y promueven respuestas impulsivas. Por ejemplo, el hecho de realizar la compra de un alimento que no teníamos pensado”. Y agregó: “La atención suele dispararse automáticamente frente a aquellas características de las comidas que están más relacionadas con el placer”.
La percepción es la interpretación que hace nuestro cerebro de la información proveniente de los sentidos. Por ejemplo, cuando los alimentos se encuentran expuestos en platos o boles más grandes, se suele percibir que esas porciones son más chicas, por lo cual los platos más grandes aumentan el consumo de los alimentos.
A continuación, la licenciada Sol Vilaro brindó diferentes recomendaciones que pueden ser de utilidad para organizar la alimentación, teniendo en cuenta los pensamientos y las emociones que influyen en la manera de ingerir alimentos:
Es recomendable intentar comer en 20 minutos para lograr un registro de lo que se consume, prestando atención a la sensación de saciedad. Además, es importante evitar en la medida de lo posible realizar otras actividades, como por ejemplo: mirar la televisión, usar el celular, trabajar, etcétera.
Para lograr controlar las porciones que se consumen, es útil servirse en el plato y llevarlo a la mesa, en lugar de trasladar la fuente de comida. Esto evitará que se ingiera comida de más únicamente por tenerla a la vista.
La presentación de comida segmentada en unidades pequeñas y colocada en platos pequeños aumenta la sensación de saciedad. Es por ello que un plato con múltiples pequeñas porciones, por ejemplo albóndigas, aumenta la saciedad en comparación con la misma cantidad en una única porción, como podría ser un medallón de carne.
La cognición social hace referencia a cómo se procesa la información que proviene de otros y cómo esto afecta la conducta. Por ejemplo, la cantidad de personas con las cuales está una persona mientras come aumenta la ingesta. Cuando se permanece al momento de la alimentación junto a amigos o familiares, se consume más comida, lo cual también se relaciona con un mayor tiempo de exposición frente a la misma.
Dado que solemos ingerir aquellos alimentos que tenemos a nuestro alcance y el deseo de comer aparece debido a que la comida está cerca, es de suma importancia, tal como se mencionó anteriormente, identificar qué alimentos se van a consumir y delimitar la porción, especialmente en el caso de la asistencia a eventos sociales.
Es esencial comprender que los tratamientos vinculados con el control de peso deben ser abordados por equipos interdisciplinarios, teniendo en cuenta no solo la actividad física y el plan de alimentación sino también los pensamientos y las emociones que se ponen en juego y que influyen en la manera de alimentarse.