La hepatitis C es una inflamación del hígado causada por el virus de la hepatitis C que suele conducir a un daño hepático grave.
Este virus puede causar hepatitis aguda o crónica, cuyas manifestaciones pueden ser leves pero también pueden revestir gravedad, cronificarse y provocar cirrosis y cáncer hepático.
El virus de la hepatitis C se transmite a través de la sangre. La mayoría de las infecciones se producen por exposición a sangre infectada cuando como consecuencia de las prácticas de inyección o de atención de salud poco seguras, las transfusiones de sangre sin analizar, el consumo de drogas inyectables y las prácticas sexuales que conllevan contacto con sangre.
Hasta hace poco, el tratamiento de la hepatitis C requería inyecciones semanales y medicamentos orales que muchas personas infectadas por el VHC no podían tomar debido a otros problemas de salud o a efectos secundarios inaceptables.
Eso está cambiando. En la actualidad, el virus de la hepatitis C crónico suele curarse con medicamentos orales que se toman todos los días durante dos a seis meses.
A continuación, Infobae recopiló las cinco claves brindadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud de la Nación de esta enfermedad silenciosa para prevenirla, detectarla, cambiar los factores de riesgo, diagnosticarla a tiempo y tratarla.
1-Incidencia
Se cree que hay 58 millones de personas con infección crónica por el virus de la hepatitis C en el mundo y que, cada año, se producen alrededor de 1,5 millones de nuevas infecciones. Según los cálculos, 3,2 millones de adolescentes y niños están infectados de forma crónica por este virus.
La OMS ha calculado que en 2019 fallecieron cerca de 290.000 personas debido a la hepatitis C, sobre todo por cirrosis y carcinoma hepatocelular (cáncer primario de hígado).
2-Transmisión y prevención
La Hepatitis C se transmite por contacto directo con sangre infectada:
-Al compartir agujas, jeringas, canutos o elementos cortopunzantes con personas infectadas.
-Al hacerse un tatuaje o piercing con material no descartable o debidamente esterilizado.
-Al tener relaciones sexuales sin preservativo u otro método de barrera.
Las personas que recibieron transfusiones antes del año 1994 también pudieron haber estado expuestas al virus, ya que se desconocía en ese momento. También existe la transmisión durante el embarazo, aunque es una vía poco frecuente. La hepatitis C no se transmite a través de la leche materna, los alimentos o el agua, ni por el contacto ocasional (por ejemplo, a través de abrazos o besos) o por compartir comidas o bebidas con una persona infectada.
Al momento no se dispone de una vacuna para prevenir la infección por Hepatitis C. Se debe evitar el contacto directo con la sangre de otras personas, no compartir cepillos de dientes ni otros artículos personales como agujas, máquinas de afeitar, etc.
Es fundamental el uso de un método de barrera como el preservativo, campos de látex, guantes o dediles en todas las relaciones sexuales (anales, orales y vaginales) es la medida más efectiva para prevenir la Hepatitis C y cualquier infección de transmisión sexual. Es importante exigir el uso de materiales esterilizados para la realización de un tatuaje o piercing, o ante cualquier procedimiento médico invasivo y/o estético.
3-Síntomas
En una infección aguda, los síntomas pueden aparecer de 2 semanas a 6 meses después de haber tenido contacto con el virus. Los síntomas de la Hepatitis C crónica pueden tardar hasta 30 años en manifestarse, y el daño al hígado suele ser silencioso durante este tiempo.
Los síntomas de la hepatitis C pueden incluir: cansancio, fatiga (astenia), náuseas o vómitos, fiebre y escalofríos, orina de color oscuro y materia fecal de color más claro. También coloración amarilla en la piel y mucosas (ictericia), problemas de coagulación de la sangre, vómitos de sangre o materia fecal negra (sangrado digestivo), distensión abdominal con líquido dentro del abdomen (ascitis).
4-Diagnóstico
Puesto que las nuevas infecciones por el virus de la hepatitis C no suelen causar síntomas, los nuevos casos se diagnostican poco si son recientes. En cuanto a la infección crónica, a menudo se queda también sin diagnosticar porque se mantiene asintomática durante décadas, hasta que aparecen síntomas secundarios al daño hepático grave. La infección por el virus de la hepatitis C se diagnostica en dos etapas:
-La detección de anticuerpos contra el virus mediante una prueba serológica revela la infección.
-Si dicha prueba de anticuerpos da positivo, se efectúa otra prueba para detectar el ácido ribonucleico (ARN) del virus a fin de confirmar la infección crónica y la necesidad de tratamiento. Esta prueba es importante porque alrededor del 30% de los infectados eliminan espontáneamente el virus mediante una potente respuesta inmunitaria sin necesidad de tratamiento, pero seguirán dando positivo en la prueba de detección de anticuerpos. La prueba de detección del ARN del virus de la hepatitis C se puede hacer en un laboratorio o con un sencillo aparato en el lugar donde se atiende al paciente.
Se están ultimando pruebas de diagnóstico innovadoras, como la que detecta el antígeno central del virus, que permitirán diagnosticar la infección activa en un solo paso.
Una vez diagnosticada una infección crónica por el virus de la hepatitis C, se deberá evaluar la magnitud del daño hepático (fibrosis y cirrosis) mediante biopsia hepática o diversas pruebas no invasivas. Las lesiones hepáticas servirán para orientar las decisiones terapéuticas y clínicas.
El diagnóstico precoz puede prevenir problemas de salud derivados de la infección y evitar la transmisión del virus. La OMS recomienda someter a pruebas a las personas que puedan correr más riesgo de infectarse.
En los lugares donde hay una seroprevalencia elevada de anticuerpos contra el virus de la hepatitis C en la población general (que se puede definir como más del 2% o más del 5%), la OMS recomienda también realizar pruebas de detección a los donantes de sangre y pruebas específicas o dirigidas a determinados grupos de mayor riesgo, como los inmigrantes procedentes de regiones endémicas, los trabajadores de la salud, las personas que consumen drogas inyectables, los reclusos y otras personas que se encuentren en lugares cerrados, los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, los profesionales del sexo y las personas infectadas por el VIH.
Asimismo, la OMS recomienda ofrecer a todos los adultos la posibilidad de hacerse pruebas de detección del virus de la hepatitis C y vincularlas a los servicios de prevención, atención y tratamiento.
De los 37,7 millones de personas que, según las estimaciones, están infectadas por el VIH en el mundo, unos 2,3 millones (el 6,2%) han dado positivo en una prueba serológica de infección por el virus de la hepatitis C, pasada o actual. En todo el mundo, las hepatopatías crónicas son una causa de gran morbimortalidad entre las personas infectadas por el VIH.
5-Tratamiento
La Hepatitis C se puede curar. En los últimos años aparecieron nuevos medicamentos antivirales que permiten tratamientos cortos (8 o 12 semanas). El tratamiento de la Hepatitis C es universal, seguro y efectivo en el 95% de los casos. Los antivíricos de acción directa pueden curar más del 95% de los casos de esta infección, pero el acceso al diagnóstico y el tratamiento es escaso.
Los tratamientos orales con estos fármacos tienen pocos o ningún efecto secundario, curan a la mayor parte de los infectados y son breves (normalmente, de 12 a 24 semanas, dependiendo de la ausencia o presencia de cirrosis). En 2022, la OMS emitió nuevas recomendaciones para el tratamiento de los niños y los adolescentes con los mismos antivíricos de acción directa pangenotípicos que se prescriben a los adultos.
En 2023, la OMS se ha escogido el lema «Una vida, un hígado» a fin de ilustrar la importancia de este órgano para mantenerse sano y la necesidad de ampliar la prevención, las pruebas y el tratamiento de las hepatitis víricas con miras a prevenir las enfermedades hepáticas y alcanzar la meta de eliminación de las hepatitis fijada para 2030.