La acumulación de grasa corporal no es solo una preocupación estética, ya que, en algunos casos, puede representar un riesgo significativo para la salud. ¿Por qué? Porque puede ser un signo precursor de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y diabetes, entre otras cosas.
Es que la grasa corporal, en condiciones moderadas, cumple funciones vitales para el organismo, como por ejemplo proteger las articulaciones, almacenar vitaminas, regular la temperatura corporal y ser una fuente de energía.
Sin embargo, si una persona no es activa físicamente, la grasa tiende a acumularse en el abdomen y, a medida que pasan los años, la masa muscular puede disminuir, generando una dinámica nociva para la salud. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “el sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial. Desde 1975, la obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo”.
Para los expertos de Mayo Clinic, una dieta equilibrada es esencial para combatir la acumulación de grasa abdominal. Esto significa centrarse en alimentos de origen vegetal, como frutas, verduras y granos integrales. Además, es crucial optar por proteínas magras como el pescado, y limitar las carnes procesadas y las grasas saturadas presentes en productos como el queso y la mantequilla.
En tanto, de acuerdo a Mayo Clinic, es fundamental ser consciente del tamaño de las porciones. A veces, incluso los alimentos más saludables pueden contribuir al aumento de peso si se consumen en exceso. También es esencial reemplazar las bebidas azucaradas por opciones más saludables, como el agua o bebidas sin azúcares añadidos.
Por supuesto, no hay que olvidar la importancia del ejercicio. Los niveles recomendables consisten en, al menos, 150 minutos semanales de actividad física moderada o 75 minutos semanales de actividad física vigorosa o intensa, según las pautas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El Índice de Masa Corporal (IMC) es una métrica ampliamente utilizada para estimar la cantidad de grasa en los individuos. Bajo estos preceptos, hay un fuerte cuestionamiento sobre el uso exclusivo del IMC dentro de la comunidad médica. Durante su última reunión anual, la Asociación Médica Estadounidense adoptó una nueva política sobre cómo puede utilizarse el índice como medida en medicina. La prestigiosa asociación, que publica la revista de medicina JAMA, pidió a los profesionales de la salud que resten importancia al papel del índice de masa corporal en la práctica clínica.
Esa métrica se había desarrollado para estimar un peso corporal normal en función de la estatura de un individuo, teniendo en cuenta que las personas más altas tienden a pesar más. En la década de 1990, la OMS lo adoptó como índice oficial de tamizaje de la obesidad.
Se lo tuvo en cuenta porque hubo investigaciones que habían demostrado sistemáticamente que el índice de masa corporal en la población está estrechamente relacionado con el porcentaje de grasa corporal y el riesgo de padecer enfermedades graves. Al ser fácil de medir y barato, su incorporación en los consultorios médicos fue sencilla.
Sin embargo, aunque el índice puede tener fuertes correlaciones con la cantidad de peso corporal compuesta por la grasa corporal en estudios de grandes grupos de personas, no mide directamente la grasa corporal de un individuo. Es decir que personas con el mismo índice pueden tener un porcentaje de grasa corporal sustancialmente diferente en función de diversos factores como la edad, la masa muscular, el sexo y la etnia.
En la misma línea, recientemente, en la reunión anual de la Sociedad de Endocrinología, se presentó un estudio que reveló que el índice de masa corporal pasa por alto muchos casos de obesidad. Los investigadores analizaron los datos de casi 10.000 adultos estadounidenses, recopilados entre 2011 y 2018, y descubrieron que casi el 36% tenía obesidad, según el IMC. Pero cuando se utilizó una medida diferente, como el porcentaje de grasa corporal de las persona, se encontró que el 74% de los participantes tenía obesidad.
“El mensaje principal es que subestimamos enormemente la prevalencia de la obesidad utilizando el índice de masa corporal. Hay muchas personas con un IMC normal que siguen padeciendo obesidad”, afirmó el doctor Aayush Visaria, residente de medicina interna de la Facultad de Medicina Robert Wood Johnson de Rutgers, que dirigió el estudio.
Anteriormente, consultado por Infobae el doctor Marcos Mayer, médico especialista en nutrición e investigador en Salud del Conicet, comentó que la política sugerida por la Asociación Médica Estadounidense “no implica que tengamos que descartar al índice de masa corporal. Por el contrario, cuando se lo utiliza en conjunto con otras determinaciones, continúa siendo una herramienta útil, aunque incompleta”.
De hecho, aclaró Mayer, la Asociación no plantea la eliminación del índice sino que “alerta sobre la importancia de no basar la conducta médica exclusivamente en la relación entre el peso y la talla”. Es decir, recomienda que se use el IMC siempre en conjunto con otras determinaciones del riesgo de los pacientes.
Para las personas que tengan dudas o preocupación en relación al peso, el experto recomendó “consultar a un profesional de la nutrición (ya sea licenciado en nutrición o médico especialista)”. En el momento del diagnóstico, no sólo se debería tener en cuenta el peso corporal, sino principalmente la distribución de la grasa corporal y las posibles complicaciones asociadas.
“También resulta de utilidad que las personas midan al menos una vez su circunferencia de cintura, que es un parámetro que se relaciona fuertemente con la cantidad de grasa localizada a nivel abdominal. Ese tipo de grasa es la que afecta en mayor medida a la salud humana”, subrayó Mayer.