Si yo le pregunto a un paciente, qué actividad va a hacer y me responde: “Voy a salir a correr 60 minutos, cuatro veces por semana”. Es obvio que la siguiente consulta sea: “¿Hace cuánto que no corre?”. Debo decirle que, en muchas oportunidades, la respuesta es, con algo de duda: “Bueno, hace 14 años”.
Si esta charla, en algún momento, la tuvo con su médico, le voy a ser honesto. Es persona no está en condiciones de correr 60 minutos. Incluso, quizá no esté condiciones de correr ni una cuadra. Con estas metas, en realidad está sobrevalorando sus habilidades.
Le pongo otro ejemplo. Yo voy a hacer estricto, pero muy estricto y digo “no como nunca más una empanada, nunca más una pizza, nunca más”. La verdad que esta afirmación dura muy poco. Es que, en resumidas cuentas, se trata de una persona que no está capacitada para hacer ese esfuerzo o lo va a hacer por muy poco tiempo.
Incluso, se le puede sumar un aspecto más: además ignora que no está capacitada, y esto es una doble carga. A esto me refiero cuando le hablo de un sesgo del pensamiento. Un comportamiento que todos podemos tener.
Es creer que podemos hacer algo más de lo que en realidad podemos hacer o, a fin de cuentas, ignorar lo que podemos realizar. Ahora, tras decirle estas cosas, también existe un rasgo positivo.
La buena noticia es que, si uno es capacitado en la dificultad que tiene, uno puede mejorar. Pero si nadie le dice “che, mirá que a vos no te están saliendo las cosas”, esa persona va a seguir siendo la misma.
Lo cierto, también, es que uno puede más de lo cree. De eso hablamos en otro encuentro. En ese momento yo le recordé cuando me había fracturé la muñeca y tuve un yeso como 40 días. Al realizar la rehabilitación, porque cuando me lo saqué la muñeca era de madera, creí que nunca más la iba a poder doblar. Y fue durante uno de esos días que pasó el traumatólogo que me había operado y me dijo: “El ejercicio empieza cuando creés que no podés más”. Y en la vida pasa lo mismo.
Y en este punto, la resiliencia también se presenta como un factor esencial ante algunos hechos que se nos presentan adversos. No es la primera vez que le hablo de esta palabra que podría surgir de una simple pregunta: ¿Cómo reacciono cuando algo no sale según lo esperado?
Nuestra conducta como seres humanos, cuando las cosas no salen como deseamos, son similares a los 8.000 millones de habitantes que coexisten en este planeta. Es un factor que nos une y nos hace similares porque, al fin y al cabo, hay ocasiones en las que nos va bien y otras en las que nos va mal.
¿Cuál es la respuesta ante esta situación? Persistir en el empeño hasta que finalmente lo logre dominar. Esto está relacionado con la motivación y la capacidad de superación, las cuales son necesarias para seguir adelante a pesar de los desafíos iniciales.
Y si no es así, me relajo, aflojo los hombros y acepto que hay aspectos en los que no tendré éxito. Soy un ser humano y, como tal, no soy perfecto. Encontrarás una gran paz si te relajas y dices: “Bueno, soy bueno en esto, pero eso no implica que sea bueno en todo”.
Pero si usted, cada vez que le pregunta alguna persona conocida como está, le dice, “estoy en mi mejor momento”. Lo más probable es que sea un mediocre, porque los mediocres están siempre en su mejor momento.
*El doctor Alberto Cormillot es un reconocido médico argentino especialista en obesidad, educador para la salud, escritor y conferencista. Fundó y dirige la Clínica de Nutrición y Salud que lleva su nombre, Dieta Club, la Fundación ALCO (Anónimos Luchadores Contra la Obesidad) y el Instituto Argentino de Nutrición, desde donde asesora a industrias para la elaboración de productos dietéticos y saludables.
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