El abuso, la violencia y la explotación sexual de bebés, niños, niñas y adolescentes, en cualquiera de las diferentes formas en que se produzcan, constituye la manifestación más atroz de la violencia ejercida contra las infancias.
Aquellos que trabajamos con los sobrevivientes de violencia sexual, sean bebés, niños, adolescentes o adultos (cuando lo recuerdan y relatan, quizá por primera vez al momento de la consulta), sabemos que estamos ante un dolor sin igual. Un dolor que no parece prescribir a pesar de las múltiples elaboraciones a las que sometemos el hecho.
Los psicoanalistas lo hacemos a través de la palabra, tendiendo un puente entre el hecho traumático, reprimido, sepultado. Cuando una experiencia es tan abrumadora que la mente no puede procesarla, es apartada de la consciencia. El trauma no resuelto se manifiesta en síntomas como ansiedad, depresión, pesadillas, flashbacks y otros trastornos emocionales o comportamentales. El objetivo es que el paciente pueda procesar las experiencias traumáticas, permitiendo que los sentimientos reprimidos sean expresados y comprendidos en un contexto de seguridad que es el dispositivo terapéutico.
A medida que el paciente trabaja con el trauma, se busca la construcción de un significado y una narrativa que integren las experiencias pasadas y permitan una resolución emocional.
El sobreviviente busca la dignidad que él o los pederastas le robaron, intenta salir de la humillación a la que lo sometieron, busca una nueva posición subjetiva ante el crimen del que fue víctima.
Al principio, cuando el hecho ocurre no hay palabras, solo una energía desmedida que ahoga al sujeto infantil y lo deja en silencio. Paralizado por la violencia y muchas veces enmudecido por la amenaza y el secreto: “No se los cuentes a nadie”, “La culpa es tuya” “Esto es un amor especial”, “Esto es entre vos, yo y Dios” son algunas de las frases que recuerdan con angustia y dolor.
El sobreviviente lucha por salir del infierno y contar su verdad. Aunque a veces solo pueda hacerlo desde el comportamiento, los síntomas y síndromes que hablan por él. Cuando logra dar con un confidente, se libera en parte. Algo de ese dolor descansa, pero aparece la vergüenza de pensarse culpable de haber provocado el crimen. Pasarán muchos años para que asimile la tragedia y la haga parte de su ser.
La violencia sexual no es cualquier crimen, se trata de un crimen especial que atañe a una víctima especial, un bebé, un niño, una niña o un adolescente y no puede tratarse igual que cualquier delito. Porque si bien hay un robo, el de la inocencia, se trata de un asesinato psíquico. Este crimen, a diferencia de otros, deja secuelas muy difíciles de reparar.
Se trata de una experiencia extremadamente dañina que invade el mundo de la víctima y erosiona algunos aspectos internos. Estos están relacionados con la personalidad, con el carácter y concretamente con la identidad. El acontecimiento provoca un desorden interno en especial problemático cuando el daño es ejercido por cuidadores o figuras representativas afectivamente para la víctima y trae consigo una continua y profunda sensación de desamparo y vacío.
La existencia cronificada (a lo largo de un período de tiempo) de acontecimientos dañinos interrumpe el normal desarrollo de la subjetividad. La víctima pierde la consistencia interna necesaria para desarrollarse y enfrentarse al mundo. Muchas veces sus conductas y emociones, producto de este estrago, no lo ayudan al enfrentamiento de la vida.
La violencia sexual ha sido definida por distintos organismos y cortes internacionales como una forma de tortura, debido a las graves consecuencias que esta conducta tiene sobre las víctimas. Este estándar internacional implica la imposición de obligaciones especiales para los Estados, las cuales deben ser cumplidas en los procesos internos, tanto penales como investigativos, con el fin de proteger cabalmente los derechos humanos de las víctimas a la luz del derecho internacional de los derechos humanos.
Cifras en el mundo
La violencia sexual contra los bebes, niños, niñas y adolescentes se encuentra invisibilizada y algunas de sus prácticas naturalizadas en el mundo.
A tal punto que el último informe índice “Fuera de las sombras”, elaborado por The Economist Impact, revela que alrededor de 400 millones de bebés, niños, niñas y adolescentes son explotados y abusados sexualmente por día en el mundo.
En Argentina, según datos recientes del Ministerio de Justicia, se registraron 14.424 niños, niñas y adolescentes (NNyA) víctimas de violencia sexual entre 2017 y 2022, lo que supone un aumento del 126% en el número de denuncias. Los NNyA representan el 58% del total de víctimas de abuso sexual del país. Estas estadísticas solo hablan de la pequeña proporción de personas que logra denunciar.
Según un informe sobre violencia sexual en América Latina y el Caribe, realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), sólo el 5% de las víctimas realizan una denuncia judicial.
En Latinoamérica, 58% de las niñas, niños y adolescentes padecen violencia sexual, según el Observatorio de Igualdad de género de América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el 85% de los casos el agresor es una persona del entorno cercano.
En Argentina desde 2017 a enero 2023 en la línea 137 se registraron 4912 casos de niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual. El 77,6% eran niñas.
Sobre el índice Fuera de las sombras
Se trata de un análisis mundial de las leyes, las políticas y los servicios de los que deben disponer los gobiernos para prevenir y responder a la explotación y el abuso sexual contra bebés, niños, niñas y adolescentes. Cubre 60 países de todo el mundo, en los que reside aproximadamente el 85% de NNyA del mundo.
El índice lo encargó la organización Ignite Philanthropy y lo elaboró Economist Impact, la división de investigación y análisis de políticas de The Economist Group.
Este informe arrojó que Argentina se encuentra en el puesto 50 a nivel mundial y última en América Latina con respecto a la prevención y la respuesta a la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes. Esto significa que Argentina se encuentra entre los países peor clasificados, tanto a nivel mundial como en América Latina, con respecto a su desempeño a la hora de prevenir y dar respuesta a la violencia sexual.
Según el Índice, existen otras brechas en la legislación penal de Argentina en relación con la explotación y el abuso sexuales de NNyA. Al contrario que los vecinos regionales, Colombia, El Salvador, Perú y Venezuela, Argentina no ha eliminado los plazos de prescripción para los casos de violencia sexual contra NNA. Sin embargo, actualmente se instaló el debate sobre la eliminación total de la prescripción en Argentina que erupcionó a partir del caso de Lucas Benvenutto, quien denunció ante la justicia abusos sexuales padecidos en el pasado y su causa prescribió para la acción penal. Desde allí se presentaron más de 9 proyectos para debatir la no-prescripción de estos delitos.
Con respecto a esto, decenas de gobiernos en todo el mundo han creado comisiones de la verdad independientes para investigar la violencia sexual padecida en la infancia y adolescencia en diversos entornos. Es una respuesta cada vez más estándar por parte del Estado para intentar dar solución al problema social, cultural e institucional, y ha sido encabezada por los ejemplos de Canadá, Irlanda, Francia y Australia.
Por considerar que la violencia sexual es un grave problema de salud pública es que ARALMA junto con la Fundación Breeze of Hope convoca a toda la sociedad a sumarse a una campaña que es un llamado a unir fuerzas para generar conciencia, educar y promover acciones concretas que contribuyan a prevenir y erradicar la violencia sexual contra bebés, niñas, niños y adolescentes. En Bolivia, Chile, Honduras y Perú, con el Hashtag #YoMeUnoAl9deAgosto, la campaña tiene como objetivo sensibilizar a la sociedad sobre los efectos devastadores de la violencia sexual en niñas, niños y adolescentes, así como fomentar la prevención y el apoyo a las víctimas y hacer conocer las propuestas legislativas existentes.
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