El ahogamiento es una tragedia prevenible que puede ocurrir en cualquier momento y lugar. Cualquier persona, y en especial los niños, con solo estar cerca de un medio líquido y en una condición propicia, puede enfrentarse a un peligro, por distracción o accidente.
Cuando una persona se ahoga, lo que ocurre es una dificultad respiratoria por sumersión o inmersión en un líquido, que puede producir desde discapacidad hasta la muerte. La edad es uno de los principales factores de riesgo, vinculado generalmente al lapso de tiempo en que no se le presta atención supervisada a un niño. Los menores de 5 años suelen presentar los mayores índices de mortalidad por ahogamiento en todo el mundo.
En el Día Mundial para la Prevención de los Ahogamientos, el Comité Nacional de Prevención de Lesiones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) destacó datos preocupantes sobre el ahogamiento: cada tres días un niño o adolescente muere ahogado en nuestro país y los especialistas señalan que estos números representan solo una pequeña parte del total de afectados, ya que únicamente se contabilizan los casos mortales.
En Estados Unidos, el ahogamiento es la principal causa de muerte por lesiones no intencionales para niños de 1 a 4 años y la segunda causa principal de muerte por lesiones no intencionales para niños de 5 a 14 años, después de los accidentes automovilísticos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos.
En Argentina, los últimos datos disponibles del Ministerio de Salud de la Nación son estadísticas de 2021 y muestran que ese año se registraron 281 muertes por esta causa, de las cuales108 correspondieron a menores de 19 años. Esto implica una persona cada 31 horas, y un menor de 19 años cada tres días.
Si bien el ahogamiento no siempre conduce a la muerte, pero sus consecuencias pueden ser graves tanto para el paciente como para su familia y el sistema de salud. Cualquier persona puede ahogarse en apenas 10 centímetros de líquido si fallan los sistemas de alerta que nos permiten reaccionar y no pueden liberarse las vías aéreas del organismo, señalaron desde la SAP.
“Los ahogamientos son eventos más comunes de lo que pensamos y, aunque no todos terminan en la muerte, pueden generar discapacidad; el grupo más vulnerable son los más pequeños, pero los niños más grandes, adolescentes y adultos también pueden ahogarse, incluso sabiendo nadar”, indicó la médica pediatra Cecilia Rizzuti, miembro del Comité de Prevención de Lesiones de la SAP.
La especialista sostuvo que “también es muy importante conocer las señales de peligro del entorno y respetarlas; por ejemplo, cuando vamos a la playa ver dónde está el puesto de los guardavidas, ver qué señales colocaron, como los sitios de retorno que son sitios desde donde no hay que ingresar al agua, y también hay que bañarse en los horarios donde el guardavidas está presente por si es necesario un rescate”.
En el marco de este día de prevención, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó hoy un estudio que advierte que dos medidas preventivas podrían proteger millones de vidas en el mundo. Estas dos acciones son invertir en guarderías para niños en edad preescolar y enseñar habilidades básicas de natación en la infancia.
“El ahogamiento es un problema de salud pública subestimado pero letal. Ha causado más de 2,5 millones de muertes en la última década, con un alarmante 90% de estas muertes ocurriendo en los países de bajos y medianos ingresos. En todos los grupos de edad, los niños de 1 a 9 años experimentan las tasas más altas de ahogamiento, lo que destaca la necesidad de una acción inmediata para proteger a las generaciones futuras”, señaló la agencia sanitaria global en un comunicado.
Quiénes corren más riesgo de ahogarse
Las causas de estos accidentes varían según la edad de las víctimas: los más pequeños suelen ahogarse debido a la distracción de los adultos y a problemas en la infraestructura, mientras que los adolescentes mayores tienden a ser víctimas de la imprudencia, el desconocimiento del entorno y el uso de sustancias que afectan su capacidad de tomar decisiones adecuadas.
Entre los menores de 5 años, se pueden identificar dos grupos de riesgo: aquellos que no se desplazan solos y los que sí lo hacen. Los bebés que aún no caminan se ahogan en la bañera o en pequeñas piscinas cuando los adultos se distraen.
Por otro lado, los niños que ya gatean o caminan pueden caer en baldes con agua, pozos sin tapar, piscinas desprotegidas en casas particulares o clubes, o incluso en canales y acequias, que son escenarios de posible peligro. En este sentido, es crucial la supervisión cercana y atenta de un adulto responsable, una medida sumamente efectiva para prevenir tragedias.
Además, es fundamental crear un ambiente seguro para los niños. El aprendizaje de natación y la promoción de actitudes responsables en el agua también resultan habilidades complementarias que pueden mejorar significativamente las posibilidades de evitar lesiones y muertes en entornos acuáticos.
Medidas de prevención
Una mayor inversión mundial en la prevención de los ahogamientos podría evitar la muerte de hasta 774.000 niños por este motivo hasta el año 2050, según el estudio publicado hoy por la OMS. La prevención podría evitar cerca de un millón de ahogamientos infantiles no mortales, de los cuales aproximadamente 178.000 habrían provocado lesiones graves con efecto en la calidad de vida de las víctimas.
“Aplicando medidas preventivas eficaces, aumentando las inversiones y promoviendo la sensibilización, podemos salvar innumerables vidas”, declaró el experto del departamento de Determinantes Sociales de la Salud de la OMS David Meddings en una conferencia de prensa en la ONU.
Para reducir la incidencia de los ahogamientos, los pediatras argentinos dieron cinco recomendaciones:
1 - Los adultos deben tomar conciencia y asumir el compromiso de comprender los peligros del entorno acuático, adecuarlo para la presencia de niños y educarlos sobre cómo comportarse cerca y dentro del agua.
2 - Las piletas, piscinas y otras zonas con agua deben ser entornos seguros con señalización clara que sea respetada por todos.
3 - Se debe garantizar que los ambientes acuáticos cuenten con la información y supervisión adecuada en términos de cantidad y equipamiento.
4 - Asegurar la existencia de suficiente personal e infraestructura adecuada en todos los niveles del sistema de salud, para brindar atención inmediata y detectar y tratar las secuelas derivadas de los ahogamientos.
5 - Son sumamente importantes las campañas periódicas de concientización en la población, incluyendo la enseñanza de técnicas de RCP.
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