Es una rara e incómoda sensación, un malestar impreciso que a veces sentimos cuando vemos pasar la vida y nos dejamos llevar por la vorágine de estos tiempos acelerados. Es una mezcla de tristeza, ansiedad, miedo, emociones negativas y desesperanza. ¿Cuál es el nombre de esta sensación, que nos puede hacer sentir ajenos a nuestra propia existencia? Se trata del vacío emocional.
Lucía Crivelli, licenciada en Psicología, doctora en Psicología con orientación en Neurociencia Cognitiva Aplicada y jefa de Neuropsicología de Fleni, definió el vacío emocional a Infobae como “una sensación de ausencia o carencia emocional en la vida de una persona. Se experimenta como una falta de conexión o significado emocional en las relaciones, actividades o situaciones. Puede manifestarse como una sensación de apatía, insatisfacción, soledad o falta de propósito”.
Por su parte, el doctor Ricardo Corral (MN 67.653), médico psiquiatra jefe del Departamento de Docencia e Investigación del Hospital Borda, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP), explicó a Infobae que esta sensación se refiere a la percepción de falta, de soledad existencial.
“A veces se manifiesta como una sensación inexplicable, que puede sentirse corporalmente en el pecho y garganta en una persona que quizá no carece de allegados, vínculos o actividades cotidianas. Sus causas pueden ser diversas, desde experiencias traumáticas infantiles, duelo por fallecimiento de seres queridos, pérdida o fracaso laboral profesional, hasta ruptura de pareja”, expresó Corral.
Crivelli señaló que la “falta de relaciones sociales profundas y significativas, experiencias traumáticas, carencia de propósito en la vida, dificultades en las relaciones interpersonales, baja autoestima y un entorno social que no promueve la expresión y el apoyo emocionales pueden contribuir a esta sensación de vacío”.
La licenciada Adriana Waisman, psicóloga formada en psicoterapia cognitivo-conductual y especialista en trastornos de ansiedad, autora del libro “Vacío emocional” (Penguin Random House), explicó a Infobae que se trata de una sensación subjetiva: “Cada uno lo puede vivenciar de otra manera. Algunos, con una dosis más alta de ansiedad, otros de tristeza, angustia y/o miedo. Algunos pueden vivenciarlo en diferentes partes del cuerpo. Pero en todos coinciden un alto grado de incertidumbre y/o desesperación. El vacío emocional es una crisis de identidad y una experiencia frecuente, que muchas personas, al no entender bien de qué se trata, la naturalizan y, el hacerlo, terminan disociándose, lo que les produce dificultades en conectar con su deseo y necesidades y los hace vivir una vida más como un observador que como un protagonista”.
Corral describió las manifestaciones de este estado: “Algunos de sus indicadores son sentimiento de soledad, baja autoestima, dependencia de la presencia de otros, búsqueda de experiencias nuevas para ‘dormir’ ese vacío. Las personas que presentan esto deben, en principio, reconocer la situación, intentar observar si existe algún desencadenante y tratar de hablarlo con familia o amigos de confianza”.
Cómo se manifiesta
Waisman detalló en su libro, que el vacío emocional “se puede simbolizar como un agujero negro que a veces atraviesa el estómago y otras veces el corazón o la garganta. No importa dónde lo sentís, porque esté donde esté duele física y emocionalmente, muchas veces envuelto en un laberinto de emociones inmanejables. Buscás refugio comprando o comiendo de manera compulsiva o creando vínculos dependientes”.
La psicóloga señaló que el vacío emocional se puede expresar mediante muchos síntomas, la gran mayoría psicológicos y/o conductuales. Estos suelen ir variando dependiendo de la causa del vacío y pueden describirse en tres grandes grupos:
- Apatía, aburrimiento, desinterés, falta de motivación, desgano, alienación.
- Tristeza, aislamiento, melancolía.
- Frustración, ansiedad, hastío, fatiga.
El impacto de la pandemia
Como en muchos aspectos de la vida, la pandemia también influyó en la aparición de este tipo de estados emocionales. Crivelli manifestó que su impacto fue significativo en términos de vacío emocional: “Las medidas de distanciamiento social, el aislamiento y la incertidumbre generalizada han llevado a un incremento de los sentimientos de soledad, ansiedad y desconexión emocional. Muchas personas han experimentado un aumento en el vacío emocional debido a la falta de interacciones sociales significativas y la pérdida de actividades y rutinas que brindaban satisfacción emocional”.
Por su parte, para Corral el confinamiento por la pandemia de COVID-19 agravó las circunstancias para algunas personas que ya tenían alguna vulnerabilidad y generó en otras trastornos por el distanciamiento y la carencia de contactos.
Para Waisman, el aumento de la incertidumbre, el miedo, la ansiedad, los cambios de hábitos y la preocupación constante tuvieron un alto impacto en la salud mental. “La pandemia hizo que aumentase entre un 20% a un 25% el número de consultas en salud mental”, señaló la psicóloga.
La especialista explicó que en ese momento de crisis los pacientes mostraban un alto grado de angustia, por su salud y la de sus seres queridos.
“Pero también intentaban dar respuesta a qué sería la ‘nueva normalidad’, dónde encajarían ahí sus vidas y sus sueños y no encontraban respuesta. Eso los llevó a un círculo vicioso, aumentando sus síntomas. En algunos se desarrollarían nuevas patologías y en otros se intensificarían las ya existentes: trastornos de ansiedad, fobias, trastornos del sueño, depresión y trastornos obsesivos compulsivos. Sumado a esto los pacientes que cursaron la enfermedad COVID-19, tenían una alta posibilidad de desarrollar estrés postraumático, un conjunto de síntomas que tienen que ver con la experiencia traumática vivida”, expresó Waisman.
Cómo salir adelante
¿El vacío emocional debe tratarse? Para el doctor Corral, cuando estas condiciones y sentimientos perduran en el tiempo, perturban significativamente la funcionalidad, el estudio, el trabajo y las relaciones interpersonales, se puede estar frente a un cuadro depresivo que requiere de atención médica, para evaluar un diagnóstico y tratamiento: “A veces los médicos psiquiatras solo damos una orientación y eso es suficiente; otras ocasiones, se requiere de psicoterapia y algunas otras, si estamos frente a un trastorno depresivo mayor, podría precisar algún medicamento transitoriamente”.
Para Crivelli el tratamiento del vacío emocional generalmente implica un enfoque multidimensional. “Puede involucrar terapia individual o grupal, donde se exploran y abordan las causas subyacentes del vacío emocional. Además, se pueden utilizar técnicas de autorreflexión, desarrollo de habilidades sociales y emocionales y enfoques de autocuidado para promover un mayor bienestar emocional. Cada caso es único, por lo que es importante buscar la ayuda de un profesional de la salud mental para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado”.
Por su lado, Waisman invitó a aceptar este sentimiento y evitar taparlo compulsivamente con actividades, creando vínculos dependientes o comprando objetos y, en cambio, vivirlo como una alarma para evitar que derive en un trastorno de ansiedad o un síndrome depresivo, entre otras posibles patologías.
Consejos para gestionar el vacío
Waisman recomendó ante el vacío emocional:
- Enfrentarse a los miedos: “No sumergirse en el bucle de estar angustiado por no hacer nada ni hacer nada por estar angustiado. Una vez que se los enfrenta y empieza a vivir, los miedos pierden su razón de ser”.
- Revisar los pensamientos: “Es importante identificar los pensamientos negativos y poder aprender algunos tips para no crearlos permanentemente”, afirmó la psicóloga y dio estos ejemplos: “No sacar conclusiones precipitadas, hasta no tener más datos que permitan confirmarlas. No maximizar lo negativo: exagerar una situación negativa nos hace vivirla como una tragedia, causando desbordes emocionales”.
- No pensar en forma dicotómica. Por ejemplo: “Todo salió perfecto” o “Soy un desastre”, o pensarnos como responsables de situaciones negativas, despertando emociones de ansiedad, ira y/o culpa.
- El poder de la automotivación: pensar esa sensación que despierta el vacío emocional desde otra perspectiva, como una “alarma”, que permita preguntarnos si lo que hacemos nos lleva a nuestras metas. “Revisar los objetivos que perseguimos en la vida replanteándonos si tienen que ver con nosotros, nuestros deseos o con cubrir la expectativa de los otros. Abriendo el camino de la automotivación, se abre el camino del proceso de cambio”, concluyó Waisman.
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