En un mundo comandado por el sufrimiento que provocan las diferentes formas de violencia, un nuevo acontecimiento disruptivo, aunque no único,nos vuelve a dejar perplejos, el asesinato de un niño aparentemente realizado por otro niño. Joaquín Sperani, de 14 años que estaba desaparecido desde el jueves y que fue hallado asesinado este domingo en la ciudad cordobesa de Laboulaye, murió tras recibir más de 10 golpes en la cabeza. El principal sospechoso para la Justicia es uno de sus amigos.
El asombro y la necesidad de respuestas provoca una catarata de palabras, declamaciones y decisiones impertinentes que deberíamos tener cuidado de realizar.
Esta forma de violencia demuestra lo inadecuado de nuestro sistema en la protección de la infancia, la falta de capacitación de algunos de los brazos efectores del sistema y sobre todo la insuficiencia de políticas públicas, como campañas de prevención de las violencias desde la más temprana infancia, detección de conductas de riesgo y la necesidad de un enfoque en justicia restaurativa como respuesta al daño.
La psicopatología del niño que asesina es un tema complejo y delicado que involucra el estudio de diversos factores psicológicos, sociales y ambientales que pueden contribuir a la aparición de conductas violentas en niños y niñas.
Es importante destacar que los casos de niños que cometen actos de homicidio son extremadamente raros en comparación con la población general.
Algunos de los aspectos psicopatológicos que se han asociado con los niños que cometen actos violentos incluyen trastornos de conducta, trastornos del control de los impulsos, trastornos de personalidad, trastornos del estado de ánimo, trastornos psicóticos y trastornos del desarrollo neuropsicológico.
No todos son simples de observar y la aparición de alguno de ellos es concomitante al acto delictivo, por ello se necesita de personal capacitado e instrucción en prevención.
Además de los trastornos mentales, también se consideran otros factores de riesgo, como antecedentes familiares de violencia, exposición a la violencia en el entorno, abuso o negligencia infantil, falta de habilidades para la resolución pacífica de conflictos.
Es importante tener en cuenta que la presencia de una psicopatología no justifica ni excusa los actos violentos. La mayoría de las personas con trastornos mentales no son violentas, y la violencia es el resultado de una interacción compleja entre múltiples factores.
¿Qué nos debe preocupar y a que debemos estar alertas?
Debemos estar alerta a ciertas señales que se observan cuando aparecen comportamientos preocupantes en un niño que podrían indicar una tendencia hacia la violencia o el comportamiento agresivo extremo:
- Violencia física frecuente: muestra una tendencia constante a recurrir a la violencia física, como peleas, agresiones físicas hacia otros niños o animales.
- Fascinación por la violencia: muestra un interés excesivo o obsesión por la violencia, ya sea a través de juegos, películas, videojuegos
-Crueldad con los demás: exhibe comportamientos crueles o de intimidación hacia otros, disfrutando del sufrimiento o malestar de los demás.
- Problemas de conducta graves: presenta problemas de conducta graves y persistentes, como desafiar constantemente la autoridad, desobedecer reglas y normas sociales, mentir compulsivamente o robar.
- Aislamiento social: tiene dificultades para establecer y mantener relaciones con sus pares, mostrando un patrón de aislamiento o rechazo social.
- Indiferencia hacia el sufrimiento ajeno: muestra falta de empatía o insensibilidad hacia el sufrimiento de los demás, sin mostrar remordimiento o culpa por sus acciones.
- Interés por armas o peligro: muestra un interés excesivo por las armas, el fuego u otros objetos o actividades peligrosas.
Es importante tener en cuenta que estas señales de alarma no son definitivas y no implican siempre que un niño se convertirá en un asesino, sino que debemos prestar atención y acercar ayuda buscando ayuda profesional de inmediato.
Un psicólogo, terapeuta o profesional de la salud mental especializado en el trabajo con niños y adolescentes podrá evaluar adecuadamente la situación y proporcionar la orientación y el apoyo necesarios.
Qué dicen la evidencia científica
Se han realizado diversos estudios sobre la temática de la violencia entre niños y adolescentes, algunos de los casos de asesinatos aislados que no formaban parte de acciones sistemáticas. Un porcentaje importante de casos a partir de los datos oficiales del FBI sobre homicidios cometidos por niños menores de 11 años entre los años 1976 y 2007 en Estados Unidos, encontró que:
1 - En la mayoría de los casos la víctima fue de una edad similar o menor a la del victimario
2 - La mitad usó un arma de fuego, un 15% usó su propio cuerpo como arma y un 11% un cuchillo,
3 - La víctima fue un familiar, el 46% de los casos y un conocido o amigo en el 42.7%
4 - El homicidio se produjo dentro de un conflicto (discusiones de diversa índole) el 73% de las veces y asociado a otro tipo de crimen en un 27%
Todos los estudios señalan la importancia de las pautas de crianza y educativas especialmente en cuanto a la regulación emocional en la relación con sus pares en contextos de conflicto y, por lo tanto, respalda la intervención preventiva en estos ámbitos dentro de la población general.
Es fundamental trabajar en la prevención de formas violentas de relacionarse, a desnaturalización de formas agresivas de vincularse, la violencia intrafamiliar y la violencia de género, la detección temprana e intervención oportuna en aquellos casos en los que se identifiquen factores de riesgo o comportamientos violentos en los niños, buscando siempre garantizar su seguridad y bienestar, así como el de quienes les rodean.
*Sonia Almada es licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Fundó en 2003 la asociación civil Aralma que impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de tres libros: La niña deshilachada, Me gusta como soy y La niña del campanario.
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