Por primera vez, un panel de expertos recomendó que los médicos de atención primaria realicen una evaluación anual de ansiedad, aunque no presenten síntomas, a sus pacientes adultos menores de 65 años, dando prioridad a las mujeres embarazadas o que acaban de dar a luz, a fin de detectar esta enfermedad mental cada vez más frecuente.
Eso podría contribuir a la detección temprana de un trastorno de ansiedad, para que las personas puedan recibir la atención adecuada. Así lo señaló el Grupo de Trabajo sobre Servicios Preventivos de Estados Unidos (USPSTF por sus siglas en inglés). La recomendación se publicó en la revista médica JAMA.
Los trastornos de ansiedad constituyen el problema de salud mental más frecuente en Estados Unidos. Además, se agravó a causa de la pandemia, por lo que el número de casos se disparó, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, según indicó la Organización Mundial de la Salud en su artículo “La pandemia de COVID-19 aumenta en un 25% la prevalencia de la ansiedad y la depresión en todo el mundo”.
En un informe de CDC se reveló que, entre agosto del 2020 y febrero del 2021, la proporción de adultos que habían presentado síntomas de un trastorno de ansiedad o depresión en Estados Unidos había aumentado del 36,4% al 41,5%.
A pesar de su prevalencia, la ansiedad muchas veces pasa desapercibida en los consultorios médicos, según el USPSTF, y son pocos los profesionales que evalúan a sus pacientes para detectarla. Pero si se buscan los signos, se podría aumentar notablemente las probabilidades de que los pacientes reciban un tratamiento oportuno.
La doctora Laura Orsi, médica psicoanalista, directora del Departamento de Psicoanálisis y Sociedad de Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y coordinadora del Social Media de International Psychoanalytical Association (IPA), explicó a Infobae que en la actualidad, en Argentina, el médico no tiene el tiempo necesario de escuchar al paciente en su totalidad, sobre todo postpandemia. Entonces, por lo general, medica al paciente de acuerdo a sus síntomas. “Si ese médico tuviera el tiempo y la oportunidad de escuchar a su paciente podría detectar, si hubiera, la ansiedad, la angustia, depresión u otros síntomas de cuestiones psicológicas”, expresó la especialista.
“La prevención no solo la puede hacer el médico, sino también otras entidades, como las autoridades de las escuelas y los centros de mediación. Sería bueno que todos estuvieran preparados para detectar de forma precoz este tipo de trastornos. Si el médico está entrenado, puede hacerlo en el chequeo médico o en la consulta espontánea”, agregó Orsi.
En la recomendación de USPSTF afirmaron: “Para lograr el beneficio de la detección de los trastornos de ansiedad y reducir las disparidades en la morbilidad asociada, es importante que las personas que obtengan un resultado positivo sean evaluadas más a fondo para el diagnóstico y, si corresponde, se les brinde o remita para recibir atención basada en la evidencia”.
Los trastornos de ansiedad
La USPSTF señaló que los trastornos de ansiedad se caracterizan por un miedo constante y desproporcionado a los acontecimientos cotidianos, acompañado de molestias somáticas y conductuales (por ejemplo, inquietud, fatiga, problemas de concentración, irritabilidad o dificultades para dormir).
En la recomendación explicaron que se trata de condiciones de salud mental que ocurren comúnmente. “Incluyen el trastorno de ansiedad generalizada, ansiedad social, trastorno de pánico, ansiedad por separación, las fobias, el mutismo selectivo y la ansiedad no especificada. (...) Los trastornos de ansiedad pueden ser condiciones crónicas caracterizadas por períodos de remisión y recurrencia. Sin embargo, puede ocurrir una recuperación completa”.
“Según los datos recopilados en EE.UU. entre 2001 y 2002, la prevalencia de por vida de los trastornos de ansiedad en adultos fue del 26,4 % para los hombres y del 40,4 % para las mujeres. El trastorno de ansiedad generalizada tiene una prevalencia estimada de 8,5% a 10,5% durante el embarazo y de 4,4% a 10,8% durante el puerperio. Los trastornos de ansiedad generalmente comienzan en la niñez y en los primeros años de la edad adulta, y los síntomas parecen disminuir con la edad. Algunos estudios epidemiológicos comunitarios indican que las tasas de trastornos de ansiedad son más bajas en adultos de 65 a 79 años, pero estos datos están desactualizados”, indicaron en el estudio y afirmaron que se precisa de mayor investigación.
La doctora Orsi expresó que, a veces, ante algunas enfermedades que están relacionadas con lo psicológico, los pacientes no siempre consultan al psicólogo y piden que los mediquen. “Esto suele ocurrir, por ejemplo, ante los problemas digestivos, que muchas veces están asociados a situaciones psicológicas. Otros pacientes llegan medicados por el clínico, con los pros y contras que esto trae, porque no conocen la medicación psiquiátrica adecuada. También, a veces, cuando se le dice al paciente “esto es psicológico” no siempre lo recibe bien. Finalmente, también están los médicos que derivan a los pacientes al psicólogo o psiquiatra”, señaló.
Evaluación de riesgo y tratamiento
En cuanto a los factores de riesgo para los trastornos de ansiedad la investigación incluyó los sociodemográficos, psicosociales y de salud física y mental, como el estado civil (viudo o divorciado), eventos estresantes de la vida, tabaquismo y consumo de alcohol, otras afecciones de salud mental o antecedentes de trastornos mentales en los padres. Destacaron que el bajo nivel socioeconómico y el sexo femenino se asocian con mayores tasas de trastornos de ansiedad. Además, afirmaron que los trastornos de ansiedad y depresivos a menudo se superponen. “Un estudio de cohorte encontró que el 67 % de las personas con un trastorno depresivo también tenía un trastorno de ansiedad actual, y el 75 % tenía un trastorno de ansiedad comórbido de por vida”.
En cuanto a las distintas opciones de tratamiento para los trastornos de ansiedad en adultos, el estudio indicó que puede incluir psicoterapia (por ejemplo, terapia cognitiva conductual, interpersonal, familiar y de aceptación y compromiso) y farmacoterapia (antidepresivos, antihistamínicos, medicamentos anticonvulsivos y benzodiazepinas). También puede incluir terapias de relajación y desensibilización.
Finalmente, Orsi concluyó: “Lo ideal es la detección precoz, para hacer una buena atención del paciente y darle un tratamiento adecuado. En la medida en que se dé esa alerta la gente puede animarse a consultar y sentirse mejor, si no, seguirá viviendo en continuo malestar. Por eso, cada vez que el médico escucha al paciente, podrá ver qué le pasa, más allá del síntoma y hacer prevención”.
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