La razón por la que cada vez hay menos nacimientos y más adultos en el mundo no es solamente una tendencia generacional, sino que abarca también un dato que alerta a los científicos: el recuento de espermatozoides en todo el mundo ha disminuido significativamente.
Así lo vienen advirtiendo varios estudios científicos en los últimos años. Y sobre todo el publicado en noviembre último en la revista Human Reproduction Update, en el que los expertos advierten que los seres humanos podrían enfrentar una crisis reproductiva como consecuencia de la disminución del conteo global de espermatozoides.
Shanna Swan, una estadística convertida en epidemióloga formada en Berkeley y autora de dicha investigación, cree saber por qué. Durante más de dos décadas, ha dedicado su vida a estudiar los efectos de las “sustancias químicas disruptoras endocrinas” (EDC, por sus siglas en inglés), que pueden interferir con las hormonas naturales del cuerpo.
Estos incluyen pesticidas, bisfenoles, que endurecen el plástico para que pueda usarse en recipientes de almacenamiento de alimentos y biberones, y ftalatos, que suavizan el plástico para usar en envases y productos como mangueras de jardín. Según la experta, en los últimos años se ha encontrado rastros de EDC en la leche materna, tejido placentario, orina, sangre y líquido seminal, que pueden estar reduciendo el conteo de espermatozoides.
Si bien acepta que un conteo de espermatozoides por debajo del promedio no necesariamente condena a un hombre a no tener hijos, existe un consenso de que una vez que el conteo de espermatozoides alcanza un nivel particular, por debajo de los 40 millones de espermatozoides por mililitro de semen, la fertilidad puede verse afectada.
Los productos químicos que ha podido vincular más directamente con la salud reproductiva son los ftalatos y los pesticidas, donde ella y otros han encontrado evidencia convincente de un vínculo causal entre los trastornos reproductivos y la categoría de herbicidas “triazina”. Y otro estudio más reciente, publicado en enero último, especialistas europeos explican que el número de espermatozoides se ha reducido a la mitad en todo el mundo en las últimas cinco décadas. Y han encontrado los factores que más podrían influir en esta pérdida de fertilidad masculina.
“El ritmo de descenso se ha más que duplicado desde el año 2000, según un reciente estudio sobre la fertilidad masculina”, afirmaron investigadores de la Universidad Semmelweis de Hungría que han profundizado en los resultados de casi 27.000 personas para determinar las principales causas del deterioro de los espermatozoides, descubriendo que la contaminación, el tabaquismo, la edad y algunas dolencias son los factores que más influyen.
El doctor Zsolt Kopa, jefe del Centro de Andrología del Departamento de Urología de la Universidad Semmelweis, explica que la funcionalidad de los espermatozoides se comprueba mediante el análisis de fragmentación del ADN, que es la única prueba que permite averiguarlo. “Examinar contenido de ADN, es decir, la proporción de material genético intacto o fragmentado en el esperma es clave. Cuanto más fragmentado esté el ADN, menor será la capacidad del espermatozoide para fecundar. Además, puede aumentar el riesgo de aborto espontáneo”, remarcó.
El profesor Hagai Levine, uno de los investigadores detrás de este estudio, lo llamó “un canario en una mina de carbón”, advirtiendo que “tenemos un gave problema en nuestras manos que, si no se mitiga, podría amenazar la supervivencia de la humanidad”.
Los científicos del Semmelweis buscaron estudios publicados anteriormente en tres bases de datos internacionales. Encontraron 26.901 artículos y utilizaron 190 para su metaanálisis. Todos se habían publicado entre 2003 y 2021, la mayoría en Europa, Estados Unidos y Asia, y algunos en África y Australia.
Los investigadores encontraron que los estudios demostraban que fumar podría incrementar la fragmentación de ADN en una media del 9,19 %, en comparación con los no fumadores. El alcohol y el peso no tenían un papel significativo en la fragmentación del material genético. Aunque de todas maneras sí se detectó que más alcohol y mayor peso corporal sí llevaban a una mayor fragmentación.
La contaminación tenía un claro efecto nocivo en la calidad del esperma. Dos de los estudios revisados mostraban su efecto en el esperma en una región de Italia con un nivel de especialmente alto. Mientras que otro mencionaba efectos similares en agentes de policía que dirigían el tráfico en calles de mucha circulación. El metaanálisis descubría que varios factores, como la contaminación del aire y la exposición a pesticidas o insecticidas aumentaban la fragmentación del ADN del esperma en una media del 9,68%.
Finalmente, en otro estudio, hecho en diciembre último por la Universidad Hebrea de Jerusalén, en Israel, y la escuela de medicina del Monte Sinaí, en EEUU, los investigadores calcularon que en la década de los 70, los hombres tenían un promedio de 101 millones de células reproductivas por mililitro de semen. Ese promedio cayó a 49 millones en tiempos recientes. Además de la cantidad, la evidencia también revela una caída en la calidad de los gametos masculinos: el porcentaje de células aptas para entrar al óvulo ha ido sufriendo caídas considerables en las últimas décadas.
“Los conteos globales de espermatozoides están cayendo a nivel global por la contaminación progresiva que viene existiendo a partir de los años 60/70. Esto a futuro, tiene la consecuencia obvia de que cada vez va a existir menos probabilidad de embarazo espontáneo si es que la concentración de espermatozoides viene disminuyendo de la manera en la que viene disminuyendo en los últimos años y cada vez se van a requerir más tratamientos de reproducción asistida”, precisó a Infobae el doctor Fernando Neuspiller, presidente y fundador de WeFIV, centro de Medicina Reproductiva (MN 82815).
Consultado por Infobae sobre esta tendencia global de baja de espermatozoides, confirmada por cada vez más estudios científicos el médico obstetra y especialista en fertilidad Sergio Pasqualini (MN 39914) explicó: “Existen varias razones y todas ellas actúan sobre nuestros genes y organismo. Van desde alteraciones genéticas, que se van produciendo de generación en generación, a los contaminantes ambientales que se creen actúan como tóxicos en forma directa o como disruptores endocrinos que terminan afectando a distintos órganos del cuerpo”.
“También se habla mucho de la inflamación sistémica crónica de bajo grado, problema que afecta la longevidad y a distintos órganos, como los reproductivos. Si uno tiene una infección, hay un proceso inflamatorio agudo. Pero si persiste, estamos frente a un cuadro de inflamación sistémica crónica de bajo grado, que termina afectando la calidad de nuestra salud”, precisó el director de Halitus Instituto Médico. Y agregó que “la mala alimentación puede ejercer su efecto sobre la microbiota, la permeabilidad intestinal, generando enfermedades autoinmunes o una inflamación sistémica de bajo grado que puede afectar los órganos”.
“Si sabemos que los testículos y los ovarios son, quizás, los órganos más sensibles del cuerpo, podemos entender cómo estos pueden llegar a ser afectados en su función -amplió el experto-. Ni hablar del estrés, el sedentarismo, el mal dormir. Estamos expuestos a muchos factores que sin darnos cuenta pueden afectar nuestra fertilidad y a su vez llegar a transmitir a las siguientes generaciones alteraciones que se pueden llegar a reflejar en una menor fertilidad”.
“También la epigenética influye para este fenómeno, es decir, el medioambiente actuando sobre los genes, activándolos o silenciándolos y además ser transferidos de generación en generación”, agregó el experto que anticipó que las consecuencias de esta disminución en el conteo de espermatozoides son impredecibles.
“Si tenemos en cuenta también los cambios socioculturales que llevan a que más personas decidan no tener hijos, o buscarlos a mayor edad, nos encontramos con un futuro reproductivo incierto. Por otro lado, sabemos y presumimos que sabemos más y podemos actuar de alguna manera, en consecuencia, como sumar hábitos saludables: la buena alimentación, disminuir el estrés, evitar el sedentarismo, dormir bien”, agregó.
Pasqualini recomendó también evaluar en forma temprana nuestra reserva ovárica y testicular: “Si calificamos para preservar, hacerlo, tanto las mujeres por medio de la vitrificación de óvulos, como los hombres por medio de la vitrificación de espermatozoides. De esta manera estaríamos, por lo menos, preservando la propia fertilidad”.
En esa línea, Neuspiller afirmó: “Recomendaría una vida lo más cerca de los alimentos orgánicos posible, el deporte y, dentro de lo posible, vivir fuera de las ciudades, que es mejor claramente”.
Y concluyó: “Y la preservación de la fertilidad en el varón es algo de lo vengo hablando hace muchos años, pero nadie hace eco. Y el problema de esto es que si a alguien le hacemos un espermograma a los 20 años y vemos que tiene pocos espermatozoides o está justito, a ese hombre /muchacho, si lo hacemos preservar la fertilidad en ese momento, guardar dos o tres muestras, vamos a lograr que cuando sea grande no requiera tratamientos de alta complejidad, como sí lo requeriría si no guarda una muestra de semen”.
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