Hasta hace algunos años, la dificultad para dormir se resolvía en la consulta médica, sin muchos estudios y, habitualmente, con un fármaco hipnótico y/o un ansiolítico. En esos tiempos, los riesgos se limitaban a considerar el cansancio diurno. Hoy sabemos que el insomnio es un extenso grupo de enfermedades y las consecuencias son muchos más profundas.
Desde hace mucho tiempo vemos un incremento muy importante de consultas sobre trastornos de sueño, ya sea como queja principal o única, como en caso del insomnio. No dormir reviste las características de una “tortura” interminable. Sin embargo, el área del malestar relacionada con un espacio de tiempo en el que pasamos casi un tercio de nuestras vidas, es mucho más compleja que solo mencionar la palabra insomnio.
Lo que englobamos bajo esta palabra afecta a un porcentaje cada vez más importante de la población. La habitual compensación a través de una pastilla, de uso casi obligado en nuestros tiempos, no solo no es solución, sino encubre el cuadro y así potencia sus consecuencias.
Al mismo tiempo, según estudios multicéntricos y metaanalíticos (estudios estadísticos que reúnen resultados de múltiples otros estudios), el uso de los ansiolíticos más comunes impacta en el deterioro cognitivo. Los inconvenientes más significativos se detectan en el uso crónico de los mismos, sin un control de la patología de base.
El sueño es una parte esencial de nuestras vidas, ya que nos permite descansar, recuperar energía y mantener un equilibrio físico y mental. Sin embargo, para muchas personas, dormir puede convertirse en un “vía crucis” cotidiano. Dentro de los problemas, una variedad que podemos diagnosticar cada vez más es la apnea de sueño.
La lucha por conciliar el sueño
El insomnio es uno de los trastornos de sueño más comunes, caracterizado por la dificultad para conciliar o mantener el sueño; despertares frecuentes durante la noche o muy temprano en la mañana, sin poder volver a dormir. Este problema afecta a millones de personas en todo el mundo y puede tener graves consecuencias para la salud física y mental. Dentro de esta, incluimos los trastornos en el encéfalo de tipo degenerativo.
El insomnio puede ser causado por diversas razones, como el estrés, la ansiedad, los trastornos emocionales, los cambios en los patrones u horarios de sueño, el consumo excesivo de cafeína o alcohol, entre otros. En la actualidad, el uso de celulares a cualquier hora lleva a la ruptura de la arquitectura del sueño, así fuese solo por la modificación de los ciclos de luz y oscuridad. Otros factores como el género, la edad y las condiciones médicas preexistentes pueden aumentar el riesgo de padecer insomnio.
El insomnio crónico puede tener consecuencias de importancia para la salud, en las áreas física, emocionales y cognitivas, entre otros. Así, las personas que sufren de insomnio a menudo se quejan de una gran fatiga diurna que se incrementa en el curso del día, dificultad para concentrarse, irritabilidad, cambios de humor y disminución del rendimiento cognitivo.
Por otro lado, también está directamente asociado con la posibilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad y trastornos psiquiátricos de todo tipo, desde la depresión o la ansiedad hasta poner de manifiesto estructuras mucho más complejas, como la posibilidad de trastornos disociativos, o estados crepusculares, o inclusive pseudobrotes psicóticos.
Expresiones en el área forense como los accidentes de tránsito son relativos a este estado de conciencia y vigilia alterado, como consecuencia de la falta de sueño, en tiempo y/o calidad.
La interrupción de la respiración
Dentro de los trastornos para dormir, la apnea del sueño merece una especial atención. Afecta la respiración durante el sueño y se caracteriza por pausas en la respiración debido a la obstrucción de las vías respiratorias o la falta de señales del cerebro para respirar. En los últimos años, se ha planteado, la hipótesis primero y la evidencia cada vez más fuerte después, de que existe una relación entre la apnea del sueño y el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer o tipo Alzheimer (neurodegenerativa).
Existen tres tipos principales de apnea del sueño: la apnea del sueño obstructiva (AOS), la apnea del sueño central (ASC) y la apnea del sueño compleja. La AOS es la forma más común y ocurre cuando las vías respiratorias se bloquean parcial o completamente durante el sueño. La ASC se produce cuando el cerebro no envía las señales adecuadas para controlar la respiración. En los casos que se superponen ambas causas, se habla de apnea de sueño compleja.
Los síntomas de la apnea del sueño incluyen ronquidos fuertes, pausas en la respiración durante el sueño, somnolencia diurna, dolores de cabeza matutinos, dificultad para concentrarse y problemas de memoria. Esta condición también se ha asociado con un mayor riesgo de hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y diabetes.
Es frecuente que se pregunte sobre ronquidos como si fuera el único elemento sintomático, pero es importante evaluar otros, como pausas en la respiración, cefaleas matinales y edema palpebral matutino, entre otros. De allí la importancia de estudios complementarios como la polisomnografía; pero la clínica, la anamnesis, será como siempre soberana.
Cómo afecta el cerebro
La apnea del sueño lo afectaría por diversos mecanismos:
- Disminución del flujo sanguíneo cerebral: durante los episodios de apnea, se produce una disminución en el flujo sanguíneo cerebral y en los niveles de oxígeno en el cerebro, por el menor ingreso de aire y por la menor vascularización. Esta falta de oxigenación tiene efectos negativos concretos en las células cerebrales y generan un daño neuronal a largo plazo.
Una de las teorías de la enfermedad de Alzheimer es la acumulación de placas de beta-amiloide en el cerebro. Algunos estudios han sugerido que la apnea del sueño puede aumentar la producción y acumulación de beta-amiloide en el cerebro, lo que podría acelerar el proceso de deterioro cognitivo.
- Inflamación y estrés oxidativo: la apnea del sueño crónica también puede desencadenar respuestas inflamatorias y aumentar el estrés oxidativo en el cerebro. Este último se considera un factor de riesgo en los procesos neurodegenerativos, aunque la evidencia en este terreno no es concluyente.
Estas hipótesis respecto a la fisiopatología se correlacionan con diversos estudios longitudinales a lo largo de años, inclusive algunos metaanalíticos que mostraron que las personas con apnea del sueño tenían un mayor riesgo de desarrollar demencia, incluyendo la enfermedad de Alzheimer, en comparación con aquellos sin apnea del sueño. Las imágenes cerebrales (resonancia nuclear magnética -RNM- preponderantemente) han revelado cambios específicos en el cerebro de las personas con apnea del sueño, similares a los observados en el Alzheimer.
Cómo se tratan estos trastornos
El tratamiento del insomnio puede incluir cambios en el estilo de vida, terapia cognitivo-conductual, técnicas de relajación y, en algunos casos, medicamentos siendo estos muy específicos, ya que el espectro farmacológico es amplio y diverso. Pero lo más importante es abordar las causas subyacentes al síntoma insomnio y no quedarse solo en la superficie del diagnóstico.
En el caso de la apnea de sueño la clave es el diagnóstico correcto, específico y especialmente temprano. La apnea de sueño es un área en la cual convergen diversas especialidades, y eso a veces hace que las propuestas tengan que ver con visiones parciales de un problema que en definitiva incide sobre el cerebro.
Es por ello que, cada vez más, existe la subespecialidad de trastornos de sueño, en la cual se aúnan aspectos neurológicos, de neumología, otorrinolaringología y clínica. La clave es el trabajo integrado en el cual, por ejemplo, los estudios pueden ser neurológicos y neumológicos en un caso y la estrategia terapéutica más ligada a la otorrinolaringología con la liberación de la obstrucción. En una apnea central la situación será otra.
Detectar y tratar la apnea del sueño de manera temprana puede llegar a implicar la prevención de una patología neurodegenerativa y de hecho en los protocolos en el deterioro cognitivo inicial la investigación de esta área es central.
El tratamiento de la apnea del sueño puede variar según el tipo y la gravedad de la condición. Las opciones de tratamiento incluyen cambios en el estilo de vida, dispositivos de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP), terapia de presión de aire positiva en dos niveles (BiPAP), cirugía y otros procedimientos médicos.
En conclusión
Los trastornos del sueño, como el insomnio y la apnea del sueño, pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida y la salud de quienes los padecen. Si bien no es definitivo (en la ciencia nunca lo es), los avances científicos respaldan cada vez más la idea de que la apnea del sueño y el Alzheimer están relacionados. Es por ello que es fundamental buscar ayuda médica especializada, si se experimentan dificultades para dormir, ya que estos trastornos pueden tratarse y controlarse adecuadamente.
La “pastilla” sin un diagnóstico (polisomnografía, espirometría, estudios de laboratorio, por ejemplo) difícilmente puedan dar una solución al problema, si este es crónico y no solo ligado a un cuadro de estrés y que fuera de fácil manejo. Gestionar el estrés y mantener una buena higiene del sueño, con todo lo que ello implica, son pasos fundamentales para comenzar a abordar el tema. Es decir, adoptar hábitos de sueño saludables, el control de dispositivos móviles a partir de ciertas horas, guardar horarios de sueño, el control del consumo de alcohol y el de ansiolíticos, entre otros. Que todo esto sea evidentemente más complicado que una simple pastilla, representa a mediano plazo la mejor respuesta y de alguna manera la única.
Ante el agotamiento de la respuesta a ansiolíticos y sin un diagnóstico adecuado, vemos lamentablemente cada vez más personas que vienen a la consulta con antipsicóticos que les han sido recetados como hipnóticos. Las consecuencia de esto son imprevisibles.
Estos hallazgos sugieren la importancia de abordar la apnea del sueño de manera integral y considerar su potencial impacto en la salud cerebral.
En resumen, el síntoma parece banal, la solución también, pero este espejismo puede ocultar algo que luego resulte irreversible.
*Enrique De Rosa Alabaster (MN 63406). Es médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista especializado en temas de salud mental.
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