La sigla FOMO proviene de la expresión en inglés Fear of Missing Out (“temor a perderse algo”, en castellano). Este miedo a “quedarse afuera” puede estar relacionado con salidas o eventos sociales, oportunidades laborales, relaciones o, incluso, cuestiones de la vida en general.
No es un fenómeno reciente. La primera vez que se empezó a plantear este trastorno fue hacia fines de los 90 y hacía referencia principalmente al miedo a perderse “planes”. Sin embargo, con el surgimiento de las nuevas tecnologías, servicios de comunicación y redes sociales, el concepto se adaptó a este nuevo escenario.
La Licenciada Gabriela Martínez Castro (MN 18627), directora del Centro de Estudio Especializado en Trastornos de Ansiedad (CEETA), explicó a Infobae: “Desde hace unos años existe un diagnóstico llamado FOMO o temor a quedar desconectado o fuera de circulación en las redes sociales. Se asocia con trastornos de ansiedad generalizada y fobia social.
Consultada por quiénes son los perfiles que más lo sufren, la psicóloga señaló que suele afectar más a prepúberes y a mujeres. “Los adolescentes todavía no tienen una identidad formada, sino una identidad de grupo. Son en la medida en que pertenecen a un grupo como Twitter, Instagram, Facebook, Whatsapp y tantos otros. A las mujeres también las afecta porque son multitasking, tienen muchos roles (laboral, familiar, social, académico), y por cuestiones biológicas que afectan directamente lo hormonal, en ellas aumenta la necesidad de control para evitar futuros eventos negativos “, describió la psicóloga.
Si bien es difícil cuantificar la ansiedad y el estrés relacionados con el miedo a perderse algo, estudios como el publicado en 2020 por la revista Cyberpsychology Behaviorand Social Networking, demuestran que las personas que pasan más tiempo en las redes sociales tienen un mayor riesgo de sufrir ansiedad social y depresión.
Síntomas y consecuencias
Según un artículo denominado “Miedo a perderse: una breve descripción del origen, fundamentos teóricos y relación con la salud mental”, publicado en la revista científica World Journal of Clinical Cases, el FOMO incluye dos procesos: “En primer lugar, la percepción de perderse de algo, seguido de un comportamiento compulsivo para mantener estas conexiones sociales”.
Entre los síntomas del síndrome se menciona la soledad: “A pesar de las interacciones instantáneas y deseadas con sus seguidores a través de las redes sociales, los jóvenes se sienten más solos y desconectados que nunca”, definió el estudio.
Este sentimiento se acompaña de sentirse inadecuado al compararse con las actividades y la popularidad de los demás en las redes. El FOMO también se relaciona con insomnio, problemas de salud mental, baja autoestima y síntomas depresivos.
“Se asocia con una variedad de experiencias y sentimientos negativos de la vida, debido a que se considera un apego problemático a las redes sociales”, destacó el estudio.
Las notificaciones frecuentes de las aplicaciones implican cambiar de tarea repetidamente, lo que afecta el rendimiento. “Esto afecta la capacidad de atención; interrumpe el trabajo y la productividad general”, recalcó el estudio.
También afecta la alimentación. “Los sentimientos de envidia y exclusión social se relacionan con malos hábitos alimentarios. Además, FOMO al promover un alto uso de las redes sociales,conduce a un estilo de vida sedentario que influye en la epidemia de obesidad en adultos jóvenes”, informó la investigación.
La adicción a la tecnología
La Lic. María Cecilia Palozzo (MN 34964), del staff del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA) explicó a Infobae: “Es importante aprender a utilizar la tecnología correctamente para que sea ella quien esté a nuestro servicio y no al revés. Un buen comienzo es conocer cuáles son los síntomas típicos de un uso compulsivo, cuándo se trata de una adicción, y cuáles podrían ser sus consecuencias. Es importante destacar que no todas las personas son susceptibles de generar una adicción, ya que para que esta se genere se necesitan una serie de factores, entre los cuales se destaca la predisposición o vulnerabilidad”.
¿Cómo detectar si estamos desarrollando una adicción a la tecnología?
La licenciada Palozzo afirmó que el abuso de la tecnología se traduce en una cantidad de sensaciones desagradables y síntomas, como los siguientes:
- La ansiedad comienza a ser marcada, definida, persistente, genera una necesidad urgente por chequear, el celular o la tablet, una y otra vez en cortos periodos de tiempo, o utilizar una determinada app, por ejemplo, un juego.
- Cuando se siente que el uso del smartphone regula el funcionamiento de la vida a tal punto de traer problemas a nivel laboral, socioafectivos o de salud. Por ejemplo, restar horas al descanso sobre todo de noche por estar conectados, no realizar actividad física por el mismo motivo, etc.
- Sentir malestar intenso, angustia e irritabilidad si no se logra conectar o acceder a la app deseada o se corta la conexión.
- Problemas de salud como irritabilidad en los ojos, malas posturas, contracturas severas, dolor de espalda y de cabeza.
Cómo afrontarlo
La licenciada María Cecila Palozzo recomendó: “Tratar de limitar el uso de los smartphones o tablets, prolongando el tiempo entre los chequeos, incluir una rutina de actividad física y apagarlos a un horario determinado antes de irnos a dormir son simples actitudes que podemos empezar a cambiar para disponer mejor de la tecnología en nuestra vida”.
Por otro lado, Martínez Castro indicó: “Cuando afecta la vida cotidiana, cuando se dan síntomas físicos y psíquicos hay que consultar a un especialista porque estos trastornos de ansiedad van evolucionando con el tiempo y no se pueden resolver de otra forma que no sea con un tratamiento adecuado, como la terapia cognitivo-conductual”, indicó.
En el caso de los chicos, señaló que es importante que los padres les pongan límites y “que los incentiven a través de otros recursos para que, movilizados por el aburrimiento, utilicen más su creatividad”, dijo la psicóloga.
“A través de técnicas de psicoterapia cognitiva conductual, se recomienda empezar por apagar los dispositivos por períodos cortos, que con el tiempo se van extendiendo, hasta convertirse en momentos específicos, los de conexión”, explicó Martínez Castro.
Según las especialistas consultadas, la clave está en aprender a controlarse, desprenderse de la tecnología de forma gradual y afrontar de forma aislada las sensaciones y pensamientos negativos derivados de este padecimiento, como pueden ser las crisis de pánico. Y en el caso de los chicos, se aconseja a los padres establecer horarios para un uso correcto de las tecnologías.
“Hay que separar momentos. La noche es para dormir y, por lo tanto, el móvil debe de estar apagado; del mismo modo, que la cena es para comer y no para estar con el móvil”, concluyó Martínez Castro.
Para prevenirlo
- Generar un mayor contacto con el mundo real y uno menor con el mundo virtual. Realizar actividades grupales, sin recurrir a la virtualidad.
- Convenir actividades con amigos: Es importante recuperar y valorar la experiencia de pasar un rato charlando o jugando de forma presencial. De esta forma, se podrá observar que las relaciones en vivo tienen un ritmo diferente a la velocidad de todo lo que ocurre en las redes.
- Practicar actividades al aire libre y en un medio natural. Esto demuestra que hay un mundo mucho más rico y real que el que se muestra a través de las redes sociales. Pasear tranquilamente, sin preocuparse por sacar fotos o selfies en la naturaleza ayuda a la relajación, a la conexión con nosotros mismos, con la vida real, y a relativizar todo aquello que sucede en las redes.
- Aprender a estar presente, identificar prioridades, ser selectivo con los eventos sociales y aprender a decir no, son otras formas de evitar el síndrome del FOMO y vivir una vida más plena y consciente.
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