“Tengo que llevar los chicos al colegio, volver y directo al trabajo. No olvidarme de mandar el mail pendiente. A las 12 reunión. ¡Tengo que pasar por el súper, no hay nada en la heladera! Y sacar turno para el médico, pagar la tarjeta… llamar a mamá a ver cómo está…”. Esta recopilación de acciones diarias, que para algunos podría ser excesiva o imposible, bien podrían ajustarse a las actividades cotidianas que realiza más de una persona.
Es que tener en la cabeza múltiples decisiones que tomar, preocupaciones y tareas puede hacer que una persona se sienta abrumada y agotada. Este mar de pensamientos lleva un nombre: carga mental. Un concepto poco conocido, pero vital para la salud emocional.
“La carga mental es el esfuerzo cognitivo que realizamos en la gestión del trabajo, las relaciones, la familia y el hogar. Es el conjunto de los detalles que tenemos en cuenta a lo largo del día, todos los días. Tiene que ver tanto con las responsabilidades como con las decisiones que tenemos que tomar”, explicó a Infobae la licenciada en Psicología Emilia Canzutti (MN 9171, MP 90400), cofundadora y directora de Momento Cero.
“La carga mental, a veces denominada ‘trabajo de preocupación’ no se trata de las tareas físicas sino de la supervisión de esas tareas. Corresponde a la persona que está a cargo de tener la lista interminable de cosas por hacer constantemente en su cabeza, de anticipar las necesidades, de recordar lo que hay que hacer y cuándo, de delegar todas las tareas a los miembros de la familia y asegurarse de que realmente se hagan. Generalmente, esa carga mental suele recaer más en los hombros de las mujeres, en especial las madres”, describió a Infobae la licenciada Adriana López, psicóloga, (MN 23.655), cofundadora y directora de la misma institución.
Este trabajo mental a menudo pasa desapercibido para los demás, afirma la especialista, pero el estrés que genera produce un desgaste mental y emocional que afecta nuestra salud emocional.
“El ocio, el descanso o la recreación que hacemos o nos imponemos no es suficiente, porque la bruma sigue existiendo y contamina el espacio que necesitamos como verdadera desconexión”, señala López.
Por su parte, Gabriela Martínez Castro (MN 18627), directora del Centro de Estudios Especializado en Trastornos de Ansiedad (CEETA) definió a Infobae que la carga mental tiene que ver con la cantidad de información que estamos manejando día a día los seres humanos que puede ser pasada, presente o futura: “A tal punto nos ocupa la cabeza que, por ejemplo, estamos cocinando y abrimos la heladera para algo y ya no nos acordamos para qué era. Esto nos hace sentir mal, angustiados, tristes, con depresión, problemas gastrointestinales, nos desconcentra, afecta la memoria, porque nos damos cuenta de que nos olvidamos las cosas y esto hace que empecemos a cometer errores o no recordar cuestiones importantes, hace que estemos irritables y la convivencia sea más defectuosa”.
“Además, hace las relaciones personales no sean fluidas ni concentradas. Estamos sumamente atosigados de información por los celulares, las redes y WhatsApp y esto se mezcla con las obligaciones y genera olvidos en trámites, pagos, estudios y trabajo”, expresó la psicóloga y resaltó: “Afecta mucho el rendimiento. Las personas llegan al multitasking en vez de hacer una tarea por la vez. Aparentemente, hacemos muchas tareas pero con un resultado muy pobre. Esto hace que nos sintamos incompetentes, porque vemos que no estamos a la altura de las tareas que estamos haciendo y esto nos lleva a la angustia”.
Un error frecuente es que las personas crean que “son aceleradas”, pero en realidad no es así, dijo Martínez Castro: “Están aceleradas por la gran cantidad de actividades que realizan. Les parece que estar acelerado es algo natural, que corresponde al contexto y a la falta de tiempo, pero en verdad es un síntoma de estrés. Durante los trastornos por ansiedad generalizada la persona se preocupa excesivamente por cuestiones de la vida cotidiana y no puede priorizar, pues le resulta igual de importante la operación de riesgo de un familiar que llegar impuntual a una cita”, explicó la especialista.
El síndrome del pensamiento acelerado
El licenciado en Psicología y sexólogo Mauricio Strugo (MN 41436) explicó a Infobae en una nota reciente que este “estilo de vida” tiene un nombre: síndrome del pensamiento acelerado y así lo describe: “es la manera en la que se vive actualmente, en la que la rareza es vivir cronometrado y tomándose el tiempo para todo, y donde es preferible hacer mucho, cumplir con todo sin importar muchas veces si lo que se hace tiene la profundidad de análisis que requiere” y agregó: “Vivimos girando en esa rueda del hámster porque nos angustia ir más despacio y que de pronto deje de girar y no sepamos qué hacer si nos bajamos de ella”, analizó el especialista.
Strugo considera que “vivir así no es gratuito sino que puede traer graves consecuencias, y lleva a que, por ejemplo, con 40 años, incluso menos, la gente termine avejentada y viviendo en automática, es decir sobreviviendo”.
Y ahondó: “El síndrome del pensamiento acelerado es un tipo de ansiedad cuya característica principal es que el exceso de información, de actividad, las preocupaciones y las presiones sociales aceleran la mente con una intensidad que puede hacernos mucho mal. Lleva a que nunca podamos estar presentes, que siempre estemos un paso adelantado, que vivamos la vida salteando días, más atentos al checklist de hacer todo lo que debemos que a vivir”.
Ejemplos de carga mental en la vida cotidiana
La licenciada Canzutti citó las típicas acciones que sobrecargan nuestra mente:
- Orquestación de actividades en un equipo multifuncional y anticipación y manejo de obstáculos.
- Organizar controles para ver si los miembros del equipo están al día con los proyectos.
- Planificación de menús, hacer listas de compras, hacer compras de comestibles.
- Programación de proveedores de servicios y pago de facturas.
- Planificación de vacaciones en familia o con amigos.
- Recordar los cumpleaños de colegas, amigos y familiares y comprar regalos o celebrarlos de otra manera.
- Hacer un seguimiento de las tareas diarias relacionadas con la crianza. Esto incluye cosas como ropa y almuerzos, citas médicas, tareas escolares, actividades después de la escuela y reuniones para jugar, así como el bienestar emocional y el desarrollo de los niños.
- Necesidad de pedir ayuda siempre a un colega o a la pareja porque no se ofrecen como voluntarios ni hacen las cosas de forma proactiva.
- Tener que ofrecer elogios o mantener el ego y el bienestar de un colega, líder o su pareja cuando están realizando las tareas del día a día.
En el lugar de trabajo
En el terreno laboral, la carga mental se define como los requerimientos mentales, cognitivos e intelectuales con los que lidia el trabajador a lo largo de la jornada. Es, en resumen, el esfuerzo mental necesario para sacar el trabajo adelante.
“Allí, la carga mental es el esfuerzo cognitivo involucrado tanto en el manejo de nuestras responsabilidades, como en el trabajo extra y los deberes que se asumen. Este trabajo adicional ayuda a garantizar que el lugar de trabajo funcione sin problemas”, explicó López, quien citó ejemplos de carga mental en el lugar de trabajo:
- Recordar a los colegas que se encarguen de las tareas esenciales.
- La necesidad de elogiar a los colegas por hacer frente a las tareas necesarias.
- Hacer el trabajo para programar reuniones, generar enlaces de videollamadas, reservar salas de reuniones, garantizar la asistencia y tomar notas.
- Edición y formato de los informes del equipo para hacerlos presentables antes de enviarlos a la gerencia.
- Ser el primer miembro del equipo en romper el hielo en las reuniones o durante las llamadas de Zoom.
- Planificación de eventos después del trabajo, tarjetas de cumpleaños de colegas y el calendario social del equipo. “El problema de asumir responsabilidades adicionales que no forman parte de la descripción del trabajo principal es que se suma a la carga mental existente. Esto podría dañar la salud y bienestar en general hasta el punto del agotamiento”, explica Canzutti.
“Esa tensión continua por la preocupación de no llegar con todo, nos genera un estrés constante, agobio y frustración. Si no logramos equilibrar y aliviar nuestra carga veremos afectada nuestra motivación, concentración, y, por ende, nuestra eficacia y productividad”, advierte López.
Consejos para aliviarse
“Es muy importante tener una agenda de papel (porque al cerebro, desde el punto de vista de las neurociencias, le gusta más) y anotar en ella las tareas. Si lo tenemos solo en la cabeza gastamos energía mental para no olvidarnos, esto genera más carga mental. Esto le quita capacidad a la memoria. No solo estamos preocupados por hacer esa tarea sino también por no olvidarnos de hacer esa tarea. Está comprobado que la agenda del celular no es tan efectiva como la de papel para nuestra organización”, explicó Gabriela Martínez Castro, quien remarca la importancia de hacer de a una cosa a la vez. “Empezar una cosa y terminarla. Así nos organizamos mejor y aliviamos más. Tener la carga psíquica de no olvidarnos nos aumenta la ansiedad”, señaló.
En el ámbito del hogar, es imprescindible organizar y repartir las tareas entre todos los miembros de la unidad familiar.
“En nuestra experiencia profesional con empresas nos hemos encontrado con varios casos en los que personas mostraban agotamiento mental y emocional producto de esta carga mental. Pudimos observar que realizando algunas modificaciones lograban alivianar la carga y recuperar el estado de ánimo y el bienestar”, explicó Canzutti.
Algunas sugerencias de las especialistas:
- Realizar una planificación de las tareas, priorizando lo que es urgente de lo que no lo es.
- Delegar a sus compañeros de trabajo o miembros de su familia no solo la tarea sino también la responsabilidad de las mismas.
- No asumir más responsabilidades de las que podemos cargar. Aprender a decir que NO
- Encontrar tiempo para realizar actividades que nos den placer y priorizar nuestro descanso.
- Mientras realizamos nuestras tareas mantener nuestra mente en el aquí y ahora, es decir manteniendo la concentración en la misma.
- Para muchos es invisible hasta para ellos mismos.
La ayuda del mindfulness
Este tratamiento permite controlar las emociones y disminuir el estrés y la ansiedad. Requiere prestar atención al momento presente, realizar ejercicios de meditación y ser conscientes y comprometidos para obtener los mejores resultados.
“Se utiliza como un entrenamiento integral entre la mente y el cuerpo, a través del cual se incorporan la apertura de los sentidos, el cuidado corporal, los movimientos suaves del yoga y las meditaciones formales e informales. Estas actividades, aplicadas con frecuencia y a largo plazo, generan cambios positivos registrados en la mente del paciente, el cual asume el compromiso de optar por un rol activo en el cuidado de su salud”, explicó Martínez Castro.
“Cabe destacar que el mindfulness y su efectividad han sido comprobados científicamente, gracias a los estudios de neuroimagen realizados en los pacientes durante los ejercicios de meditación, los cuales han demostrado una notable actividad de la corteza prefrontal. Es la corteza aquella estructura que nos permite elaborar la información de manera consciente, no automática, evaluar los significados y entonces poder determinar una acción y una emoción acorde a la evaluación hecha”, concluyó la especialista.
Seguir leyendo: