Desde hace tiempo se conoce la asociación entre depresión y dolor. Las estadísticas estiman que entre un 20 a 30% de pacientes con depresión mayor tendrán episodios de dolor y hasta un 50% de los pacientes con dolor crónico desarrollarán, a o largo de su enfermedad, un trastorno depresivo, cifra que se incrementa si además se suman: trastorno de pánico, fobias, personalidades temerosas u obsesivas; todos cuadros clínicos con un mal manejo de la ansiedad.
¿Qué es la fibromialgia?
La fibromialgia uno de los trastornos que certifica la relación entre las emociones displacenteras y el dolor. Se la considera un conjunto de síntomas y signos (síndrome), caracterizado por la presencia de dolor crónico intenso (con más de tres meses de evolución), con puntos específicos en la zona cervical, lumbar y con frecuencia también en manos, rodillas, tobillos, pies, etc.
Junto a estos síntomas se presentan otros de índole psicológica: insomnio o sueño no reparador, fatiga fácil, pérdida de la concentración y la atención, fallas en la memoria, disminución de la líbido y un estado de preocupación constante que gira en torno al fenómeno de dolor.
Las personas afectadas por el síndrome refieren sentir que los músculos “están retorcidos”, “duros como piedras” o bien que “son atravesados por un cuchillo”, todas imágenes que acompañan a las sensaciones dolorosas.
El síndrome es más frecuente en mujeres en una proporción aproximada de 8 a 10 mujeres por cada hombre afectad. Se estima que la padecen entre 3% a 4% de la población general.
Puede iniciarse luego de una situación traumática de distinta índole: accidentes, infecciones virales, conflictos familiares, de pareja, laborales, etc.
¿Cuáles son las causas más profundas?
No se conocen las causas profundas de la fibromialgia, aunque la hipótesis más aceptada es la alteración del sistema nociceptivo, es decir, las vías del sistema nervioso que elaboran el dolor en nuestro cuerpo.
Este sistema discrimina los diferentes estímulos (físicos, temperatura, heridas) y nos prepara para afrontar una situación que conlleva dolor (como por ejemplo ir al dentista).
En las personas sanas existe un umbral que las preserva, dándole el tono preciso —y real— al estímulo desagradable. En cambio, las personas con fibromialgia, tienen un umbral muy bajo a dichos estímulos, convirtiendo mínimos eventos, sin implicancia clínica, en síntomas molestos e incapacitantes.
Con el tiempo la afectación es cada vez mayor y la interpretación patológica de los factores provenientes del medio se exacerban, haciendo difícil la resolución de problemas cotidianos, o dificultades en las relaciones sociales, cansancio fácil, visión catastrófica de la vida, irritabilidad, impaciencia, baja estima, sensibilidad a la luz y a los olores, etc.
Una vez que el sistema nervioso se sensibilizó (fenómeno de sensibilización central ) se van desarrollando en cascada todos los síntomas, sin que exista, o el paciente no reconozca un motivo desencadenante.
Cuál es el tratamiento para la fibromialgia
Hasta el momento la fibromialgia no tiene un tratamiento que la cure, no obstante se pueden aliviar los síntomas permitiendo mejorar la calidad de vida. Es un síndrome que requiere de una evaluación profunda, tanto física (médicos clínicos, reumatólogos) como psicologo/psiquiátrica.
Es necesario abordar los síntomas dolorosos y la interpretación anómala que se tienen de los mismos, así como un cambio en los hábitos de vida, reduciendo el estrés y la vivencia de incapacidad para afrontar la vida diaria.
En la actualidad existen tratamientos farmacológicos aprobados para calmar los síntomas de la fibromialgia, pero su indicación y posología debe ser siempre controlada por el médico.
*Walter Ghedin, (MN 74.794), es médico psiquiatra y sexólogo
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