Desde el nacimiento hasta los tres años: ¿qué tienen los bebés en la cabeza?

Acompañar a los hijos en su desarrollo es un camino maravilloso y lo mejor es potenciar y valorar sus enormes avances diarios. Desde mirarlos y dialogar hasta ser afectuosos y estimularlos son claves en su crecimiento

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El bebé va creando su
El bebé va creando su mundo, con ayuda de los significantes otorgados primero por la madre y luego por los otros "Otros" / (Getty)

La impotencia total del recién nacido, su fragilidad, le otorgan una posición privilegiada que obliga a su entorno a transformarse para llevar adelante lo que el bebé no puede hacer por sí mismo y le es indispensable para no morir, en principio, y para desarrollarse, después.

La psicología y el psicoanálisis han investigado de diversas formas y con diferentes métodos la subjetividad infantil. Es decir, han intentado comprender cómo piensan los niños y niñas desde bebés.

Se logró representar y conceptualizar la larga transformación del estado de desamparo inicial del cachorro humano en sujeto hablante y de qué forma va logrando autonomía, independencia y diferenciación. Esta estructuración del psiquismo es posible por la conjugación de sus capacidades nacientes y el funcionamiento de su entorno humano.

La madre (es decir el primer “Otro” del cuidado) se transforma de sujeto en objeto. Renuncia a su autonomía para convertirse en aquello que el bebé necesita. El infante se vuelve, como expresó Sigmund Freud, en “his majesty the baby” (Su majestad, el bebé). Todo alrededor se preparará para contener la inermidad y acompañar paso a paso su crecimiento.

El bebé desconoce su total
El bebé desconoce su total dependencia y así logra vivir. En estas primarias experiencias no discrimina entre yo - no yo / (Photo by Tim Clayton/Corbis via Getty Images)

El bebé, dice Donald Winnicott, desconoce su total dependencia; y en su omnipotencia alucinatoria logra vivir. En estas primarias experiencias no discrimina entre yo - no yo.

La noción de tú y yo, que marca la presencia de la cultura y el lenguaje, inaugura una instancia tercera: una separación entre él y el otro.

Por ejemplo, es un verdadero logro poder responder a la pregunta que les hacemos comúnmente: “¿Quién es ese?”, luego de la asunción de la imagen propia en el espejo. “Yo”, dice y con ello marca una diferencia abismal en el desarrollo psíquico.

El bebé va creando su mundo, con ayuda de los significantes otorgados primero por la madre y luego por los otros “Otros”. Interpreta esa información y la metaboliza como mejor le parece y así va creando su forma de ser, su carácter y su identidad.

Cuando empieza a desarrollar las
Cuando empieza a desarrollar las habilidades motoras, el bebé comienza a patear y a mover los brazos y las piernas de manera más intencional. Es probable que se pueda dar vuelta y levantar la cabeza cuando están acostados boca abajo / Archivo

Los niños y niñas siempre desbordan la capacidad de la madres y de los cuidadores de atender todos sus intereses y necesidades, por ello deben buscar el intercambio humano, un más allá de la mamá que le posibilita no solo el desplazamiento físico sino una búsqueda activa de relación con los otros y la forma de adueñarse del lenguaje de una manera singular, la propia.

Piensan desde que nacen

Esos primeros pensamientos, se los ha llamado protopensamientos, y se tratan de sensaciones que se vinculan a sus experiencias corporales: hambre, frío, comodidad, malestar, sueño, entre otros.

A partir del cuarto mes, el bebé logra hacer movimientos voluntarios y viendo activamente el entorno. Se lo ve con la carita seria y concentrado observando un rostro o un objeto. Comúnmente, se describe la mente de los niños y niñas como esponjas por su capacidad de absorción de conocimientos y es así. Entre los cuatro y cinco meses ya habrá aprendido sobre algunas relaciones causa-efecto. Irá adquiriendo más conciencia del mundo que lo rodea y buscará explorarlos.

En esta etapa desarrolla también las habilidades motoras. El bebé comienza a patear y a mover los brazos y las piernas de manera más intencional. Es probable que se pueda dar vuelta. La mayoría de los bebés de esta edad levantan la cabeza cuando están acostados boca abajo y quieren mirarlo todo.

Entre los cuatro y cinco
Entre los cuatro y cinco meses ya habrá aprendido sobre algunas relaciones causa-efecto e irá adquiriendo más conciencia del mundo que lo rodea, por lo que buscará explorarlos / (Getty Images)

A la edad de 6 meses, muchos bebés comienzan a sentarse solos, después de que se los pone de pie, en búsqueda de conocer más y más el entorno y sus posibilidades. También coordina cada vez mejor las manos y la visión. El bebé toma el sonajero y aprisiona los dedos de quien se acerca. Todo lo que está a su alcance puede terminar en su boca. No se trata solo de saborear objetos sino de conocerlos profundamente.

A esta altura también logra distinguir los tonos rojos, azules y amarillos. Se los puede encontrar centrados en un juguete o en la estela de una luz o brillo. También puede seguir el recorrido de una pelota o un autito con mucha atención.

Desde aquí se comienzan a convertir en grandes charlatanes. Balbucean sonidos y letras. Usan esos sonidos para expresar alegría, disconfort y enojos. Algunos ya reconocen su nombre. La habilidad mental de los bebés aumenta con la estimulación de los sentidos y experiencias que viven. A medida que va descubriendo el mundo sus habilidades también crecen.

Los primeros pensamientos del bebé
Los primeros pensamientos del bebé se los llama protopensamientos, y se tratan de sensaciones que se vinculan a sus experiencias corporales / (Getty Images)

Entre los seis y los siete meses, empieza a desarrollar la memoria. Asocia ciertas actividades con sensaciones agradables o desagradables. Puede ser el sonido de un juguete o el hambre y comienza a rememorar.

A partir de los 10 meses irá adquiriendo la habilidad del habla, aunque está inmerso en el lenguaje desde antes de nacer. Ampliar el lenguaje le permite nuevas operaciones mentales y nuevas interacciones. Se profundiza su espíritu investigador y se concentra en las relaciones de causa-efecto de sus acciones, las de los demás y comienza a actuar de manera intencionada.Tirar un juguete varias veces y lograr que alguien lo recoja para volver a tirarlo, recibiendo con júbilo el regreso. También golpea el sonajero para conseguir el sonido deseado. Responde a las emociones, le teme a los rostros extraños y escudriña cada gestos en el otro, intentando comprender.

Sobre el año empieza a desarrollar la capacidad de representación o función simbólica: algunos objetos ya tienen su palabra asociada, por ejemplo, los perros serán los “guau-guau”, los gatitos “miau miau” o pedirán “la mema” .

Al hablar con los bebés
Al hablar con los bebés y los niños pequeños se les pueden hacer preguntas o describirles las acciones que haremos / (Getty Images)

Comienza también la imitación de conductas, arrulla y tapa a sus muñecos, imita conversaciones de adultos con un parloteo acelerado y muestra empatía hacia los sentimientos de los demás. Los bebés, además, son seres muy generosos y solidarios y siempre están dispuestos a ayudar a los demás.

A partir de los tres años, los niños y niñas pueden cumplir consignas y su pensamiento es simbólico. Poco a poco va logrando atribuir intenciones, creencias y motivaciones (que sean distintas de las propias ) a los demás. Logra poder pensar conceptos más abstractos como la muerte y el amor, y crece su relación con otros entornos, como son el jardín de infantes, por ejemplo. Comienza toda el área de negociaciones, pactos, roles de género, es decir puede detectar que se espera de él o de ella en cada espacio.

La primera infancia es el espacio fundante del psiquismo infantil y la estructura de todo lo que vendrá después. Las enfermedades, accidentes, pérdidas, desamparos y violencias malogran este desarrollo. Por ello es muy importante saber que los niños y niñas “no son de goma” como se ha creído durante tanto tiempo y estos factores negativos afectan en el desarrollo de su cerebro y su comportamiento.

Leerles cuentos les encanta, sobre
Leerles cuentos les encanta, sobre todo cuando se repiten, ya que de esta manera se promueve el desarrollo del lenguaje y del pensamiento / (Getty)

Es importante saber que los bebés y niños pequeños también son sujetos plenos de derecho y eso implica que se debe respetar su singularidad y acompañarlos en el descubrimiento del mundo y de la forma que cada uno necesite y en sus propios tiempos personales.

Algunos consejos

- Hablar con los bebés. Se le pueden hacer preguntas, describirles las acciones que haremos como: “Ahora vamos a preparar la comida”.

- Reaccionar a los gorjeos y gorgoritos, esa es su forma de comunicarse. Responder con palabras simples y mirándolo, así sabrá que los estamos escuchando y prestando la atención que merece.

-Bailar y cantar con los bebés. A ellos les encanta la música, los divierte y educa.

- Leerles: les encantan las historias, sobre todo cuando se repiten. Esto promueve el desarrollo del lenguaje y del pensamiento. Podemos describir lo que pasa en cada página, mostrándoselo, señalando y nombrando las ilustraciones.

- Las caricias suaves y los besos tiernos pueden ayudar a que el bebé se sienta seguro, protegido y amado. Cuando lo sostengamos o acunemos hablarle en voz baja o cantarle canciones calmantes.

- Cuando los cambiemos contarle qué están haciendo juntos. Podemos mostrarle su ropita. Se trata de su cuerpo y es importante que participe y que aprenda a cuidarlo y respetarlo.

*Sonia Almada es Licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Participa como divulgadora de temáticas de infancias y juventudes en diferentes medios de comunicación. Fundó en 2003 la asociación civil Aralma desde donde impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de “La niña deshilachada”, sobre prevención de las violencia sexual en la infancia; “Me gusta como soy”, sobre prevención del acoso escolar de literatura LIJ y “La niña del campanario”, una obra de no-ficción.

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