La maternidad es una etapa bisagra para cualquier mujer: está claro que la vida da un giro incluso antes del momento del parto. Afrontar este momento puede ser gratificante para algunas personas, sin embargo, para otras no es tan fácil de sobrellevar.
En ese marco, la depresión es un cuadro muy frecuente, según observaron los profesionales consultados por Infobae, que dejaron una serie de recomendaciones para lidiar con la angustia y la incertidumbre -a las que consideran normales en esta etapa- y, así, disfrutar de la crianza.
“En muchos casos, la depresión precede al embarazo y continúa después. Puede suceder que los obstetras no lo tengan en cuenta y no se diagnostique, porque algunas mujeres no lo hablan: consideran que si no están contentas por dar a luz son malas madres y sienten como culpa o algo que las desacomoda ante las expectativas ajenas”, explicó la doctora Elsa Wolfberg, psiquiatra y miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
¿Cómo abordan desde el psicoanálisis a estos cuadros? ¿Cuáles son las herramientas para sobreponerse? “Solemos tener intervenciones de soporte, de aliento, ayudando a las madres a tener expectativas. Los consejos, en general, son que la mujer se deje guiar por sus anhelos, por su sensibilidad y no por el modelo de madre perfecta, porque eso no existe. Hay que pensar que con la maternidad se inicia un nuevo ciclo vital”, precisó Wolfberg.
En segundo término, la psiquiatra llamó a que las mujeres embarazadas o en proceso de crianza “traten de compartir su experiencia con pares. Con ese fin, hay muchas entidades que acompañan y tienen la disponibilidad y la intuición de ver cómo se siente cada persona. Es un soporte enorme compartir con otras embarazadas las incertidumbres y los miedos armando grupos para acompañarse con la coordinación de una profesional”.
Por su parte, Josefina Saiz Finzi, psicoanalista miembro de APA y especialista en crianza, en diálogo con Infobae, sumó: “La depresión durante los embarazos es un tema muy serio y, además, observable con la fineza diagnóstica que está en los profesionales que trabajamos con datos de investigación. Hay situaciones que vienen de atrás, del pasado, sobre duelos, pérdidas o situaciones penosas como migraciones y violencia familiar”.
Ante esta situación, la especialista brindó un consejo: “La madre deprimida no puede estar sola. Debe tener un grupo familiar que la ayude y la acompañe, ya sea familia directa o cuidadores que estén cercanos a los bebés siendo parte de la red de contención. Además, hay que concientizar a través de charlas, espacios terapéuticos y estudios científicos”.
Bajo estos preceptos, la profesional postuló: “Nosotros tratamos de orientar hacia la salida de la depresión con las charlas y conversando sobre lo que sienten las madres. Esto nos dio resultados muy buenos. Hablar y abrirse es terapéutico. Hay que desmitificar al embarazo como el estado ideal y maravilloso de una madre; es una situación con muchas alternancias, sentimientos y dificultades. El embarazo puede solapar una situación que no se ve porque, a veces, la embarazada no habla de sus estados de ánimo y no es esperable que alguien esté deprimida en esta etapa ya que en teoría es una situación amorosa, festiva y deseada. Sin embargo, no siempre resulta así”.
A su turno, María Teresa Calabrese, endocrinóloga, psiquiatra y psicoanalista, le dijo a Infobae: “Un factor muy importante es prepararse mentalmente para lo que va a venir. Si uno no está preparado, ese psiquismo arrasa y es difícil crear los mecanismos de defensa necesarios para pasar esta etapa de la crianza de la mejor manera posible”.
Para Calabrese, la maternidad implica “un cambio muy grande. Un hijo es para toda la vida y, tal como dicen algunas pacientes, hay que estar 24/7 atento a una persona que va a depender totalmente de los adultos. No solo de la mamá: también es importante que el padre participe de la crianza y no piense que esto es algo solo de la madre. De lo contrario, no hay mente ni cuerpo que alcance y ahí aparecen las tendencias a la ansiedad o a la depresión”.
En ese tono, la experta apuntó: “El rol del obstetra, del pediatra o del neonatólogo es muy importante para crear espacios donde los padres se puedan explayar sobre lo que está pasando y, en caso de ser necesario, derivar a una consulta con un psicoanalista especializado en esta problemática. En ese caso, se suele trabajar con la pareja, con el bebé, con los abuelos o con quien sea necesario para ayudar a que esto no lleve a una depresión postparto o, lo que es más grave aun, a una psicosis”.
La depresión y sus efectos en la crianza
Recientemente, un estudio científico realizado por expertos de la Universidad de Missouri, en Estados Unidos, aportó datos relevantes sobre los efectos de la depresión en la maternidad. El trabajo, que fue publicado en la revista especializada Infant and Child Development, planteó que las madres “con cuadros depresivos tienden a tardar más en responderle a su hijo durante el diálogo de ida y vuelta entre ellos”.
Nicholas Smith, uno de los autores de la investigación, explicó: “El hallazgo significativo fue que las madres que estaban más deprimidas tardaron más en responder a sus hijos en comparación con las madres que estaban menos deprimidas. Las madres y los niños están sincronizados. Los niños que fueron más lentos para responder a su madre a menudo tenían madres que eran más lentas para responder al niño, y los niños que eran más rápidos para responder a su madre tenían madres que eran más rápidas para responder al niño”.
Para llegar a aquellas conclusiones, Smith y sus colegas escucharon grabaciones de audio de más de 100 familias que participaron en un programa de desarrollo infantil para niños de entre 14 y 36 meses con ingresos familiares iguales o inferiores a la línea de pobreza en Estados Unidos. Algunas de las madres involucradas estaban luchando contra la depresión y, en estos casos, los expertos documentaron cuánto tiempo pasó entre las respuestas de los diálogos con los hijos.
“Encontramos que la brecha de tiempo entre las respuestas, en general, se acorta entre la madre y el niño a medida que el niño crece, y también encontramos que el tiempo de la madre tiende a predecir el tiempo del niño y viceversa”, describió Smith. Y sumó: “En el futuro, planeamos estudiar más a fondo el tiempo de respuesta del diálogo de las mismas personas que se registraron en este estudio cuando los niños estén en prejardín de infantes y también cuando estén en quinto grado de la primaria para examinar cómo se manifiestan estos efectos más adelante”.
Según el autor, “el objetivo general es comprender mejor cómo funciona la interacción madre e hijo, así como los mecanismos subyacentes y los factores potenciales que están en juego en esos casos”. En ese tono, Smith cerró: “Una vez que identifiquemos qué factores impulsan los resultados de desarrollo exitosos y qué factores potencialmente perjudican el desarrollo de los niños, podemos identificar mejor a los que están en riesgo y luego adaptar las posibles intervenciones”.
A la hora de analizar los resultados de este estudio, la doctora Wolfberg consideró: “El diálogo infantil inicial suele ser a través del lenguaje no verbal. Lo que importa para el niño es la cadencia y la tonalidad de la voz, no las palabras y el significado. Si la mujer está deprimida, no tiene la expresividad y el diálogo emocional con su hijo y se vuelve como inexpresiva. En esta etapa, hay una consonancia entre la intención del niño y la necesidad de que el adulto lo acompañe en esa intención. De lo contrario, el niño empieza a desesperarse y llora”.
En el mismo plano, Saiz Finzi remarcó: “Si hay depresión, hay un riesgo para el post parto. Cuando la madre tiene al bebé, necesita de su sensibilidad materna para captar necesidades, y la depresión la puede retirar de esa capacidad maternal. Entonces, este es el primer riesgo que encontramos. Además, puede ser una madre que no contiene sus emociones y no puede ayudar al niño a que él mismo regule las suyas. Estos bebés pueden quedar, en algunos casos, muy ligados a la tristeza de su mamá y responden a lo largo de la vida con actitudes y conductas que favorecen una posible depresión para él”.
Para cerrar, Calabrese añadió que la depresión puede influir e impactar en el recién nacido: “Se vuelve más inseguro y le cuesta evolucionar. Los bebés con papás que están pasando por situaciones muy difíciles alcanzan más tarde la maduración. Por lo tanto, es muy importante el abordaje de la situación para prevenir problemas cognitivos en los niños”.
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