Bien sabido es el dicho de prevenir es curar. La medicina se ha especializado y lo sigue haciendo en cada vez mejores controles médicos que anticipen enfermedades, por lo que los chequeos médicos rutinarios son clave para tener una vida saludable.
Sin embargo, ya sea por las necesidades inmediatas y no importantes, la falta de tiempo, y también el cada vez más difícil acceso a la salud para personas vulnerables, muchas veces se dejan postergados estos estudios vitales para la persona. Al dejar de lado estas costumbres de anticiparse a una enfermedad, las personas pueden volverse vulnerables y presentar enfermedades que en un inicio no presentan síntomas. Se dice que el 90% de los chequeos oportunos pueden diagnosticar enfermedades que en la mayoría de casos son asintomáticas.
Pero, ¿con qué periodicidad hay que someterse a esos chequeos? ¿Y hasta qué punto son determinantes para librarse de padecer ciertos problemas de salud? Los médicos precisan que hacer estos chequeos con una frecuencia anual es lo ideal, ya que así se pueden analizar diversos factores como riesgos comunes de la edad, estilo de vida y antecedentes familiares. Además otros exámenes buscan directamente patologías cardiovasculares, respiratorias, hematológicas, gastrointestinales, entre otras.
Ante todo, hay que tener claro que no es lo mismo un chequeo básico y preventivo que otro más complejo y que incluya pruebas específicas.
“Nos encontramos comenzando un año y para nosotros a cargo de los chequeos generales, es una época de mucho trabajo. La gente comienza el año formal después de las vacaciones con la meta en hacer deporte en forma profesional, recreativa o también lo solicitan para sus hijos en etapa escolar, ya que los colegios piden los aptos físicos para realizar educación física”, explicó a Infobae el doctor Carlos Rodríguez Correa, Jefe de Ecocardiografía del Centro de Diagnóstico Rossi.
Y agregó: “El apto físico tiene que tener en cuenta la edad, el sexo y que cada persona es una singularidad, con un cuerpo propio y distinto a otros, con antecedentes familiares y con un objetivo concreto que puede diferir de otra persona, ya que la actividad física que realizará y su edad son distintas a las realizadas por otras personas. No es lo mismo una persona de 40 que quiere hacer pilates, que un chico de 15 años federado que quiere hacer rugby. La exigencia es distinta. La consulta médica implica un interrogatorio.
Respecto a los estudios vinculados al corazón, Correa precisó que se toma la frecuencia cardíaca, se realiza una auscultación, un holter de arritmia y holter de presión arterial y un electrocardiograma. “A partir de allí se hacen otros estudios más complejos si es necesario en función de la edad, antecedentes y la práctica deportiva a realizar. Los mismos incluyen una prueba ergonométrica (prueba de esfuerzo que controla los factores hemodinámicos) y un diagnóstico por imágenes que incluye Ecodopler cardíaco (ecografía del corazón) que se realizar con la persona en reposo, y en algunos casos determinados, un Ecoestrés que implica la combinación de las dos prácticas (ecodopler y ergometría)”, sostuvo el experto cardiólogo.
Y concluyó: “En dos horas se puede hacer un chequeo general médico, que incluya el examen cardíaco, un análisis de laboratorio, una ecografía, radiografía de tórax y cuestionario médico. Cada estudio es un punto de escisión. Todas las estrategias y prácticas diagnósticas tienen que ser puestas en el contexto del paciente. Cada estudio que se agrega a la historia clínica, entrega más información”.
“La principal finalidad del chequeo periódico de salud es la de conocer y analizar el estado de salud de una persona, brindándole la información y asistencia necesaria. Esto conlleva la detección de los principales factores de riesgo para la prevención de enfermedades, o el diagnóstico precoz de diferentes patologías, con el propósito de reducir la morbilidad y la mortalidad. Si bien el objetivo es el mismo independientemente del paciente, lo que si va cambiando es lo que se tiene que hacer, ya que no es el mismo el nivel de control que hay que tener sobre un bebé, que sobre un niño o un adulto. En general, los chequeos van disminuyendo la frecuencia con la edad”, afirmó a Infobae Gabriela Felippa, directora de la Licenciatura en enfermería de la Universidad ISALUD.
Y resaltó que los distintos controles que se sugieren varían dependiendo de cada franja etaria, ya que estos determinan el surgimiento de algunos problemas más específicos. Pero más allá de estas particularidades, temas generales como vacunación, alimentación, hábitos, trabajo y sus condiciones, deberán ser tenidos en cuenta: “Cada uno de estos indicadores incide en las formas de enfermar de la persona y hay que tenerlas en cuenta al momento de hacer controles de salud”, destacó y enumeró la periodicidad de los controles según la edad.
-Las mujeres embarazadas deberán realizarse los controles prenatales en cada trimestre del embarazo.
-Los recién nacidos sanos desde el nacimiento y hasta el año de vida con una periodicidad mensual.
-Niños y adolescentes con la especificidad de frecuencia de acuerdo a la edad, referidas siempre a controlar el crecimiento y desarrollo y la educación de hábitos de vida saludables.
-Adultos sin presencia de síntomas y sin factores de riesgo menores a 45 años, cada año y medio o dos años.
-Personas asintomáticas sin comorbilidades de 50 años o más, una vez al año.
-Los mayores de 50 años sin síntomas, pero con comorbilidades (por ejemplo: diabetes, hipertensión, entre otras) o con antecedentes familiares de enfermedades crónicas, cada 6 meses o según indicación médica.
Los análisis “deben revisar, al menos, las cifras de glucosa, colesterol, creatinina (para evaluar la función renal), las defensas (leucocitos o glóbulos blancos) y descartar una posible anemia (cifras de hemoglobina). Dependiendo del resultado de la anamnesis y la exploración inicial, pueden estar indicadas otra serie de pruebas complementarias en cada caso concreto. Eso sí: el beneficio para la salud no está en los chequeos médicos o pruebas realizadas en sí sino en la mejora de los hábitos de vida”.
A este chequeo tipo se van añadiendo pruebas o especificaciones según la década de la vida. Además, y en todos los segmentos, los expertos recomiendan tener en cuenta otros chequeos o revisiones, como la de la vista y la odontológica, una vez al año.
Por otra parte, la doctora Karin Kopitowski, jefa de servicio de Medicina Familiar y comunitaria del hospital Italiano de Buenos Aires explicó a Infobae que hay otra mirada sobre el examen periódico de salud hoy en día que es la de controlarse pero en forma precisa y no someter al cuerpo a exámenes innecesarios.
En medicina tenemos el principio de ‘primero no dañar’ y que para buscar una enfermedad se deben cumplir ciertas cosas. Hay exámenes médicos que muchas veces se piden y no son necesarios, como un Papanicolao después de los 65 años. O que este estudio se haga anualmente, cuando lo correcto sería cada tres años. Tampoco son necesarias las ecografías transvaginales de rutina, ya que están desaconsejadas. En cambio sí, hay que hacer foco en prevenir situaciones como el tabaquismo o el uso de cinturón de seguridad, que previenen millones de muertes anuales.
Estudios entre los 20 y los 35 años
-Examen clínico físico completo con interrogatorio exhaustivo sobre antecedentes familiares y personales de enfermedades o síntomas, registro de signos vitales (presión arterial, pulso, reflejos, etc.) ,control de peso corporal, diámetro de cintura, altura, índice de masa corporal, auscultación cardíaca y pulmonar, palpación de tiroides y de abdomen así como examen de pies
-Sangre: para detectar anemia, infecciones, glucosa, leucemia u otro tipo de cáncer. Se requiere un hemograma completo, hepatograma, colesterol LDL, triglicéridos, glucemia, HbA1c, uricemia, creatininemia y orina completa y de 24 hrs. Además se pueden solicitar otros parámetros como medición de minerales (hierro, calcio, fósforo, sodio, potasio, etc.) y vitaminas (D, B12, C, etc.), hormonas tiroideas, andrógenos, estrógenos, antígeno prostático.
-Colesterol: suele estar incluido en el examen de sangre. Por lo menos hay que hacerse uno a partir de los 20 años. El colesterol es óptimo si mide de 200 para abajo, pero si está en 240 o más, ¡cuidado!, tu médico probablemente indicará que debes hacer un cambio de hábitos. También se hace al menos una vez durante el embarazo.
-Presión arterial: se recomienda medirla cada dos años si ronda los 120/80. Si está entre 120/80 y 130/89, habrá que hacerse el examen cada año; pero si es superior, el especialista te indicará métodos para bajarla. A las embarazadas se les toma la presión en cada visita al obstetra.
-Examen cardiológico (electrocardiograma, ergometría y eventualmente döppler vasos cuellos, cardíaco, miembros inferiores, etc.
-Peso: este es un examen de rutina. Tanto el exceso de kilos como el faltante traen problemas de salud. Como con la presión arterial, si estás esperando un hijo, el obstetra te pesará cada vez que lo visites.
-Orina: se suele solicitar cada dos años para detectar infecciones urinarias, controlar la diabetes y ver cómo funcionan los riñones. Te lo harán hacer al menos una vez durante el embarazo.
-Papanicolau y colposcopia: con el pap se detectan algunas infecciones vaginales; la colposcopia observa el estado del tejido del cuello uterino. Todas debemos hacernos este estudio a partir de iniciadas las relaciones sexuales una vez al año y de por vida.
-Lunares: pídele al dermatólogo que los mire. Si hay alguno con colores diferentes o de forma extraña te indicará un estudio más exhaustivo.
Entre los 36 y 65 años
A los estudios anteriores hay que agregar:
-Mamografía: a partir de los 40 años, todos los años para detectar si hay tumores.
-Ecografía mamaria: suele indicarse a partir de los 45 años, pero queda a criterio del ginecólogo.
-Ecografía transvaginal: con este examen se estudia el útero, los ovarios y las trompas de Falopio con detalle y se observa si hay quistes o tumores. Se lo solicita a las embarazadas y en forma anual a quienes tengan más de 50 años.
-Examen colorrectal: a partir de los 50 años hay que hacerse pruebas para descartar o detectar cáncer de colon y de recto.
-Diabetes A1c: es habitual que se solicite cada 3 años a partir de los 45. Este examen informa la cantidad que hubo de glucosa en sangre entre las 8 y las 12 semanas anteriores al estudio.
-Tiroides: el primer examen lo hace el médico palpando el cuello para detectar si la glándula tiroides tiene un tamaño normal o verificar si hay nódulos.
-Densitometría ósea: sirve para medir la densidad de calcio de los huesos; detecta la posible presencia de osteoporosis y de riesgo de fracturas óseas. Tu doctor determinará cuál es el mejor momento para realizarlo de acuerdo a tu historia clínica.
-Radiografía de tórax: cada dos años las no fumadoras y en forma anual las fumadoras.
-Prueba de esfuerzo ergométrica: para ver cómo anda el sistema cardiovascular. Tu médico dirá cuándo y cada cuánto tienes que hacerla.
De los 66 años en adelante
Todos los estudios anteriores. Lo óptimo es hacerse los clínicos cada seis meses, que serán más detallados y personalizados.
-Control gastrointestinal: se solicitarán gastroscopías y colonoscopías cada 5 años.
Además hay que tener completo el calendario de vacunación en niños y adolescentes. Y en la adultez, tener aplicadas las vacunas: doble Adultos, esquema completo de Hepatitis B, vacuna antigripal para mayores de 65 años, vacunas de viajeros específicas y COVID con refuerzos al día.
Chequeos pos COVID
Si una persona tuvo COVID-19, ¿sí o sí necesita hacer un chequeo posterior? En opinión de la médica infectóloga María Cecilia Niccodemi (MN 105624), “no es necesario que todos los pacientes que tuvieron COVID se hagan estudios posteriores. Depende principalmente de qué tipo de enfermedad tuvieron, y si cursaron un cuadro leve, moderado o severo”.
Y tras aclarar que “si el paciente estuvo ventilado las secuelas son mucho más grandes y se pueden agregar otros estudios”, Niccodemi agregó que “en personas que tuvieron enfermedad leve pero practican deporte de alto rendimiento se suele aconsejar hacer un chequeo cardiológico”.
Con ella coincidió la médica Elena Obieta, jefa del servicio de enfermedades transmisibles y emergentes de la Municipalidad de San Isidro y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi): “Si una persona tuvo un cuadro de COVID-19 leve, no es fumadora y no tiene síntomas como dificultad para respirar, no necesita hacer consultar con neumonología ni una placa de tórax. En cambio, si tuvo neumonía bilateral por COVID-19 y síntomas respiratorios persistentes, debería consultar al médico. En el caso de COVID-19 sin estar en terapia intensiva, podría necesitar un análisis de sangre y ver cuál es el nivel de glucemia. En función de los resultados, se podrían indicar análisis más profundos”.
Y añadió: “Sin bien los dos órganos principalmente afectados por el virus son los pulmones y eventualmente la parte cardíaca o cardiovascular, no se puede dejar de lado que puede haber afectaciones neurológicas, cognitivas, dermatológicas, hepáticas y renales, prácticamente cualquier órgano puede estar afectado por el virus y eso es lo que uno tiene que tratar de diferenciar”.
Para finalizar, la licenciada Felippa destacó una causa de vital importancia acerca de por qué no se realizan los controles en tiempo y forma: “Una y muy importante estará referida a la accesibilidad al sistema de salud. Por otro lado, y a pesar de que se viene trabajando intensamente con políticas referidas a este tema, incluidos los medios de comunicación respecto a la difusión de temas de salud, aún falta profundizar en todo lo referido a promoción de la salud (educación para la salud) con el fin de prevenir enfermedades y visibilizar la importancia de realizar los chequeos médicos periódicos”, culmina.
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