Como médico, solicito a mis pacientes estudios clínicos que incluyen análisis de sangre y un chequeo general, para evaluar la parte física que, en algunos casos, puede influir directa o indirectamente en los problemas psíquicos y sexuales.
Me llama la atención que en un alto porcentaje de estos análisis aparezca el déficit en la vitamina D, ya sea leve a moderado o de riesgo. Si durante la pandemia, el encierro, con la poca exposición al aire y al sol, podía ser una de las causas principales, hoy en día no tiene razón de ser. Sin embargo, sigue baja en muchas personas.
Si bien se sabe que la vitamina D no es una panacea que ayuda a diferentes problemas médicos, los estudios revelan que puede ser beneficiosa cuando existen cuadros de base específicos, siempre y cuando exista una merma significativa en sus valores. Por ejemplo: infecciones, problemas pulmonares, diabetes, insuficiencia vascular, baja densidad en los huesos, fracturas y disfunción eréctil (cuando existe un problema vascular).
Vitamina D y enfermedades
Se considera que valores inferiores a 30 ng/ml o menos indica deficiencia de vitamina D, por lo cual se indica la consulta médica para evaluar si hay síntomas y para la suplementación. Según la Asociación Médica Mundial “la vitamina D es esencial para la salud y el bienestar general. En el cuerpo, la vitamina D es producida durante la exposición al sol y en menor grado por el consumo de alimentos. La vitamina D existe en dos formas: vitamina D3 (colecalciferol en seres humanos y otros mamíferos) y vitamina D2 (ergocalciferol en plantas), pero las dos se metabolizan de manera similar. La vitamina D3 es más activa que la vitamina D2″.
Se recomienda que los pacientes con condiciones vitales o enfermedades crónicas (insuficiencia renal, cardíaca, hepática, etc.), fracturas, caídas, osteoporosis, postoperatorio de cirugías bariátricas, hipo e hiper paratiroidismo (enfermedad de las glándulas paratiroides), diabetes tipo II, enfermedades intestinales con síndrome de mala absorción, cáncer, enfermedades pulmonares (incluyendo asma y EPOC), mujeres embarazadas y lactantes, personas que realizan tareas en espacios cerrados, alejados de la luz solar, tratamientos con antirretrovirales, antimicóticos (fármacos para hongos), corticoides, etc., chequeen los valores de esta vitamina.
Vitamina D y disfunción eréctil
Varios estudios reportan la influencia de esta vitamina en los problemas de erección. Su déficit no es la causa de un problema sexual, no obstante, puede ser un factor asociado por su acción sobre el endotelio (capa de células que revisten los vasos sanguíneos). El envejecimiento y las enfermedades médicas que dañan los vasos sanguíneos como la diabetes tipo I y II, hipertensión arterial, tabaquismo, aumento del índice de masa corporal, aumento del colesterol y triglicéridos, abuso de sustancias, etc., pueden afectar la llegada de sangre al pene con menos rigidez peneana.
También la disminución de la testosterona (0,4% a 2% por año después de la tercera década) conlleva la baja del deseo sexual, aumento del colesterol y aumento de la circunferencia abdominal, lo cual provoca cambios vasculares en corazón, cerebro y también en el pene.
La vitamina D actúa sobre la inflamación de los vasos sanguíneos, bajando la posibilidad de que se formen trombos o placas de colesterol que tapen los vasos e impidan la circulación. Por todos estos motivos citados, un hombre con disfunción eréctil orgánica (no psicológica) debería chequear también los valores de vitamina D, es una protección más para la salud sexual y general.
*Walter Ghedin, (MN 74.794), es médico psiquiatra y sexólogo
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