En un mundo perfecto, comer una ración diaria de papas fritas en lugar de almendras sería una elección sencilla, y no habría consecuencias negativas por elegir la opción salada y frita. Pero un experto de Harvard dice que debemos tomar los resultados de un nuevo estudio que apoya esta hipótesis.
Esta investigación, financiada por la industria de la papa, sugiere que no hay una diferencia significativa entre comer una porción de 300 calorías de papas fritas y una porción de 300 calorías de almendras cada día durante un mes, en términos de aumento de peso u otros marcadores de riesgo de diabetes.
“Puede que picar papas fritas en lugar de almendras llenas de proteínas no haga subir la balanza a corto plazo, pero eso no hace que la decisión sea igual de saludable”, dijo el doctor Walter Willett, profesor de epidemiología y nutrición de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard. Las almendras, crujientes y satisfactorias, aportan beneficios para la salud, como la reducción del colesterol “malo” LDL. A largo plazo, son una opción mucho mejor para ayudar a prevenir enfermedades crónicas -incluida la diabetes- o retrasar sus complicaciones.
“Hemos aprendido, gracias a muchos estudios realizados en las dos últimas décadas, que los estudios sobre pérdida de peso que duran menos de un año suelen dar resultados engañosos, por lo que un estudio de sólo 30 días es menos que inútil”, añadió el experto. “Por ejemplo, los estudios de seis meses o menos muestran que las dietas bajas en grasas reducen el peso corporal, pero los estudios que duran un año o más muestran lo contrario”.
¿Qué factores relacionados con la salud midió el estudio?
El estudio fue publicado en el American Journal of Clinical Nutrition. Los investigadores dividieron al azar a un grupo de 165 adultos (edad promedio de 30; 68% mujeres) en tres grupos durante 30 días y les asignaron comer una porción diaria de 300 calorías de uno de los siguientes:
- Almendras, tostadas y saladas (alrededor de 1/3 taza)
- Papas fritas simples (porción mediana)
- Papas fritas sazonadas con hierbas y especias (porción mediana).
Los especialistas proporcionaron a los participantes 30 porciones de un solo día de su alimento, diciéndoles que lo incorporaran a su dieta diaria, pero no ofrecieron instrucciones adicionales para cambiar la dieta o los niveles de actividad para compensar la ingesta de 300 calorías.
Se midió la cantidad de grasa en el cuerpo de los participantes, junto con el peso total, el azúcar en la sangre, la insulina y la hemoglobina A1C (un reflejo a más largo plazo de los niveles de azúcar en la sangre) tanto al principio como al final del mes. Cinco participantes de cada grupo también se sometieron a pruebas después de las comidas para evaluar las respuestas de azúcar en la sangre a corto plazo.
El peso no es todo lo que importa
Después de 30 días, los cambios en la cantidad de grasa corporal y el peso corporal total fueron similares entre los grupos de papas fritas y almendras. También se midieron los niveles de glucosa e insulina a través de análisis de sangre después del ayuno. Sin embargo, surgió una diferencia clave: los participantes en el subgrupo de papas fritas tenían niveles más altos de glucosa e insulina en la sangre justo después de comer sus papas fritas en comparación con los que comieron almendras.
Es tentador concluir que no hay mucha diferencia entre papas fritas y almendras: lo que cuenta son las calorías. Pero una lectura más atenta refuerza la noción de que dos elementos generalmente ubicados en extremos opuestos del espectro de alimentos saludables están aún más alejados de lo que los hallazgos del estudio podrían hacernos creer.
“El único hallazgo claro fue que el consumo de papas fritas aumentó la glucosa en sangre y la secreción de insulina mucho más que las almendras”, subrayó Willett. Y concluyó: “Esto es consistente con estudios a largo plazo que muestran que el consumo de papas está asociado con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, especialmente cuando se compara con los granos integrales”.
Días atrás, otro estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard aportó más pruebas sobre los mecanismos que hacen que si las personas consumen más alimentos en base a plantas, como frutas, verduras, frutos secos, café y legumbres, tienen menos chances de tener diabetes.
La investigación, publicada en la revista Diabetologia de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes, demostró que el consumo de alimentos saludables a base de plantas, como frutas, verduras, frutos secos, café y legumbres, se asocia a un menor riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2 en personas generalmente sanas y apoya su papel en la prevención de la diabetes.
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