Argentina sigue su lucha contra la pandemia por coronavirus, aunque ya las restricciones parecen casi cosa del pasado. Y una de las herramientas clave para hacerlo es tener estadísticas confiables de los contagios y muertes existentes y también de las características del virus circulante.
A diferencia de lo que hacen la mayoría de los países de todo el mundo, que contabilizan los contagios y las muertes en forma diaria, el Ministerio de Salud de la Nación, desde el 17 de abril, decidió que los partes comenzaran a informarse cada siete días.
Así, el número de nuevos contagios pasó de 8.387 a 11.307 en el segundo reporte. Y se elevó a 11.443 el pasado domingo 1 de mayo, última medición hasta los números de mañana. Es decir que en comparación con las semanas anteriores, el último reporte arrojó que hay 36% más casos que a mediados de abril.
Según confirmaron las autoridades nacionales, los casos de COVID-19 comenzaron a incrementarse en las últimas dos semanas registrando un 26,7% más de infecciones en los últimos 14 días. En cambio, esto no se reflejó en el número de muertes, que mostró en leve descenso en el mismo lapso.
Mientras el 17 de abril se reportaron 146 víctimas mortales, una semana más tarde aumentó a 198, pero bajó a 111 personas el 1 de mayo. Los casos graves registrados como ingresos en camas de unidades de terapia intensiva (UTI) de todo el país se mantenía a la baja, alcanzando a las 339 el 1 de mayo, cuando el 24 de abril habían sido reportadas 372 y la semana anterior 412.
La ministra de Salud, Carla Vizzotti, advirtió esta semana que los casos de COVID-19 “van a aumentar en otoño-invierno” y reiteró que las autoridades sanitarias están centrando sus esfuerzos en que esto “no se traduzca en hospitalizaciones y fallecimientos”. La funcionaria volvió a negar que ya se haya superado la pandemia en el mundo: “No debemos pensar que ya pasó. Debemos seguir vacunándonos. Hay que esperar que pase el frío y, cuanto más nos vacunemos, menos contagios vamos a tener”, insistió.
Consultado por Infobae, el doctor Víctor Romanowski, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Virología e investigador superior del CONICET, coincidió en que la eliminación del virus por el momento no es posible y que la fase del COVID-19 como endemia no implica relajarse tanto a nivel colectivo como individual. “Sería muy difícil pensar que una infección respiratoria que se transmite tan fácilmente a través de aerosoles (es decir, por vía aérea) sea eliminada en algunas regiones cuando existe una activa circulación de viajeros de un rincón del mundo a otro. Por eso es muy importante destacar la imperiosa necesidad de acceso a las vacunas en los países de menores ingresos. Solo si se asegura la equidad en la distribución de las vacunas se podrá atacar esta infección sin dejar bolsones de donde se distribuya el virus al resto del mundo”, afirmó el virólogo.
Para los próximos meses, según el doctor Romanowski, la propagación del virus seguirá por las personas que aún no han adherido o no han accedido a vacunarse. “Las vacunas actuales son seguras y eficaces para reducir el riesgo de hospitalización por cuadros graves y muerte, pero no bloquean totalmente la infección. En este contexto, la porción de la población no vacunada contribuye significativamente a la diseminación del virus”.
La advertencia de Vizzotti y de Romanowski apuntan a la circulación de la nueva subvariante BA.2 de Ómicron, que ya tiene comprobada una mayor tasa de contagiosidad. Su velocidad de contagio es un 30% superior al linaje que circuló entre noviembre y febrero pasado, marcando el 14 de enero el récord de 140.000 infecciones diarias.
La doctora Carolina Torres, quien es parte del Proyecto País -la iniciativa de vigilancia genómica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Argentina- e investigadora en virología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires y del Conicet, comentó: “Es esperable un escenario de aumento de casos de infección por Ómicron BA.2 u otro linaje en las próximas semanas en Sudamérica. Quizás incluso se asocie a una nueva ola, aunque no es posible saberlo en este momento”.
En las próximas semanas -precisó la doctora Torres- “se cumplirán los tres meses aproximadamente desde el pico de Ómicron BA.1 en la Argentina, y se sabe que la inmunidad declina pasado este tiempo. Se suma la cobertura aún limitada de dosis adicionales o de refuerzo en la población, que son especialmente importantes frente a Ómicron. También comenzará el tiempo más frio (asociado con menor ventilación de ambientes y a la disminución del uso del tapabocas y distancia. Esos factores dejan el camino bastante allanado para un aumento de infecciones. De todas formas, el panorama no necesariamente debe preocuparnos pero sí mantenernos alertas”.
Según la estimación de Torres, “si este aumento de casos finalmente ocurre, tendrá muy posiblemente un impacto reducido, en términos relativos a otras olas, respecto del número de casos severos, hospitalizaciones y fallecimientos”.
En tanto desde la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), la médica Leda Guzzi, dijo: “Es difícil pensar que en América del Sur pudiéramos quedar exentos de la dinámica que viene exhibiendo la pandemia en el hemisferio norte. Con las temperaturas frías, se genera un ámbito más propicio para la dispersión del coronavirus. Si a eso le sumamos los sublinajes de Ómicron con muy alta contagiosidad, en un contexto de intensa circulación de viajeros, y sin restricciones, resulta difícil pensar que nuestra región pueda escapar de una nueva ola”. En cuanto al impacto que podría tener una nueva ola, la doctora Guzzi explicó que “las altas coberturas con dos dosis de vacunas permitirían anticipar qué no habría un alto impacto en hospitalizaciones y fallecimientos.
Pero si los expertos temen una nueva oleada por BA.2, científicos de la Organización Mundial de la Salud también volvieron a poner sus ojos en Sudáfrica, país donde se originó Ómicron. Allí, los infectólogos detectaron 2 nuevas subvariantes BA.4 y BA.5 que están causando una nueva ola de contagios.
Lorenzo Subissi, virólogo de la OMS, dice que la agencia está siguiendo los dos sublinajes. Pero antes de sacar alguna conclusión sobre si suponen una amenaza adicional en comparación con otras variantes de Ómicron, necesita saber más de los estudios epidemiológicos de las personas.
El doctor Jacob Lemieux, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital General de Massachusetts e instructor de la Escuela de Medicina de Harvard, dijo esta semana que los datos recientes de COVID-19 de Sudáfrica son “alarmantes”, ya que las subvariantes BA.4 y BA.5 de Ómicron parecen estar causando un aumento exponencial en las tasas de positividad, el porcentaje de todas las pruebas que son positivas, y ya representan más del 50% de los casos.
Sin embargo, Tulio de Oliveira, virólogo que dirige uno de los programas de vigilancia genómica más sólidos del mundo para el SARS-CoV-2, le dijo a la revista Nature que “sólo hay que trabajar con cuidado y diligencia, pero con calma”. No le asustan las BA.4 y BA.5. porque si bien han ganado terreno rápidamente en Sudáfrica durante el último mes, las tasas de casos y hospitalizaciones por COVID-19 son estables en el país. También está tranquilo porque su equipo ha hecho descubrimientos similares durante la pandemia y conoce el procedimiento de vigilancia.
Para la viróloga del Colegio Imperial de Londres, en el Reino Unido, Wendy Barclay, hay que focalizar en dos cuestiones principales en la vigilancia de las subvariantes: “Nos importa una diferencia en la gravedad de la enfermedad, y nos importa una variante que evada las vacunas, porque aunque tengamos la misma gravedad, un aumento de casos sigue teniendo un gran impacto en la vida”, afirmó.
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