Encierro prolongado y crisis familiares, los factores que llevaron a que los trastornos alimentarios aumenten un 40% en pandemia

Un estudio presentado en la última Conferencia Internacional sobre Trastornos de la Alimentación mostró de qué manera las emociones negativas hicieron sucumbir ante la bulimia, anorexia y obesidad a adolescentes y adultos previamente sanos. Signos de alarma para padres y cuatro consejos para enfrentar el problema

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Durante la pandemia, "aumentaron un
Durante la pandemia, "aumentaron un 40% los trastornos alimentarios como consecuencia del encierro prolongado y las crisis derivadas de la alteración de las rutinas familiares" (Getty)

Que la pandemia por coronavirus puso de manifiesto otras “emergencias sanitarias” que hace años coexisten en el planeta no es novedad. Una de ellas son los trastornos alimentarios, que, para peor, aumentaron durante el último año.

Así quedó demostrado en la Conferencia Internacional sobre Trastornos de la Alimentación que se llevó a cabo el mes de junio, en la que especialistas analizaron los problemas que enfrentaron los pacientes gravemente enfermos durante la pandemia, siendo el cierre o la restricción de los servicios hospitalarios un factor importante. Asimismo, una nueva investigación presentada en el encuentro del que participaron investigadores, médicos y expertos con experiencia en la temática de 56 países, mostró por qué sucumbieron durante la pandemia adolescentes previamente sanos.

“En tiempos normales, más de la mitad de los trastornos alimentarios comienzan durante una ventana particular en la adolescencia cuando la comparación social entre pares es una parte esencial del desarrollo de la imagen corporal, la autoestima y la cognición social”. Ángela Favaro es directora del Departamento de Neurociencias del Centro de Neurociencias de Padova en Italia, y durante el encuentro de especialistas destacó que “la evitación social, así como el pensamiento inflexible y las emociones negativas, son predictores clave en los trastornos alimentarios de aparición temprana”.

Para ella, “los encierros y cierres de escuelas han reforzado la evasión social, dejando a los niños y adolescentes expuestos a una ausencia de comparación social entre pares en un momento crucial de su desarrollo”.

Ante la consulta de Infobae, la licenciada en Nutrición María Cecilia Ponce (MN 3362) consideró que “la pandemia en su conjunto hizo que el estrés, la incertidumbre laboral, la angustia y la ansiedad combinadas con los malos hábitos de sedentarismo, falta de estructuras en cuanto a horarios y los hábitos cotidianos de las familias llevara al desorden alimentario y muchas veces a atracones y conductas compensatorias para paliar la situación”.

La pandemia acrecentó los malos
La pandemia acrecentó los malos hábitos de sedentarismo, falta de estructuras en cuanto a horarios y los hábitos cotidianos de las familias, lo que llevó al desorden alimentario (Getty)

Para poner en claro el fenómeno, la médica psiquiatra Mabel Bello (MN 36440), directora médica de la Asociación Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba), refirió que “aumentaron un 40% los trastornos alimentarios como consecuencia del encierro prolongado y las crisis derivadas de la alteración de las rutinas familiares”.

En su opinión, “la falta de contacto social, el miedo a enfermarse y la falta de proyectos a futuro entre otros factores contribuyeron a aumentar los casos de violencia en muchas familias, hecho que también fue un motivo recurrente de este tipo de trastornos”.

Y tras señalar que “la infancia y la adolescencia fueron las edades más frecuentes” en las que aparecieron estos desórdenes, Bello observó que “se detectaron tanto casos nuevos de anorexia como bulimia, y se observaron muchas reactivaciones sintomáticas (recaídas de pacientes que estaban próximos al alta) que luego se revirtieron al reanudar la asistencia presencial a las consultas”.

Marianela Aguirre Ackermann es médica especialista en Nutrición y Diabetes (MN 151867) y coordina el Grupo de Obesidad de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), y ante la consulta de este medio refirió que “en pandemia han aumentado no sólo las cifras de sobrepeso y obesidad sino que también han aumentado las consultas por trastornos en la conducta alimentaria”. “El más frecuente es el Trastorno del Comedor por Atracones o Bed Eating Disorder (BED) sobre todo en mujeres adolescentes y jóvenes si bien también se observa en adultos”, resaltó.

En opinión de la especialista de la SAN, “los trastornos alimentarios son desórdenes psico-neuro-endócrinos, que se dan en personas con vulnerabilidad previa y tiene una carga genética, pero hay muchos factores que influyen en su inicio o su agravamiento”. Entre ellos, “la pandemia y el aislamiento social aumentaron la ansiedad, el estrés, la tristeza, y la soledad -analizó-. Estos efectos emocionales negativos de la cuarentena se acentúan en personas con trastornos psico-emocionales preexistentes, como los trastornos de la conducta alimentaria. La función interpersonal empobrecida es más difícil de manejar cuando además existe un distanciamiento social”.

"En la pandemia el confinamiento
"En la pandemia el confinamiento junto al cierre de escuelas y universidades reforzaron la evitación social, contribuyendo al aislamiento emocional" (Getty)

“En la pandemia el confinamiento junto al cierre de escuelas y universidades reforzaron la evitación social, contribuyendo al aislamiento emocional”, agregó.

Y tras sostener que “las personas con trastornos en la conducta alimentaria en general van a los consultorios buscando perder peso”, Aguirre Ackermann las describió como “personas que entre sus características tienen un disconfort con su imagen corporal, y si bien muchas veces tienen una alteración de su imagen corporal, muchas otras tienen sobrepeso, y si el profesional que recibe a ese paciente no tiene la formación específica para indagar y poder identificar que esa persona que está buscando bajar de peso en realidad tiene un trastorno en la conducta alimentaria en realidad puede no sólo gatillar ese trastorno sino además perpetuarlo”.

“Tenemos pacientes de 40/50 años que toda la vida fueron a consultas en busca de perder peso y nadie identificó que en realidad esa persona tenía un trastorno en la conducta alimentaria, ya sea un trastorno de atracones, bulimia, o cualquier otro de este tipo”, enfatizó la experta, para quien “eso es importante porque como justamente como hubo mucha gente que ganó peso en pandemia, también esa gente una vez transcurrido el tiempo comenzó a querer bajarlo y ya sea por algo autoimpuesto o incluso en una consulta donde no se identificó el problema, también pudo contribuir al aumento de la tasa de trastornos de la conducta alimentaria en pandemia”.

Ponce en tanto agregó que, en su experiencia, desde el inicio de la emergencia sanitaria por COVID-19 “hubo muchas más consultas por trastornos gastrointestinales, pacientes que refieren inflamación intestinal, intolerancia a determinados alimentos, digestiones alteradas, con los cuales fue importante el trabajo de sugerir alimentos correctos, y ayudarlos a corregir hábitos y conductas”.

El “dietismo” como estilo de vida

"Las conductas dietantes han aumentado
"Las conductas dietantes han aumentado en los últimos años, mucha gente se somete a dietas, más allá de que lo necesiten o no, y más allá que tengan o no fundamento científico" (Getty)

Aguirre Ackermann hizo un punto aparte para señalar la situación de quienes hacen dietas continuamente o en forma recurrente. “Las conductas dietantes han aumentado en los últimos años, mucha gente se somete a dietas, más allá de que lo necesiten o no, y más allá que tengan o no fundamento científico”, destacó.

La especialista resaltó que “muchas veces, el culto por un ‘cuerpo flaco’ lleva a que, sobre todo los jóvenes, quieran adelgazar cuando no lo necesitan”, y consideró que “la restricción y las dietas muchas veces son el telón de fondo de los trastornos de la conducta alimentaria, ya que no hay atracón sin restricción previa”.

E hizo referencia a un estudio que realizaron en la SAN en mil jóvenes estudiantes universitarios de entre 20 y 25 años, de distintas carreras de tres universidades argentinas, en el que vieron que “el 52% de los jóvenes seguía dietas, a pesar de tener un peso normal y saludable. Además, en la mitad de los casos, para bajar de peso utilizaban métodos que no están recomendados por un profesional de la salud”.

Los resultados son una señal de alerta tanto para los padres, los docentes y para los mismos jóvenes. “Bajar de peso sin control profesional no sólo es riesgoso al hacer una dieta masiva, universal, despersonalizada, con posibilidad de llegar a carencias de nutrientes, sino que además lleva paradójicamente a que se recuperen kilos en poco tiempo”, enfatizó.

- ¿Por qué la gente hace dietas que no necesita?

- Aguirre Ackermann: Por un lado, hay un mandato social que atraviesa a nuestra sociedad, que tiene a la delgadez como eje central del ideal de belleza. Muchas personas desconocen el peligro de iniciar una dieta sin indicación profesional ni evaluación de un especialista. A veces, ni siquiera en sus casas sus familias lo perciben como algo anormal, pues los padres y sobre todo las mujeres de la casa conviven con el mismo mandato social del cuerpo flaco como ideal de belleza.

"La infancia y la adolescencia
"La infancia y la adolescencia fueron las edades más frecuentes" en las que aparecieron estos desórdenes (Getty)

No se tiene en cuenta que antes de iniciar cualquier plan alimentario, que no sólo es conveniente sino que es necesario realizar una consulta individual a un profesional especializado en nutrición, para poder evaluar el estado de salud, la situación nutricional, las necesidades individuales de esa persona, para así poder realizar la prescripción adecuada.

Los jóvenes dietantes buscan adelgazar por estética y siguen métodos no recomendables.

En general, se piensa que sucumben frente a la atracción que presentan los resultados prometidos por el “marketing” de las dietas de moda. La mayoría de las veces no les interesan los resultados a largo plazo, o cuánto durará el efecto.

Por otro lado, siempre están atrapados en el circuito: deseo de pérdida de peso- dieta sin evaluación médica- descontrol alimentario - rebote de peso. Y además, realizan el mismo circuito una y otra vez, como si la “próxima dieta” fuera a tener algún efecto mejor que las múltiples dietas anteriores.

Como mensaje final a los padres, la especialista de la SAN destacó que “es importante estar atentos a signos de alarma en adolescentes, tales como evitar compartir las comidas con la familia, comer a escondidas, rigidez en las elecciones alimentarias y evitar consumir alimentos que antes les gustaban, cambios en el tiempo que les lleva comer (muy lento o muy rápido) o cambios en la manera de comer, como desmenuzar demasiado los alimentos o masticar por períodos prolongados”.

Por último, dio cuatro consejos para enfrentar el problema de manera saludable:

1- Si hay dudas sobre el peso, consultar a un profesional especialista en nutrición

2- Si la comida ocupa mucho tiempo en la cabeza o si se complica por saber qué va a comer, hay que consultar

3- Si se excluyen las comidas que más nos gustan se genera más deseo de comerlas, y hay riesgo de tener un atracón

4- La dieta restrictiva es un camino al fracaso

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