En la Argentina, se produce un accidente cerebrovascular (ACV) cada nueve minutos, según datos arrojados por el estudio Prevista (Programa para la Evaluación Epidemiológica del Stroke en Tandil), un estudio internacional realizado hace pocos años en la Argentina. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que 15 millones de personas sufren un evento vascular cerebral al año en todo el mundo. De este grupo, 5 millones mueren y otros 5 millones sufren una discapacidad de por vida.
El ataque cerebral es una afección causada por la súbita pérdida de flujo sanguíneo cerebral (isquémico) o por el sangrado (hemorrágico) dentro de la cabeza. Cualquiera de las dos situaciones puede provocar que las neuronas se debiliten o mueran, ya que sin oxígeno las células nerviosas no pueden funcionar. Las partes del cuerpo controladas por las regiones del cerebro afectadas, consecuentemente, también dejan de funcionar. Los efectos de un ataque cerebral son a menudo permanentes, ya que las células cerebrales muertas no se pueden reemplazar.
Afortunadamente, por medio del reconocimiento temprano de los signos de un ataque cerebral y la búsqueda inmediata de atención médica se pueden reducir considerablemente las posibilidades de muerte y discapacidad.
Respecto a esto último, el ACV es la principal causa de discapacidad y cuarta causa de muerte en Argentina, y actuar con velocidad es esencial ya que por cada minuto de su evolución se pierden 2,03 millones de neuronas. Se calcula que uno de cada cuatro adultos podría sufrir un ACV en algún momento de su vida.
Datos obtenidos de los estudios SIFHON y EstEPA realizados por Fleni, revelaron que en Argentina se registran entre 40.000 y 60.000 ACV por año, así como cerca de 18.000 muertes asociadas a esta enfermedad. Además, se estima que cerca de 340.000 personas viven con secuelas de un ACV.
El neurocirujano y experto en ACV, el doctor Pedro Lylyk, quien es presidente de la Asociación Argentina de Ataque Cerebral, de la Fundación para el Estudio de las Neurociencias y la Radiología Intervencionista (FENERI) y director general del equipo de neurocirugía endovascular y radiología intervencionista (ENERI), explicó a Infobae cuáles son los signos de alerta y por qué “el tiempo es cerebro frente al ACV”. “Estamos ajustados al reloj. Pensemos que se pierden dos millones de neuronas, la célula base del cerebro, por minuto que pasa. Así que la velocidad con que uno vaya al centro de mayor complejidad importa. El tiempo máximo son ocho horas”, remarcó el experto.
“Hoy en día se puede prevenir, diagnosticar y curar a tiempo. Para prevenir, tenemos que cambiar nuestros hábitos y estilos de vida. Tenemos que bajar la presión arterial -el principal factor-, sacarnos de encima el colesterol y movernos, hacer ejercicio físico. Controlar el azúcar en sangre, controlar la diabetes, y hacer todo aquello que modifique el estrés”, indicó Lylyk.
De acuerdo a Juan Manuel Baldovino, médico neurocirujano y divulgador Científico de Grupo Medihome, el ACV puede ser de dos tipos: isquémico, donde se obstruye la circulación de sangre al cerebro, o hemorrágico, donde se genera una hemorragia en el cerebro por ruptura de un vaso. Los isquémicos son los más frecuentes (85%), los hemorrágicos los menos (15%) y para estos la hipertensión arterial es la causa más común. De los hemorrágicos, casi el 10% se deben a rupturas de aneurismas o malformaciones vasculares.
En cuanto a las formas de presentación clínica existen distintos signos y síntomas variados, a diferencia del ataque cardíaco donde son menos y más específicos. Así surgen las “5C”. La aparición brusca de cualquiera de ellas requiere de una consulta médica urgente: en la caminata, súbita alteración del equilibrio para caminar; ceguera, pérdida repentina de la visión o visión doble; confusión, aparición de problemas para hablar o entender; en el cuerpo, sentir un lado débil, dormido o paralizado en la cara, brazo y o pierna; dolor de cabeza muy intenso que no se va con analgésicos comunes.
En caso de identificar alguna de estas señales, hay que acostar a la persona para que no se caiga, teniendo la precaución que sea sobre uno de sus lados; llamar rápidamente al servicio de emergencias, no administrar ninguna medicación y recordar la hora de inicio de síntomas para informársela a los profesionales.
El doctor Adolfo Savia - MN 132685, médico Especialista en Emergentología y jefe de Emergencias del Sanatorio Anchorena destacó que el ACV es una enfermedad tiempo-dependiente, es decir, cuanto más rápido se actúe mejor será la evolución y los resultados por eso es muy importante reconocerlo, no negar los síntomas y activar rápidamente el servicio de emergencias.
“La mejor posibilidad de atención se da cuando el paciente llega al centro hospitalario entre las 3 y 4 horas y media de iniciados los síntomas y aún dentro de ese tiempo cuanto antes mejor. Actualmente los servicios de emergencias prehospitalarios se encuentran integrados a un protocolo o “código” de ACV que genera una rápida comunicación con el centro de ACV más cercano, permitiendo que se puedan realizar todas las acciones diagnósticas y terapéuticas de forma rápida, segura y sin esperas. En un ACV se pueden perder hasta 2.000.000 de neuronas por minuto por lo que cuanto más rápida sea la atención definitiva, mejor será el pronóstico”, agregó el especialista.
Cómo prevenir un ACV
El ataque cerebrovascular se puede prevenir ya que el 90% de ellos está vinculado a factores de riesgo que pueden evitarse a través de conductas saludables. Los especialistas recomiendan realizar estrictos controles de la presión arterial, diabetes y enfermedades del corazón, abandonar el cigarrillo y hacer dieta y ejercicio físico bajo supervisión médica como las principales medidas de prevención.
“Es importante saber que el ACV es una emergencia y que debe actuarse rápido. No hay que esperar a ver si los síntomas mejoran. La mayoría de estos ataques puede prevenirse con buenos hábitos de vida. Además, en caso de que ocurran, los mismos tienen tratamiento. La elección de la terapéutica dependerá del tiempo transcurrido entre el episodio y la atención médica hasta que es atendido, el tipo de ataque y las condiciones de salud generales del paciente. Pero es importante resaltar que cada vez hay más opciones de tratamientos y las secuelas pueden rehabilitarse. La persona puede recuperarse y continuar su vida luego de un ataque cerebral. Hay mucho que se puede hacer para disminuir su impacto”, explicó Gabriel Persi, neurólogo especializado de INEBA.
Por último, el tratamiento varía según el tipo de ataque cerebral, edad, estado de salud y el tiempo transcurrido. El más común son los anticoagulantes y antiplaquetarios y su efectividad depende de que sean aplicados dentro de las tres primeras horas de presentados los síntomas, tratando de disolver el coágulo o controlando la hemorragia. Luego, se requiere rehabilitación para ayudar a las personas a superar las secuelas causadas por el derrame.
Los signos
-Hablar confuso o no coordinar las palabras
-Adormecimiento en la cara
-Pérdida de fuerza en la mitad del cuerpo
-Pérdida de la visión en uno de los ojos
-Cefalea muy fuerte, como si la cabeza “estuviera explotando”.
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