El cáncer de tiroides es un tumor que afecta a la glándula tiroides, encargada de almacenar y liberar hormonas específicas en la sangre. Es tan particular que tiene una estadística preocupante para el género femenino. Es más frecuente en las mujeres en una relación de 8 a 1 con los hombres. Según datos del Observatorio Global de Cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2018 se detectaron 3482 casos de cáncer de tiroides, de los cuales el 13,41% corresponde a hombres y el 86,58% a mujeres.
Estas hormonas liberadas por la glándula tiroides, que son mensajeras químicas que viajan a través del torrente sanguíneo hacia los órganos y tejidos, actúan en casi todas las células en el cuerpo, regulando numerosos procesos como el crecimiento, el metabolismo energético, la reproducción, el mantenimiento de la temperatura corporal y el humor, entre otras cuestiones.
“La glándula tiroides se localiza en la región delantera del cuello, debajo de la laringe, y está constituida por dos lóbulos (izquierdo y derecho), envolviendo la tráquea. En cuanto a los tumores, pueden ser malignos o benignos. El término cáncer de tiroides, se refiere a los tumores malignos originados en dicha glándula que pueden propagarse (o metastatizar) a otras partes del cuerpo”, explicó el doctor Jorge Cesaro, Coordinador de Centros Médicos de OSPEDYC.
Para el doctor Dario Niewiadomski, médico oncólogo, miembro de la Sociedad Argentina de Cancerología, “el cáncer de tiroides es una enfermedad en donde se producen mutaciones a nivel de las células de este órgano por lo que dejan de cumplir la función para la cual estaban destinadas, comienzan a crecer de manera descontrolada y forman un tumor maligno. Ocupa el 5to lugar en incidencia en las mujeres en Argentina, mientras que en los hombres es mucho más infrecuente”.
Según el especialista, el aumento de su prevalencia en los últimos años, no sólo se debe a más diagnósticos (masificación de las ecografías) sino por un aumento real de los casos. En su gran mayoría, se trata de tumores pequeños, localizados y con excelente pronóstico. Un porcentaje menor (10% aproximadamente) tienen un curso más agresivo y evolucionan con invasión local o a distancia.
Factores de incidencia
Mientras que otros tipos de cáncer han sido asociados a condiciones hereditarias, aún se desconoce una causa directa para la mayoría de los tumores que afectan a la tiroides. No obstante, según el doctor Cesaro, algunos de los factores relacionados, que no necesariamente implican el desarrollo de este tipo de enfermedad, son: el género, la edad, el bajo consumo de yodo, la exposición prolongada y frecuente a la radiación y la predisposición genética.
“Como todos los cánceres hoy sabemos que es multifactorial: es decir la tiroides puede ser degenerada hacia células cancerosas en virtud de haber recibido estímulos que cambian su ADN desde el medio ambiente. Por ejemplo, la contaminación ambiental sea por aire agua o alimentos, se relaciona con los metales pesados, a saber: mercurio, cadmio, arsénico, plomo, pero también con la contaminación de irradiación. Es notorio como las radiografías que toman los odontólogos sin cuidar especialmente la parte tiroidea con la protección con plomo puede estar sumando a lo largo de la vida de una persona radiación que afecte a la tiroides entre otros factores ambientales”, apuntó a Infobae la doctora María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica y endocrinóloga.
Y agregó: “La nutrición también debe de estar en relación a esta patología, dado que la alimentación rica en hidratos de carbono que genera síndrome metabólico, obesidad y diabetes, estimulan factores de crecimiento y proliferación celular. Estos son la insulina y la somatomedina C, dos hormonas proliferativas que, al estar en asociación con contaminantes ambientales químicos y físicos pueden predisponer al cáncer. La razón por la cual sea más frecuente en las mujeres no lo sabemos, pero puede ser debido a la predominancia de estrógenos. Hoy los endocrinólogos sabemos que hay una relación entre la insulina, la predominancia estrogénica y el mal funcionamiento tiroideo. En un futuro cercano la epigenética será una fuente de conocimiento para poder discernir las causas del cáncer y por lo tanto estar en la vanguardia de su prevención”.
¿Cuándo se debe realizar una consulta médica?
El tratamiento para el cáncer de tiroides suele ser más eficiente cuando existe una detección temprana de la enfermedad, es por ello que es importante acudir a un profesional médico en caso de presentar determinados síntomas que, si bien no pueden ser atribuidos exclusivamente a enfermedad tiroidea, ayudan a alertar sobre su posible aparición. Según el doctor Cesaro, algunos de los síntomas a los cuales se debe prestar atención son:
-La detección de un abultamiento o tumoración en el cuello.
-La presencia de inflamación en la zona anterior del cuello.
-La presencia de dolor en la parte frontal del cuello.
-Disfonía persistente o cambios del tono de la voz.
-Dificultades para tragar alimentos.
-La presencia de tos persistente en el tiempo, que no se relacione a una patología infecciosa aguda.
El diagnóstico
Siguiendo al doctor Cesaro, si se detectan uno o varios de los síntomas mencionados anteriormente, es necesario acudir a una consulta médica con un especialista, quien revisará el historial familiar del paciente y, en base a ello y al examen físico, solicitará algunos estudios de diagnóstico que permitirán descartar, o no, la presencia de un tumor maligno.
“El médico podrá solicitar los estudios de laboratorio y de diagnóstico por imágenes (ecografía, centellograma por ejemplo) que considere necesarios en cada caso en particular. Cuando corresponda también se pueden realizar estudios por biopsia y, si estos no resultan suficientes, el abordaje quirúrgico suele ser la opción indicada”, explica el profesional. “En caso de detectarse un tumor maligno, los estudios de diagnóstico también permitirán determinar la etapa en la que se encuentra el cáncer de tiroides y desarrollar un plan de tratamiento”, agregó el especialista.
¿Cómo se trata este tipo de cáncer?
El tratamiento del cáncer de tiroides, al igual que todos los cánceres, necesita de un abordaje multidisciplinario, en donde intervienen cirujanos, endocrinólogos y especialistas en medicina nuclear, y también con oncólogos y radioterapeutas. El cáncer de tiroides ha sido tratado históricamente con cirugía, con o sin el agregado de yodo radioactivo. “La cirugía tiene como objetivo principal controlar la enfermedad a nivel de la glándula tiroides y los ganglios del cuello, ya que los cánceres de tiroides tienen especial predilección por extenderse a los ganglios cervicales”, afirmó a Infobae el doctor Santiago Zund, médico cirujano y miembro de la Asociación Argentina de Cirugía. Afortunadamente, no siempre se necesita que la cirugía inicial extirpe los ganglios, aunque podría necesitarse en algún momento a lo largo del seguimiento.
Algunos pacientes presentan alto riesgo de recurrencia, es decir, alta chance de que la enfermedad regrese en el cuello o menos frecuentemente en otros órganos, por lo tanto, se beneficiarán con la administración de yodo radiactivo como complemento del tratamiento quirúrgico. Desde hace ya algunos años, las indicaciones de tratamiento con yodo radiactivo son cada vez más seleccionadas y se limitan sólo a aquellos pacientes que tienen más riesgo de recurrencia.
Según Zund, médico del Departamento de Cirugía de Cabeza y Cuello, del Instituto de Oncología “Ángel H. Roffo”, en la actualidad, hay una tendencia global a realizar tratamientos menos agresivos en los pacientes con carcinomas diferenciados de tiroides dado que, se ha comprobado, que el pronóstico no sufrirá ningún impacto, y que además los pacientes se beneficiaran en términos de calidad de vida. Es así que, en pacientes de bajo riesgo, se proponen cirugías más acotadas, que extirpan sólo una mitad de la glándula tiroides. Asimismo, con el objetivo de evitar las cicatrices cervicales se han desarrollado abordajes extracervicales para casos seleccionados. El abordaje transoral endoscópico es el que ha demostrado en la actualidad la mayor aceptación por parte de pacientes y cirujanos. Mientras que en pacientes rigurosamente seleccionados, considerados de “muy bajo riesgo”, existe una alternativa de tratamiento llamada “vigilancia activa”, que consiste en un seguimiento ecográfico exhaustivo (es decir, mera observación sin llegar a la cirugía).
¿Cómo se realiza el seguimiento post tratamiento?
“El seguimiento consiste en efectuar un examen clínico del cuello, asociado a análisis de laboratorio y ecografía del cuello. En algunas situaciones menos frecuentes, puede ser necesario efectuar otro tipo de estudios (rastreos corporales con yodo radiactivo, tomografías computadas, tomografía por emisión de positrones o PET), pero no suele precisarse en la mayoría de los casos. La frecuencia con que se efectúan los estudios de seguimiento también es variable según el riesgo de recurrencia”, explicó el experto.
En los análisis de laboratorio se solicitan determinaciones para corroborar que los niveles de hormonas tiroideas sean correctos para cada paciente. Los objetivos son diferentes de acuerdo a edad, antecedentes cardiológicos y riesgo de recurrencia. Adicionalmente, se miden los niveles de tiroglobulina y anticuerpos antitiroglobulina, que se utilizan como marcadores tumorales, para monitorear la evolución de la enfermedad.
Y por último, -detalló Zund- la ecografía de cuello, estudio no invasivo, es la otra herramienta fundamental del seguimiento, ya que la mayoría de las veces en que hay una recurrencia, esta se ubica en el cuello. En conclusión, la mayoría de los pacientes tendrán la posibilidad de tratar el cáncer de tiroides a través de un equipo multidisciplinario que indicará los pasos a seguir respecto al tratamiento indicado. En este tipo de cánceres esto se traduce en altas chances de curación y de asegurar una buena calidad de vida.
Diferentes riesgos en este tipo de cáncer
“En el cáncer de tiroides hay que diferenciar lo que es riesgo de mortalidad de riesgo de recurrencia. El riesgo de mortalidad la gran mayoría de las veces es muy bajo (la gente no se muere por cáncer de tiroides). Sin embargo, el riesgo de recurrencia puede ser bajo, intermedio o alto, y eso condiciona a que los pacientes convivan con algo más parecido a una “enfermedad crónica” que con cáncer. El tratamiento siempre debe ser individualizado, ya que hay cada vez más una tendencia a usar dosis menores de yodo radiactivo, y al día de hoy, hay pacientes que no lo requieren en absoluto”, enfatizó la doctora Paula Garibaldi, médica Endocrinóloga en los Institutos de Diagnóstico e Investigaciones Metabólicas (IDIM).
Según la especialista, hay en constante desarrollo de fármacos nuevos específicos y dirigidos a esta enfermedad para los casos más agresivos que puedan beneficiarse con su uso. Será convenido en la consulta oncológica. “En el mundo, crece cada vez más la tendencia a realizar ‘vigilancia activa’ de tumores de tiroides considerados de bajo riesgo: nódulos únicos y pequeños en pacientes sin factores de riesgo para cáncer agresivo, y que pueden comprometerse a realizar un seguimiento estrecho. Hay cada vez más evidencia que en casos seleccionados, el hecho de no operar a estos pacientes no aumenta su mortalidad. No hay aún una recomendación formal para esta conducta, pero en determinados grupos de investigación (aún en nuestro país) se está desarrollando”, precisó Garibaldi, que también se desempeña en el Hospital Italiano.
Tanto Garibaldi, como el doctor Niewiadomski, dejaron un mensaje final respecto a la pandemia por COVID-19 que nos afecta: “No hay que descuidar los controles. La mayor parte de los pacientes van a poder postergar unos meses su control sin que esto tenga impacto en su salud. Pero es importante el contacto con el médico para que oriente los casos más graves que no pueden dejar de hacer sus estudios y tratamientos con los recaudos necesarios”.
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