Miedo a contagiar a familiares o seres queridos, ansiedad e insomnio son algunos de los efectos que diferentes profesionales de la salud están experimentando desde el comienzo de la pandemia de COVID-19 a raíz del trabajo que realizan. El dato se desprende de una encuesta realizada por la Fundación Cardiológica Argentina (FCA) a más de dos mil trabajadores sanitarios (médicos, enfermeros, psicólogos, kinesiólogos, entre otros).
“Se necesita urgente un plan de mitigación de esta clase de impactos en el personal de la salud en el contexto de la pandemia”, advirtió el médico clínico y miembro de la FCA Carlos González Malla, uno de los autores del sondeo.
En tanto el presidente de la FCA, Jorge Tartaglione, señaló que “a lo largo de todo el país los profesionales de la salud han mostrado una absoluta entrega. Sin embargo, hoy muchos enfrentan situaciones de discriminación por el trabajo que realizan y deben convivir a diario con el miedo a contagiar a sus seres queridos”. “Se trata de una realidad adversa que merece la atención tanto de las autoridades nacionales como de los directivos de instituciones sanitarias y de la población en su conjunto”, agregó.
El relevamiento arrojó que el 82% de los encuestados considera que su trabajo en el sector de la salud le generó “algún tipo de impacto emocional a raíz de la pandemia”.
Entre los principales efectos que experimentaron desde el inicio de la circulación del SARS-CoV-2, mencionaron el miedo a contagiar a un familiar o ser querido, la ansiedad, el insomnio y la tristeza.
Respecto del golpe que la actual situación tiene a nivel económico sobre los profesionales de la salud, el 70% de los encuestados refirió que sus ingresos se vieron disminuidos desde marzo a la fecha y en un 38% de los casos esas reducciones fueron de entre el 25 y el 50%.
Sin embargo, en la gran mayoría de los casos (74%) la institución en la que trabajan no dispuso ningún tipo de medida para mitigar la caída de la remuneración de estos trabajadores. “El hecho de trabajar en salud implica hoy estar expuestos a consecuencias emocionales, sociales y económicas. Y hay poco apoyo de los lugares donde uno trabaja como para sobrellevar la pandemia”, subrayó González Malla.
Otros dos datos llamativos son que el 44% debió mantenerse aislado de algún miembro de la familia por la actividad que realiza en salud mientras que un 26% dijo haber sido víctima de discriminación producto de su actividad sanitaria, siendo la vía pública y el propio hogar los lugares donde más se dieron este tipo de situaciones.
“Sufrir insomnio y ansiedad pueden afectar la capacidad de juicio y esto, a su vez, acarrea consecuencias serias en el ejercicio de la medicina”, remarcó González Malla
La vocación y los miedos
Por su parte, la licenciada en Psicología Analía Carril, otra de las autoras del trabajo, hizo hincapié en la vocación como sostén de quienes se desempeñan en el ámbito de la salud. “La vocación es lo que nos motiva a exponernos así, más allá de lo económico y lo que nos puedan recompensar. Desde que empezamos a estudiar sabemos que arriesgarnos a infectarnos, angustiarnos o morir es parte de nuestro trabajo y así lo vivimos. Pero esta vez el tema del distanciamiento y de estar confinados, hace que tengamos más miedo de poder ser agentes de una enfermedad en nuestras casas”, analizó.
En cuanto a las posibles consecuencias del actual escenario sobre el ejercicio de la profesión, Carril explicó: “En la ansiedad también se juega la angustia. Y esa ansiedad nos llena de dificultades a la hora de trabajar: dificulta el descanso, lo cual hace que al día siguiente arranquemos cansados, tengamos menos concentración, menos capacidad para retener, menos memoria y, a raíz de la ansiedad, podemos desarrollar diferentes síntomas físicos. El estrés y la ansiedad sostenidos generan síntomas y, a veces, patologías severas”.
Al referirse al modo en que los profesionales de la salud pueden proteger su salud física y mental, la psicóloga aconsejó que “aquellos que tienen un camino recorrido de autotrabajo o insight, que usen todo lo aprendido, y el que no lo tiene que lo empiece a cultivar”. “Hay que poner en práctica todos los días técnicas de relajación, estiramiento, actividad física, meditación, manejo del humor, de la alegría, de la desconexión. Todo esto hoy en día es nuestra medicina -amplió-. Es la única manera de poder relajarnos para pasar al estadio previo del sueño y poder recuperar o reparar lo que vamos a quemar en el día. Es una forma de prevenir el síndrome de burnout”.
Como último punto enfatizó la importancia de que los trabajadores de la salud se sientan cuidados. “En este momento somos la línea de fuego y estamos batallando esta guerra. Estamos poniendo el cuerpo frente a cada paciente más que nunca, necesitamos saber que las personas que toman decisiones están enteradas de nuestra realidad y necesitamos sentirnos cuidados por nuestros empleadores”, finalizó.
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