El doctor Perry Wilson, de la escuela de Medicina de la Universidad de Yale compartió una serie de reflexiones sobre el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que genera la enfermedad COVID-19, a siete meses de su aparición en China y que luego se convirtió en pandemia:
“En los primeros tiempos durante la aparición del coronavirus y la enfermedad COVID-19, lo importante fue aplanar la curva mediante los aislamientos efectuados y el mantener la distancia social, junto a otras medidas de salud, ayudó a que no colapsaran los sistemas sanitarios. Historias de hospitales en Italia, donde los pacientes morían en los corredores en busca de un respirador, hacía que el problema sea mucho más real y preocupante.
Finalmente hemos podido achatar la curva y no hemos tenido que denegar ningún tipo de tratamiento porque respiradores y unidades de terapia intensiva estaban disponibles, gracias al compromiso de los trabajadores de la salud y también a cada una de las personas que tomaron las precauciones necesarias y en forma seria.
Desde ese entonces una pregunta se me ha instalado en la cabeza. ¿Todos nos vamos a contagiar de coronavirus eventualmente? Este es un virus totalmente nuevo del cual no tenemos inmunidad. Estamos todos preparados para infectarnos si no mantenemos la distancia social necesaria. Y el problema se agrava con las personas asintomáticas.
Es verdad que cuantas más personas se contagian, más son los que quedan inmunizados. Y eso le causa al virus un problema cada vez más grande por seguir diseminándose. La ecuación para calcular el porcentaje de la población que debe quedar inmunizada para llegar a la inmunidad rebaño se calcula a partir de que si una persona contagia a 3 y entre ellos 1 o 2 son inmunes, la enfermedad ya no tendrá más blancos para diseminarse.
He realizado un gráfico sobre la relación R0 y la exposición al coronavirus para calcular la inmunidad rebaño. Y para ello se necesitará un contagio que ronda del 65 al 70% de la población, para que el virus se acabe. Y quiero apuntar que no estamos ni cerca de esto. En la ciudad de Nueva York, epicentro de la enfermedad varios estudios sugieren que solo el 25% de las personas se han contagiado y es inmune. Si el coronavirus fuera un juego de béisbol, estaríamos solamente en la segunda base.
Pero si el 65% de nosotros se contagiará eventualmente, debemos reflexionar particularmente sobre las medidas del sistema de salud público. Tal vez solo achatamos la curva para evitar el colapso en los hospitales, pero nada más.
Enlentecer los niveles de contagio de la enfermedad no solamente nos ayuda a tratar a los pacientes, sino que también con ello ganamos un tiempo valioso para hacer investigación científica, descubrir tratamientos médicos y hallar vacunas. Y quiero destacar que esto no es solamente una investigación particular o un ensayo médico. Esto es realmente importante a la hora de tratar la enfermedad COVID-19. Pensemos en todo lo que hemos aprendido en estos pocos meses sobre la utilidad de las proteínas, acerca de cómo hacer ventilación mecánica, los riesgos de trombosis, que nos está cambiando el modo en como cuidamos a nuestros pacientes.
Primero: Hoy es mucho mejor enfermarse por coronavirus que haberlo hecho en marzo. Y otra cosa importante es que no hay posibilidad ahora de saturar todo el sistema sanitario. Esta enfermedad sigue presente en varios lugares. Las epidemias seguirán ocurriendo y no podrán ser anticipadas.
Segundo, lo epidemiológico: El virus no se detendrá cuando estemos todos inmunizados. Por ello, se genera una inercia. Y cito al doctor Albert Ko, del departamento de epidemiología de enfermedades microbianas de la Universidad de Yale que dijo: “El virus puede sobrepasar la inmunidad prevista de rebaño. Eso es solo debido a la dinámica cuando tienes una transmisión tan alta o a las tasas de contagio”.
Y tercero, lo ético: Aunque asumiéramos que los ratios de muerte son las mismas, cosa que no concuerdo, comprimir esas muertes en un período corto de tiempo, igualmente le quita la vida a esas personas. El 100% de las personas se morirá alguna vez. Fisiológicamente es una batalla perdida algún día. Pero el logro está en empujar ese día lo más lejos posible en el futuro. Eso tenemos que tenerlo presente en nuestra memoria mientras luchamos contra el coronavirus”.
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