La vacuna argentina contra el COVID-19 avanza en su etapa preclínica

Se trata de un desarrollo liderado por la doctora Juliana Cassataro, investigadora del CONICET y de la Universidad Nacional de San Martín. Si bien es un estudio atrasado respecto a varios internacionales que ya están en fase clínica, servirá para obtener una vacuna con la cepa que circula en la Argentina

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Existe una carrera mundial para
Existe una carrera mundial para obtener una vacuna eficaz contra el nuevo coronavirus - REUTERS/Dado Ruvic

La pregunta se repite sin cesar todos los días, a cada minuto y con más fuerza en todo el mundo desde que apareció en China el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que produce la enfermedad COVID-19: ¿Cuándo estará disponible la vacuna que nos proteja?

Si bien cada día que pasa la ciencia se ocupa de alejar las peores incertidumbres y acercar más certezas, también hay un gran debate por el comportamiento del virus, sus rebrotes y la virulencia que manifiesta en personas con alguna enfermedad de base o con su sistema inmunológico debilitado por la edad avanzada.

En esta carrera por obtener una vacuna eficaz, existen más de 136 desarrollos en funcionamiento contra el COVID-19 de los cuales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay 3 proyectos más avanzados: el de la Universidad de Oxford junto con Astrazeneca, que se encuentra en fase 2b/3, la del Beijing Institute of Biotechnology y CanSino Biological Inc. en fase 2 y la de la compañía estadounidense Moderna/NIAID, también en fase 2.

La doctora Juliana Cassataro es
La doctora Juliana Cassataro es investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas Dr. Rodolfo Ugalde (IIB-INTECH) de la Universidad de San Martín (UNSAM). (CONICET)

Argentina ha sido uno de los países que más eficientemente ha combatido al coronavirus por haber instaurado un aislamiento social preventivo y obligatorio de manera muy temprana, allá por el 20 de marzo. Además de esta medida, sus científicos han decodificado el gen del virus para mapearlo en el territorio, ha desarrollado tres kits para su detección, ha incrementado la capacidad de fabricación de respiradores automáticos y ahora, ha iniciado la investigación para desarrollar una vacuna contra COVID-19.

Se trata de un equipo de científicos liderado por la doctora Juliana Cassataro, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas Dr. Rodolfo Ugalde (IIB-INTECH) de la Universidad de San Martín (UNSAM) y especialista en inmunología, enfermedades infecciosas y desarrollo de vacunas, que ganó un subsidio de 100 mil dólares otorgado por la Unidad Covid-19, compuesta por el Ministerio de Ciencia, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y el Conicet, para desarrollar una vacuna contra el coronavirus. Se trata de la primera iniciativa de este tipo en Latinoamérica.

Somos un grupo multidisciplinario de inmunólogos, virólogos y expertos en estructura de proteínas, que ya veníamos trabajando en vacunas. Nos presentamos a la convocatoria de la Unidad Coronavirus del MINCyT, porque ya veníamos trabajando en vacunas orales contra enfermedades infecciosas. Veníamos viendo que hay algunos grupos en el mundo que están muy adelantados y la pregunta que nos planteamos fue si valía la pena empezar algo desde acá”, explicó Cassataro a Infobae.

La científica precisó que en el mundo hay más de cien grupos como el nuestro que recién empiezan a experimentar, y si efectivamente logran resultados exitosos habría que ver lo que sucede con la distribución de las vacunas, para que efectivamente lleguen a nuestro país y a todo el mundo. “Por eso, nuestro proyecto está enfocado en probar en más o menos 9 a 12 meses lo que sería la etapa preclínica, y si tenemos buenos resultados ahí tendremos que conseguir mucho más financiamiento para comenzar la etapa clínica”, agregó la experta y jefa del laboratorio que depende de la Unsam y del Conicet, que está en pleno desarrollo de una vacuna basada en la producción de proteínas o regiones de proteínas presentes en la superficie de SARS-CoV-2 que son clave para que ese patógeno se una al receptor ACE2 de las células y comiencen así el proceso de infección.

La investigadora reforzó la idea de que la vacuna a desarrollar consista en proteínas puras del nuevo coronavirus que, al ingresar al organismo, no infecten las células, pero sean reconocidas por el sistema inmunológico para que generen anticuerpos necesario para defenderse del virus real.

Utilizaremos tecnología innovadora para aplicar distintas formulaciones no solo inyectables sino también por vía oral”, afirmó Cassataro, que trabajará especialmente en formulaciones desarrolladas que representen a los antígenos (moléculas que generan una respuesta inmunitaria) de las cepas de SARS-CoV-2 que están circulando en Argentina.

Etapa preclínica

EFE/EPA/RONALD WITTEK/Archivo
EFE/EPA/RONALD WITTEK/Archivo

En estos momentos, el proyecto de los científicos argentinos se encuentra en una fase de estudios preclínicos. “Ahora estamos en la parte en la que los especialistas virólogos y de estructura de proteínas se encuentran eligiendo cuáles son las partes del virus (SARS-CoV-2) que se van a usar en la vacuna, porque nos queremos asegurar que tenga los antígenos de la cepa que circula en nuestra región”, precisó Cassataro, especialista en inmunología, enfermedades infecciosas y desarrollo de vacunas.

Respecto a cómo seguirá el proceso en ese punto, la investigadora manifestó: “Allí lo probaremos con diferentes adyuvantes o formulaciones en ratones para ver la inmunogenicidad, y ver cuál de todos los que probamos da la respuesta que buscamos, que es encontrar anticuerpos neutralizantes del virus”.

Parte del equipo que trabaja
Parte del equipo que trabaja con Cassataro en el desarrollo de una vacuna nacional (CONICET)

“Lo que vamos a desarrollar es una fórmula de vacunas a subunidad, con proteínas recombinantes, como la que se da contra la Hepatitis B, pero vamos a probar también con adyuvantes conocidos como los que se dan contra la influenza estacional y también probaremos unos compuestos que tenemos patentados con el CONICET y UNSAM que mejoran la administración oral, probaremos las dos cosas, es decir la vía oral y parentenal -se aplica por vía intramuscular o a través de la piel (subcutánea)- y la que funcione mejor y además sea más económica en cuanto a su producción y facilidad de administración es la que vamos a seguir”, detalló la especialista en inmunología y coordinadora del equipo de 11 científicos que trabajan en el proyecto y son: Karina Pasquevich, Lorena Coria, Diego Álvarez, Eliana Castro, Claudia Filomatori y Lucía Chemes y los becarios Celeste Pueblas, Laura Darriba, Laura Bruno y Eugenia Bardossay..

Respecto a si es posible, entre tanto, implementar la inmunidad de rebaño, Cassataro dijo: “Lamentablemente, por lo que sabemos de trabajos publicados por investigadores franceses, la inmunidad de rebaño no está sucediendo. Por ejemplo, en Francia y España, países que tuvieron alrededor de 27 mil muertos cada uno, sólo el 5% de la población tiene inmunidad, con lo cual, para llegar al 60%, 65% que se necesitaría para lograr la inmunidad de rebaño, es muy peligroso pensar en eso, y todos los países que abrieron sus cuarentenas tuvieron que volver a cerrarlas”.

El desarrollo normal de una
El desarrollo normal de una vacuna toma casi una década. Pero en el caso del COVID-19 se obtendrá en tiempo récord. REUTERS/Dado Ruvic

En diálogo con Infobae, el doctor Lautaro de Vedia, médico infectólogo y ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) manifestó: “La vacuna contra el coronavirus es un desafío, una de las herramientas con las que esperamos derrotar a esta pandemia, porque la adquisición de la inmunidad de rebaño, lo que podríamos llamar una vacunación natural tarda, lleva tiempo y hasta el momento ningún país ha logrado una cantidad de gente con cantidad de anticuerpos suficientes, desarrollar una vacuna es una de las esperanzas”.

Desarrollar una vacuna en general demora muchos años; hoy hay mucho dinero, mucho entusiasmo, muchas ganas, al punto de que ya hay más de 136 vacunas en estudio, con diferentes mecanismos de acción, es una esperanza. Esto nos permite acortar los tiempos en cuanto a la posibilidad de contar con una vacuna, y aún así no se estima que antes de los 12 a 18 meses podamos contar con ella, que haya estado lo suficientemente demostrada en cuanto a su seguridad -que no sea dañina- y su eficacia -que sea significativa-, luego habría que fabricar una importante cantidad de dosis y finalmente distribuirla y administrarla pero también seleccionar a quién se le administrará, si a todo el mundo o a los grupos de riesgo”, agregó.

FOTO DE ARCHIVO: El empleado
FOTO DE ARCHIVO: El empleado Philipp Hoffmann, de la empresa biofarmacéutica alemana CureVac, demuestra el flujo de trabajo de investigación de una vacuna para la COVID-19 en un laboratorio de Tuebingen, Alemania, el 12 de marzo de 2020. REUTERS/Andreas Gebert

El ciclo de desarrollo de una vacuna, desde el laboratorio hasta la clínica

PRUEBAS PRECLÍNICAS: los científicos administran la vacuna a animales como ratones o monos para ver si produce una respuesta inmune.

PRUEBAS DE SEGURIDAD DE LA FASE I: los investigadores administran la vacuna a un pequeño número de personas para evaluar la seguridad y la dosificación, así como para confirmar que estimula el sistema inmunitario.

PRUEBAS AMPLIADAS DE LA FASE II: los científicos administran la vacuna a cientos de personas divididas en grupos, como niños y ancianos, para ver si la vacuna actúa de manera diferente en ellos. Estas pruebas prueban aún más la seguridad y la capacidad de la vacuna para estimular el sistema inmunitario.

A pesar del buen ritmo
A pesar del buen ritmo del proyecto científico en el país austral, la posibilidad de tener una vacuna real se alargaría por lo menos dos años siempre que la evolución del estudio avance sin contratiempos. EFE/Archivo

ENSAYOS DE EFICACIA DE LA FASE III: se administra la vacuna a miles de personas y esperan para ver cuántos se infectan, en comparación con los voluntarios que recibieron un placebo. Estos ensayos pueden determinar si la vacuna protege contra el coronavirus.

APROBACIÓN: Los reguladores de cada país revisan los resultados del ensayo y deciden si aprueban la vacuna o no. Durante una pandemia, una vacuna puede recibir autorización de uso de emergencia antes de obtener la aprobación formal.

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