La ciencia argentina avanza en su lucha contra el nuevo coronavirus que genera la enfermedad COVID-19 y que ya causó más de 7,8 millones de contagios y 430.000 muertes en todo el mundo (28.700 contagios y 802 muertes en Argentina).
Un nuevo test molecular para detectar esta enfermedad fue desarrollado por científicos argentinos investigadores del Conicet y de las universidades nacionales de San Martín (UNSAM) y de Quilmes (UNQ) y de dos Pymes tecnológicas fundadas por ellos mismos, que están en condiciones de producir 80.000 diagnósticos por mes.
La prueba molecular, que fue financiada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, se llama ELA-CHEMSTRIP y consta de tres pasos. Una vez realizado, el resultado se visibiliza en una tira reactiva, similar a los tests de embarazos de venta libre. A diferencia de otros métodos de testeo, permite el diagnóstico de personas infectadas con síntomas o sin ellos, no utiliza un equipamiento costoso ni muy sofisticado y la gran mayoría de sus insumos (más de un 80%) son de industria argentina.
De esta manera, el desarrollo permite saber si el paciente se encuentra o no en fase de contagio, lo que resulta fundamental para aplicar los protocolos correspondientes de aislamiento y tratamiento temprano, contribuyendo en forma efectiva al control de la pandemia.
“El primer caso de un infectado fue el 3 de marzo y el 8 nos empezamos a mover para hallar una solución urgente para el diagnóstico de Covid-19. Con el equipo de la UNQ nos habíamos cruzado en el último concurso Innovar de noviembre y supe que nuestros trabajos podrían complementarse en cualquier momento. Lo que jamás iba a adivinar es que sería en un contexto de pandemia. Cuando llamé a los científicos de Quilmes ya estaban trabajando en algo desde el día anterior. Luego, solo quedó coordinar tareas y la comunicación fluyó excelente. Solo por eso tuvimos resultados tan rápidos”, describe Diego Comerci, referente del proyecto del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad Nacional de San Martín y líder de Chemtest.
“Nosotros teníamos muchísima experiencia en metodologías de amplificación in vitro de ácidos nucleicos y habíamos desarrollado una variante isotérmica útil para otros patógenos. Desde la UNSAM nos aportaron un kit de detección con tiritas reactivas que ya habían elaborado para dengue. Advertimos que, si juntábamos las dos propuestas, teníamos todo el conocimiento necesario para avanzar en el diseño de una respuesta para SARS CoV-2”, apunta Daniel Ghiringhelli, jefe del Laboratorio de Ingeniería Genética y Biología Celular y Molecular (Área Virosis de Insectos) de la UNQ y creador de la empresa Productos Bio-Lógicos, conjuntamente con Marcos Bilen y Ana Ventura.
¿En qué consiste el test?
A grandes rasgos, hasta la fecha había dos modelos disponibles para la realización de testeos de coronavirus. Por un lado, los diagnósticos moleculares por tecnología de PCR detectan el material genético del virus, demoran algunas horas en entregar los resultados y son los que actualmente se realizan en el Instituto Malbrán y otros laboratorios descentralizados del país. Por otra parte, los serológicos: identifican anticuerpos (es decir, la reacción inmunológica del organismo frente al virus) y pueden emplearse para detectar enfermos en estado avanzado de la patología y para estudios epidemiológicos de poblaciones. Ese hueco entre las dos técnicas viene a ser ocupado por ELA-CHEMSTRIP que, por su especificidad, constituye una alternativa sin precedentes.
Comerci detalló cómo funciona el test: “Se pasa un hisopo por la nariz hasta la garganta del paciente y se obtienen sus células. Después se procesan esas células para que liberen el ARN del virus si estaban infectadas. El siguiente paso es garantizar que el virus sea detectable. Para esto, se aplica la tecnología ELA (Easy Loop Amplification) para amplificar su presencia, por más mínima que sea. El diagnóstico concluye con una tira reactiva que al entrar en contacto con el ARN viral amplificado muestra dos bandas coloreadas. Si el virus no estaba presente, la tira muestra una sola banda y significa que el paciente no está infectado”.
El investigador aseguró que “el objetivo era garantizar la soberanía sanitaria sobre los diagnósticos de COVID19. Para eso teníamos que desarrollar un kit con los mejores estándares de calidad y producir localmente todos los insumos necesarios”. E indicó que el “test que desarrollamos da el resultado casi cuatro veces más rápido que los test RT-PCR y permite descentralizar aún más los testeos”.
El test ya fue aprobado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) y fue diseñado para detectar moléculas del virus SARS-Cov-2, por lo que permite diagnosticar a personas que están cursando la infección, tengan síntomas o no, con la máxima performance diagnóstica.
“A diferencia de la PCR, esta tecnología es isotérmica. Un complejo enzimático produce unas estructuras que amplifican la muestra del virus de manera explosiva. Es un sistema que en aproximadamente 60 minutos facilita su detección, solo requiere de baño termoestatizado a 60° (similar a un baño maría)", explica Comerci. Y continúa entusiasmado: “En futuras versiones podríamos llegar a bajarlo más, es decir, a 10 o 15 minutos".
“La sensibilidad de nuestro método es impresionante y podría complementar el trabajo que ya se está haciendo con otros tests, en la medida en que abriría la puerta al testeo de una mayor cantidad de casos”, agregó Ghiringhelli.
En este marco de crisis sanitaria, las universidades públicas han resignificado sus funciones. Algunas procesan muestras de coronavirus, otras operan como centros de salud, brindan raciones de comida a los vecinos de la zona que están sin sustento y, como si fuera poco, generan tecnología de punta para contribuir a resolver la epidemia a nivel nacional.
“Después de tantos años de investigación ver cómo el conocimiento que acumulamos se condensa en una respuesta rápida a una necesidad acuciante nos llena de orgullo. Estamos felices pero el contexto no nos permite disfrutar ni relajarnos un minuto”, dice Ghiringhelli. En relación a ello, destaca Comerci: “Es el fruto de una alianza estratégica entre las dos universidades y las dos empresas. Somos miembros de dos instituciones del conurbano pioneras en biotecnología y con un muy buen nivel de producción de recursos humanos y de investigación. Contamos con un espíritu común: hacemos ciencia de excelencia pero, además, siempre buscamos impactar en la sociedad”.
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