En tiempos de coronavirus hay una población muy vulnerable que sufre de insuficiencia renal crónica y está obligada a romper la cuarentena tres veces por semana para concurrir a su tratamiento de diálisis.
Se trata de más de 30.000 personas en la Argentina que concurren a alguno de los 470 centros de diálisis en todo el país porque esa diálisis que realizan con tanto esfuerzo, es una necesidad esencial para seguir viviendo.
Pero si de por sí esta situación es delicada, hoy, ese acto configura un reto mayor: la llegada de la pandemia por la enfermedad COVID-19 encontró al paciente ya de por sí vulnerable, ahora preocupado por enfrentar un posible contagio de una enfermedad que se torna severa o grave y con alto riesgo de mortalidad debido a su condición médica por su enfermedad de base.
Los especialistas también analizan que este sector médico se encuentra ante una situación delicada por problemas internos (abultadas deudas de los principales financiadores que tienen con todos los prestadores), en la mayoría de los casos frente al desafío de cumplir con los protocolos médicos, muchas veces insuficientes, para no generar contagios entre pacientes y también al personal médico.
“El paciente que hoy debe hacerse diálisis es un paciente con doble riesgo. El primero es que debe salir de su casa 3 veces por semana y concurrir a un centro médico para realizarse el tratamiento de diálisis en medio de la pandemia por coronavirus. Y el segundo riesgo es que se trata de una persona que integra uno de los grandes grupos de riesgo ante esta nueva enfermedad, con altas posibilidades de contagiarse y padecerla en forma grave”, explicó a Infobae el doctor Miguel Discépolo, nefrólogo y Jefe de Servicio de Trasplante del Hospital Español de Mendoza.
La diálisis es un proceso médico mediante el cual se extraen las toxinas y el exceso de agua de la sangre y que se utiliza como terapia renal sustitutiva tras la pérdida de la función renal en personas con fallo renal.
“La diálisis reemplaza la función del riñón en pacientes que son considerados de riesgo frente al COVID-19, junto con los hipertensos, los diabéticos y los cardiópatas. Además, un 60 por ciento de los pacientes con insuficiencia renal son diabético, hipertensos o ambos, por lo que la mortalidad puede llegar al 25% en uno que padezca insuficiencia renal crónica terminal en grado 5”, precisó Discépolo, presidente de la Confederación de Asociaciones de Diálisis de la República Argentina (Cadra)
Y agregó: “El otro gran problema que nos encontramos actualmente en los hospitales es que los pacientes que tienen COVID-19 en forma grave, requieren asistencia mecánica respiratoria. Y entre un 20% a 40% de ellos necesitarán diálisis por desarrollar una insuficiencia renal aguda”.
Discépolo confirmo que ha atendido a 6 pacientes internados contagiados por el coronavirus SARS-CoV-2, que no tenían insuficiencia renal previa y luego desarrollaron una forma aguda a causa del nuevo virus. "A ellos se les da tratamiento de sostén para los órganos que están fallando y ante problemas renales se les brinda drogas inotrópicas para sostenerlos", confirmó el experto nefrólogo.
Protocolo frente enfermos de COVID-19
Las tres asociaciones de prestadores de servicios de diálisis renal de todo el país consensuaron el protocolo que hoy se tiene para pacientes con insuficiencia renal y también enfermos de COVID-19 o con sus síntomas, quienes deben ser aislados e internados en algún centro de salud para recibir diálisis allí mismo mientras se sigue su evolución por el virus.
“Deben estar internadas independientemente de su estado de salud y recibir ahí mismo –en áreas específicas– su tratamiento, sin ser trasladadas a otros centros hasta superar la infección, para evitar toda posibilidad de transmisión del virus. Asimismo, los pacientes en diálisis con posibilidad de contacto estrecho con personas infectadas deberían ser hospitalizados e inmediatamente testeados para saber si padecen la infección”, resaltó Discépolo, con el fin de evitar que ese paciente sospechoso o confirmado de COVID-19 sea un agente transmisor en un centro médico.
El experto agregó que el personal de salud que haya atendido a estos pacientes debería ser puesto en cuarentena hasta tanto se confirme fehacientemente que no se encuentren infectados por el coronavirus, antes de seguir prestando servicio.
Así lo resolvieron los prestadores de servicios de diálisis renal de todo el país, a través de un documento de consenso firmado por los doctores Alfredo Casaliba, de la Asociación de Diálisis de CABA y Provincia de Buenos Aires, Miguel Discépolo, de la Confederación de Asociaciones de Diálisis de la República Argentina (CADRA), y Carlos Mendieta, de la Cámara de Terapia Renal.
Estas resoluciones, tienen en cuenta las normativas establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), las resoluciones del Ministerio de Salud de la Nación en relación con la forma de actuar del sistema sanitario ante la pandemia, y la crítica situación sufrida en los centros de diálisis en varios puntos de territorio nacional.
Esta resolución conjunta de los representantes de los centros especializados en salud renal implica un cambio respecto de las recomendaciones emitidas el pasado 7 de abril por el Ministerio de Salud, según las cuales los pacientes en diálisis renal con síntomas leves de enfermedad por COVID-19 (un 80% de los pacientes en diálisis infectados) debían ser trasladados periódicamente a su centro habitual de diálisis para realizar el tratamiento.
Con la modificación de los procedimientos, los responsables de los centros de diálisis buscan revertir la crítica situación –de conocimiento público– que atraviesan muchos centros de diálisis a causa del crecimiento del número de pacientes con insuficiencia renal que fueron afectados también por la pandemia.
Pacientes en etapa crónica
Los pacientes en tratamiento de diálisis son personas que atraviesan las etapas más avanzadas (y a menudo irreversibles) de la enfermedad renal crónica, y cuya supervivencia depende de las tecnologías de sustitución de la función renal. Estos tratamientos –que no pueden ser abandonados, ya que reemplazan la función de un órgano vital– se realizan en centros especializados, a los que normalmente los pacientes deben concurrir varias veces por semana. Por esta razón, no pueden cumplir con la cuarentena obligatoria dispuesta por el Poder Ejecutivo desde el 20 de marzo pasado.
La OMS estableció el 17 de marzo que los pacientes con síntomas leves relacionados con la pandemia deben aislarse en sus casas hasta la normalización del cuadro, siempre y cuando no tengan «condiciones preexistentes que determinan la necesidad de aislamiento en internación», como sucede en el caso de la insuficiencia renal.
Por tal motivo, los pacientes con insuficiencia renal potencialmente infectados por el COVID-19 deben estar internados independientemente de su estado de salud, y no existe razón para movilizar de la internación, independientemente de su condición clínica, a un paciente ya confirmado que podría favorecer la difusión de la enfermedad durante su traslado y en el centro donde recibe su tratamiento habitual.
El tratamiento de diálisis deberá, por lo tanto, ser brindado en el mismo lugar de la internación: “Sólo se lo recibirá en su centro de diálisis de origen cuando esté fehacientemente probada su condición de no infectado con el virus mediante prueba de RT-PCR”, señaló Discépolo.
El consenso contempla también la situación de riesgo que representa el contacto estrecho de los pacientes con insuficiencia renal con personas afectadas por el COVID-19. Según el informe emitido por el Ministerio de Salud el pasado 16 de abril, más del 35% de las personas con diagnóstico positivo del virus pandémico se hallaban en contacto estrecho con otro caso confirmado.
“Por eso, teniendo en cuenta la condición de los pacientes renales en diálisis, la determinación de que alguno de ellos resulte contacto estrecho debe obligar a su aislamiento e internación y a la realización inmediata de las pruebas diagnósticas”, agregó el experto.
Los pacientes con diagnóstico confirmado de coronavirus, los que se encuentran haciendo el tratamiento de diálisis y los que se encuentran a la espera de su diagnóstico deberán permanecer en áreas separadas.
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